miércoles, 26 de diciembre de 2012

solo tu amistad. prologo


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pov Alice 

El reloj sonaba insistentemente, su “tic-tac” resonaba en mis oídos, en mi cabeza, cada minuto y cada segundo que quedaba atrás era algo que me alegraba, pero a la vez, hacia que mis temores crecieran en igual medida. ¿y si no venia? ¿y si ya no deseaba verme nunca mas?
La verdad no lo culparía de nada ni me reprocharía yo misma algo, hace mucho tiempo que me había resignado a ser solo su amiga, era lo único que podía existir entre nosotros, sin embargo, no me arrepentía de haber estado juntos, pues a pesar de lo que paso, seguiría con nuestra amistad como si nada, por que, aunque mi corazón quedara devastado y echo trizas, era lo único que me unía a el, solo su amistad.
El sonido de la puerta de la cafetería abriéndose hizo que pusiera mi mirada en la persona que la atravesaba,  mi corazón empezó a acelerarse tanto, que temía que en algún momento dejara de hacerlo, apreté mas fuerte la taza de café que tenia entre las manos, el nerviosismo se empezaba a colar en mi cuerpo. Echo un vistazo fugaz antes de verme, su misteriosa y sexy sonrisa se hizo presente, y con paso que me parecía lentísimo, avanzo hacia mi mesa.
Su cabello rubio, largo y rizado, sus profundos ojos verdes, iba vestido con una chamarra color caqui y unos jeans ya desgastados. Tomo asiento justo enfrente de mi, sin saludarme con un beso en la mejilla, como antes, sin ninguna mirada, nada.
-hola Alice, me da gusto que vinieras- dijo con una sonrisa que no le llego a los ojos.
-jazz, como no iba a venir, crees que me negaría una buena taza de café con mi mejor amigo- trate de decir algo amable para relajar un poco el ambiente, sin embargo, el lo tomo como algo mas, como si no sintiera nada mas allá de eso, si supiera.
Pidió un café moka que le fue traído casi en seguida, acompañado de unos roles de canela.
El silencio que empezaba a hacerse presente entre nosotros era cada vez mas insoportable, trate de poner mi atención en otra cosa, pero lo único que deseaba era hablar con el, saber si recordaba, saber…
- alie, sabes porque deseo hablar contigo- su tono de voz era serio. No se dignaba a verme a la cara.
-claro, de vez en cuando los amigos toman tazas para hablar- trate de desviar el tema, empezaba a ver a donde quería llegar.
-alie- en su voz era claro el tono de advertencia.-por favor- pidió.
-lo se Jasper- suspire y mi vista se claro en lo que sostenía entre las manos.
-Alice, lo que paso entre nosotros, cuando yo…yo desde que te conozco te veo como a una hermanita, siempre creí que nosotros seriamos amigos, pero después de lo que paso yo… - comenzó pero lo detuve, no deseaba, no quería que el digiera que se arrepentía de esa noche, cuando para mi había sido lo mas maravilloso que alguna vez me hubiera pasado, simplemente no le permitiría que lo dijera, mi corazón no lo soportaría.
-Jasper, lo que paso pasó, no lo podemos cambiar, pero no vamos a echar a la borda nuestra amistad ¿verdad?- sentí la necesidad de mirarle, y eso fue un grave error.
Su mirada estaba ennegrecida, sin en cambio esta vez no podía leer lo que su rostro reflejaba, ¿era acaso decepción?
-Alice no haz entendido, déjame que te explique, yo…- puse una mano en sus labios.
- no necesitas explicar nada, jazz, somos amigos, recuérdalo, lo hemos sido y lo seremos por siempre.- sentencie sin siquiera dejar que él hablase.
-solo amigos- hablo casi escupiendo las palabras, como si nuestra amistad fuera algo que le diera asco, aberración, una infamia que no se podía permitir. Su silencio solo hacia que pensara lo peor.
-claro, si tu estas de acuerdo,- trate de arreglar- si no es asi…- me levante de la silla dispuesta a salir huyendo del sitio, si el contestaba que no estaba de acuerdo, al menos tendría la oportunidad de no ser mas herida y no derrumbarme allí mismo, pero sin embargo, algo me retuvo, un fuerte brazo se aferro a mi muñeca.
-no, Alice, por favor, nunca desearía eso, no te marches-suplico apretando con fuerza su agarre, no lo suficiente para lastimarme, pero tampoco tan débil como para poder zafarme de el.
- esta bien Jazz- sonreí, o al menos eso trate- nuestra amistad es mas fuerte que cualquier cosa.
-¿solo mi amistad?- hizo la pregunta como si fuera mas para él que para mi, pero aun así conteste.
-claro, solo tu amistad.
Esa era la mentira mas grande que alguna vez hubiera dicho, pero no quería que el supiera mis sentimientos verdaderos, ellos estarían acompañándome por siempre, solo deseaba verle feliz y sonriendo, y si no era conmigo, lo seria con otra persona, a pesar de todo mi amor por el era tan fuerte que sacrificaría cualquier cosa, aunque fuera mi propia vida, e incluso mi propia felicidad. Sin pedir nada a cambio, ni su cariño, ni nada, como ya lo he mencionado, entre nosotros solo podia haber algo, nuestra linda y dulce, pero destructiva (para mi) amistad.

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queridas lectoras aqui esta un pequeñisimo regalo de navidad que deseo darles en agradecimiento por estar al pendiente de el blog.
ademas tambien es parte de mi compensacion por haber estado tanto tiempo sin actualizar
chicas ojala hayan pasado una muy muy feliz navidad!!!! =D
y les deseo que tengan un feliz año nuevo y que sigan con nosotros el año que viene !!!!! 
aaahhh  y por favor no olviden dejar sus comentarios al final !!!! 


miércoles, 19 de diciembre de 2012

capitulo 6

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capitulo 6 primera parte...


-Nessie- dijo Edward con una sutil sonrisa empezando a aparecer por sus labios, pero antes siquiera de que dijera algo mas, sintió el fuerte impacto de una mano en su mejilla.
Ese movimiento le dejaba en claro que ella sabía lo que había pasado.
-TU!! Canalla, ¿dime con qué derecho te atreves a presentarte en mi casa después de lo que le hiciste a Bella?- le grito sin piedad Vanessa antes de tratar de cerrar la puerta. Sin embargo, el pie de Edward no se lo permitió.
- no pienso moverme de este lugar hasta que no me hayas escuchado- sentencio, aunque su voz no sonara del todo convencida.
Vanessa no tenia cabeza para pensar en ese momento, tenia fuertes sentimientos encontrados, no sabia que hacer, lo primero que pensó fue en echar a  patadas a su hermano, reclamar como nadie se había atrevido a hacerlo, por su cobardía, por su idiotez, por todo. Pero también estaban aquellos sentimientos que surgen cuando te reencuentras con alguien tan cercano como lo eran ellos, hermanos, gemelos, compartían un vínculo especial que nadie, ni tiempo ni la  distancia podían romper.  ¿Qué diablos debía hacer?
Edward por otro lado veía reflejado en el rostro de su hermana aquella confusión, como si dentro de si se estuviera llevando a cabo una batalla, quiso aprovechar aquel pequeño lapso para poder colarse dentro de la casa, pero de la nada una fuerza lo jalo por detrás y lo alejo bruscamente de la puerta.
-¿Qué diablos quieres?- pregunto una voz masculina proveniente de un hombre de tes morena, bastante fortachón, que se interpuso entre el aquellos dos hermanos. 
Desde la distancia Jacob había visto aquella escena desde su camioneta, y por un momento, solo una fracción de segundo estuvo de salir corriendo y partirle la cara al imbécil que se atrevía a perturbar su hogar y a su novia, pero cuando observo detenidamente el rostro de aquel hombre, se dio cuenta de inmediato quien era, pero también estaba empezando a crecer otra furia en su interior, la de la ira venia a partir del odio y el rencor.  Ambos hombres mantuvieron su mirada fija en los ojos del otro, Jacob con los puños apretados, tratando de controlarse y no hacer algo de lo que tal vez se pudiera arrepentir más tarde, Edward esta un poco confundido, ¿Quién era ese hombre que lo había tratado de ese modo?, pero mas que nada ¿Por qué lo miraba con odio y rencor sin conocerlo?
El tiempo que pasaron en esa posición pareció eterno, nadie decía nada, nadie sabia cual era la forma en la que se debería actuar.
Por fin, cuando Edward trato de ponerse en pie, Jacob  hablo.
-¿A QUE DIABLOS VIENES DESPUES DE TANTO TIEMPO? ¿NO CREES QUE ES UN POCO TARDE?- Jacob estaba a nada de llenar a Edward de golpes, cuando, por detrás, una suave mano que conocía a la perfección lo detuvo.
-por favor, ya basta- la voz de Nessie apenas fue un hilo de voz, tal fino y delgado que no parecía a ver venido de ella. Su rostro reflejaba tristeza y sus mejillas se empezaban a humedecer con las lagrimas.
-perdón nena- dijo su novio volteando su cuerpo y dándole consuelo entre sus brazos- lo siento si te he asustado- repuso acariciando su cabello. Vanesa se alejo un momento de sus brazos para ver como Edward contemplaba la escena estupefacto.
-vete Edward, no quiero hablar contigo en este momento- le dijo mientras se sostenía del cuerpo de su novio.
-Nessie, yo….- pero ya no pudo decir mas, sabia que había echo mal, sabia que no tenia derecho siquiera de mostrar la cara o decir al menos una justificación a tal bajeza que había cometido, sin embargo esta ahí, esta buscando lo que había perdido, rezando para que el destino pudiera concederle una segunda oportunidad.
Su cuerpo no podía mas, su mente tampoco, y sin siquiera notarlo, su vista empezó a nublarse mientras se desplomaba en el suelo, escuchando a lo lejos su nombre. Y viendo como ultima imagen una sobra que se acercaba a él.
……….
La oscuridad parecía no acabar, el miraba en todas las direcciones posibles, buscando la salida de tan profunda soledad. No la encontraba, por mas que trataba no veía nada a su alrededor, y de pronto, como si se tratase de un milagro, unas gentiles manos se acercaban a el y lo abrazaban por detrás, mientras una hermosa voz le susurraba. “te he extrañado”-
Edward sabia quien era, Bella, su Bella que lo recibia con los brazos abiertos, como si nunca hubiera pasado nada, como si aquellos seis años no hubieran sido mas que un solo segundo. Pero de la nada, Bella ya no estaba a su lado, estaba lejos de él, y aunque Edward trataba y trabada de alcanzarla y la llamaba a gritos para que no se alejara, ella jamás lo miraba, jamás lo volteaba a ver, ni un solo instante.
-Edward, Edward despierta- de pronto desde la lejanía Edward escuchaba una voz, mientras sentía como su cuerpo era sacudido ligeramente.- vamos Ed abre los ojos- la voz se hacía cada vez mas y mas cercana, mientras que aquella visión de Bella si alejaba cada vez mas y mas hasta que, de pronto, los ojos de Edward se abrieron lentamente, cegados repentinamente por la luz que había en la habitación.
Trato de enfocar la vista en algo, aunque al principio no dudo en levantarse de donde fuese que estaba acostado, sin embargo, en menos de lo que pensaba perdió el equilibrio y tambaleo.
-hey tu!!- escucho la voz de un hombre- si vuelves a hacer eso estarás peor, así que cálmate y estate en paz- de inmediato Edward trato de mirar del lugar de donde provenía la voz, solo para ver a aquel fortachón que lo había tirado con los brazos cruzados mirando fijamente en su dirección.  De un momento a otro visualizo a su hermana sentada en una silla justo a su lado, pero ella no dijo nada, simplemente se limito a levantarse y salir de la habitación sin decir nada y por supuesto sin mirar a los ojos a su hermano, aun no podía, primero debía de aclarar varias cosas que tenia rondándole en la cabeza antes de decir a hacer algo.
Jacob solo movió negativamente la cabeza mientras se alejaba un poco del lugar, y caminaba rumbo al vestíbulo.
-quédate quieto, no es bueno que te estés moviendo tanto, Vanesa vendrá en un momento- dijo secamente mientras caminaba hasta desaparecer de la vista, para posteriormente escuchar  una puerta cerrarse. Edward solo atino a cerrar los ojos y apoyar su mano por encima de la cabeza, ¿Qué diablos pasaba ahora y porqué había tenido aquel sueño?
Mientras tanto, en la cocina Nessie luchaba contra sus dos partes que se encontraban en discordia.  Por un lado estaba feliz del regreso de su hermano, y en verdad quería escuchar lo que había sucedido de sus propios labios, quería, no, necesitaba saber que lo había orillado a tomar semejante decisión, sin embargo, también estaba la razón que le decía que a pesar de lo que dijera, no podía tener justificación alguna, no era posible que aquella bajeza pudiera ser explicada. Pero quedaba la duda, ¿Qué diablos debía hacer? Además sabia que no solo era ella, había varios involucrados, entre ellos su novio, amigo, consejero, pero sobre todo, la persona que mas amaba y por la cual estaría dispuesta a todo, Jacob…. Ese solo nombre le recordó que aunque ella escuchara todo, no solo estaba ella, también Jake, de alguna manera los dos tenían que escuchar la versión de su hermano y no solo eso, sino también de decidir que era lo mejor que convenia hacer, sabia que a Jake no le agradaría la idea. Lanzo un débil suspiro mientras tomo una tetera y la lleno con agua y un poco de te.
Al parecer aquella tarde seria bastante larga……

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lo siento lo siento lo siento
enserio no me maten por subir tan poquito, pero prometo que a mas tardar el viernes subo la continuacion, 
por favor no olviden dejar sus opiniones y comentarios!!!! 

lunes, 17 de diciembre de 2012

capitulo dos. los años pasan...


Carlisle acomodaba todas su cosas mientras de la maleta sacaba un caramelo para dárselo a su pequeña paciente.
-esto es para ti bella, por ser tan buena niña- tendió el dulce a una pequeña niña de hermosos y rizados cabellos.
-gacias tío Cali ¿bella ya puede id?- pregunto mirándolo con aquellos grandes ojos color chocolate.
-si mi niña, ya acabamos con tu consulta- respondió mientras cuidadosamente Bella bajaba de la mesa de revisión y abría la puerta de la habitación.
Carlisle miro como esa pequeña salía corriendo con el dulce en mano; se quito la bata y también salió cerrando la puerta a su paso.
Aro esperaba como siempre un tanto lejos del lugar, aguardando a que su hija viniera a él.  Pudo escuchar como Bella corría por el pasillo con pasos algo torpes y no muy seguros, pronto llego gritando con su padre.
-pa, papi, mida, tío Cali me dio eto po pótame bien- balbuceo mientras Aro la cargaba en brazos.
Atrás de ella venia el medico tío.
-Carlisle, ¿Cómo se a portado?
-mejor que otros pacientes- miro hacia otro lado- es una buena niña, al parecer no tiene nada malo, solo le he recomendado unas vitaminas y que salga mas al sol, su piel es demasiado blanca.
-amigo mío, ella pasa la mayoría del día en los jardines de la casa jugando con sus juguetes e incluso con alguno de nosotros.- aro parecía algo perturbado por el hecho de que su hija pudiera encontrarse enferma.
-entonces, debo suponer que solo es su verdadero color de piel.
-supongo que si-aro parecía algo agobiado, desde que su amigo había llegado hace unos tres días, se la había pasado pensando en una idea que le había surgido.
-Carlisle, amigo , ¿ te importaría que charláramos en el jardín?
-no para nada… pero…ella- miro por un momento a la niña que Aro sostenía en sus brazos, de apenas tres años que comía su dulce alegremente.
-no te preocupes, ella sabe lo que sucede cuando la luz toca nuestras pieles.
Sin mucha dificultad caminaron hasta que llegaron a los pórticos que daban el acceso a un hermoso jardín que se extendía hasta donde la vista alcanzaba a cubrir, Aro dejo a Bella en cuanto esta vio el sol y a Alec entrenando.
 Volterra no era un lugar muy grande, y menos el castillo donde ellos habitaban pero al menos sabia que en ese lugar lleno de vampiros estaba bien.
-parece que Alec y Isabella se llevan muy bien- miraba como Alec trataba a la niña, como si fuera su hermana pequeña, jugaba con ella, corriendo de un lugar a otro.
-el cariño que le tiene es de hermanos- Aro miro hacia donde andaban Félix y Demetri- la mayoría son muy pacientes con ella, es una niña en verdad especial, sin embargo hoy quisiera hablar de otra cosa contigo.
-habla entonces
-amigo, te estimo demasiado como para obligarte a algo que tu no desees, pero me gustaría que en tus decisiones estuviera la de poder venir a vivir a Volterra, mi hija a pesar de todo es solo una humana,  me agobia la posibilidad de verla enferma.
-Aro, sabes que te aprecio mucho, en verdad me gusto pasar con ustedes el tiempo que me acogieron, pero mi vida está con mi familia, sin ellos no sé como seguir.
-pues si ese es el caso, tráelos contigo, podremos emplearlos para que cuiden de mi hija.
-aun así, nuestras costumbres son diferentes
Cuando Carlisle decía “costumbres” siempre se refería a la forma de alimentación, desde que había iniciado su vida como vampiro, se había sustentado con una dieta al que el mismo decía vegetariana, pues solo consumía sangre de animales, sin en cambio, todos los demás vampiros se alimentaban de la sangre humana.
-no me importa si te alimentaras de sapos,- trato de relajar el ambiente- pero necesito tenerte aquí, los viajes desde estados unidos son muy largos y si hubiera una emergencia me gustaría tenerte de inmediato.
Carlisle lo medito, en el jardín, Bella había dejado que Demetri se uniera al juego, aunque Félix parecía distante, se veía divertido con aquella escena de vampiros con grandes poderes jugando con una pequeña niña.
-no lo se, de verdad esta no seria solo una decisión mía solamente, sino de mi familia, aprecio mucho tu oferta pero por el momento tendré que desistir de ella.
-como prefieras, pero la oferta siempre estará en pie-y dicho esto se acerco se encamino hacia su hija.
Carlisle miro como ella sin ningún temor abrazaba a su padre y le daba un fuerte beso en la mejilla, era extraño ver a una pequeña humana como aquella viviendo entre tanto vampiros, y mas aun que viera sus cuerpo brillar al sol sin temer o extrañarse.
La niña se deshizo del abrazo de su padre y corrió hacia él, su vestido de terciopelo rojo era muy lindo, le quedaba un poco más arriba del tobillo con un lindo detalle en color negro, su cabello estaba recogido en una coleta y algunos mechones colgaban en su cara, parecía una niña de otra época.
-tío, quedes venir a jugar con Bella
-no Bella, ahora me tengo que ir- se agacho hasta quedar a su altura y le acomodo un mechón de sus marrones cabellos atrás de la oreja.
-¿puque?- pregunto muy curiosa.
-por que mi esposa e hijos me esperan en casa- contesto.
-¿mañana puedo jugar con tus niños?
-no precisamente mañana, pero algún día vendrán a visitarte.
-seguro
-muy seguro.- Bella sonrió y vio a Carlisle directo a los ojos, de repente sus manitas fueron a las mejillas y sus miradas se cruzaron por un segundo.
-tus ojos son diferentes-dijo con picaría.
-si Bella, todos los ojos de las personas son diferentes- trato de decir Carlisle.
-no es no cieto, los demás son dojos, como mi vestido, los tuyos son muy bonitos, ¿Qué colo son?
 -son de color ámbar- dijo algo sonriente, para su corta edad era muy despierta.
-bueno, entonces tío Cali se queda a cena con Bella- dijo dejando a una lado aquella pequeña duda de los ojos.
-Isabella, no puedo- trato de excusarse.
-amigo mío, no te negaras a la invitación de una doncella tan linda como lo es mi sobrina ¿ o si?- Marcus se acercaba sigilosamente hacia donde se encontraban.
Tío Macu- chillo la pequeña mientras corría a abrazar las piernas de este.
-dile que no vaya, la luz, los demás no entienden y verán a tío cali diferente- trato atropelladamente de decir la niña, aunque Carlisle no pudo entender muy bien, marcus sonrió complacido de que aquella niña supiera sobre aquel tipo de cosas.
- ella tienes razón mi amigo, todavía no oscurece, deberías quedarte hasta después del crepúsculo para mayor seguridad.
Carlisle se sorprendió solo un poco, pues en verdad solo hasta cierta parte esa pequeña sabia sobre lo que la rodeaba.
-entonces tendré que irme después de la hora de la cena.- Carlisle vio en dirección de Isabella que brincaba y aplaudía de felicidad. De repente recordó vagamente a una personita que se le parecía, dejando que se le formara una sonrisa en el rostro.-siiii!- grito mientras se alejaba en dirección a su padre.
-¿Cómo es posible?- pregunto Carlisle para si mismo.
-te inquieta algo mi amigo-cuestiono Marcus.
El movió la cabeza negativamente.
-nada, simplemente es algo extraño tratar con una pequeña que sabe tanto.
-créeme, no eres el único, Isabella es una humana muy especial, incluso para su corta edad, ella entiende su mundo y no lo cuestiona, solo ve el lado positivo, todos los que la rodean le tienen un afecto, hasta Cayo es demasiado tolerante con ella.
Eran ya dos veces en el dia que Carlisle escuchaba decir el cariño que sentían hacia ella y lo especial que era. Mientras hablaban y miraban hacia los jardines, Jane se acerco a Marcus.
-mi señor, Heidi a llegado con la caza del día.- su sonrisa frívola y sus ojos rojos daban a atender que ella podía ser todo, menos amable o bondadosa.
-perfecto, ya saben a donde conducirlos, en unos momentos vamos, por favor infórmale Cayo.
Jane hizo una pequeña reverencia y se marcho casi tan rápido como había llegado.
Marcus se disculpo y fue hacia su hermano Aro, quien dibujo una sonrisa en cuanto escucho la noticia.
Todos los vampiros casi de inmediato desaparecieron de la vista, dejando un poco sola a la niña. Esta corrió entonces en rumbo a Carlisle. Aro iba detrás de ella.
-tío Cali puede acompaña a bella a su cuato- dijo mientras tiraba de su brazo.
- Carlisle, te molestaría acompañar a Isabella a su cuarto mientras nosotros nos ocupamos de algunos asuntos, te invitaría, pero bien se que no vez con buenos ojos nuestra alimentación.
-Aro, no me molestaría acompañar a Isabella en su ausencia.- señalo tratando de cortar esa conversación de tajo.
-perfecto, mi niña,- dijo Aro acariciando gentilmente el rostro de la pequeña- en un momento regreso, me prometes que te portabas bien.
Aro se agacho hasta quedar a su altura y Isabella le dio un pequeño beso en la mejilla a su padre a modo de respuesta.
Este se alejo a paso veloz, dejando ver un pulcro traje, digno de un rey como él.
Ella se encamino de vuelta hacia su habitación de juegos. Carlisle la siguió sin decir nada, la verdad no sabía que hacer, pues en su vida había estado en alguna situación como aquella.
Cuando Isabella abrió las grandes puertas de madera, Carlisle miro asombrado aquella habitación. Lleno de libros y muñecas de hermosas caras, en un espacio había un gran mosaico, donde dibujos de todos tipos se formaban en el, rosas de rojos diferentes, aves y animales de todo tipo adornaban aquel sitio.
En una orilla había todo un hermosa mesa dispuesta con bocadillos y te recién preparado, la sala que estaba en ella se encontraba ordenada,  los sillones de diferentes formas combinaban con las paredes de un leve lila pálido.
Isabella corrió hacia la mesa y tomo un plato de bocadillos, en el cual ofreció a su nuevo invitado.
-¿quiedes uno?- pregunto algo divertida.
El no tuvo más opción que coger uno y llevarse un pequeño trozo a la boca, asqueado un poco por la textura.
-sabes, casi no pueban mi comida cuando vienen los demás con Bella, etoy feliz que tio cali si lo haga.
Carlisle se sentó en la sala mientras veía como Isabella corría de un lado a otro tomando algo y volvía a enseñárselo.
De repente un grito apenas audible atrapo la atención de Carlisle, pensó que tal vez por su sentidos el solo lo había escuchado, pero no fue así.
-sabes, cuando Bella escucha eso, casi siempe huele muy feo. A Bella no gusta.
Esta frase en particular llamo la atención de Carlisle.
-¿a que te refieres Isabella? ¿Qué hueles?
Ella soltó un leve suspiro antes de contestar. Se acerco y le susurro al oído.
-no digas a nadie, pero huele muy dado, como a sal con algo más, Bella no sabe.
Después de ese momento Isabella recupero su agitada tarea de mostrar a Carlisle con lo que se le ocurría
Pasado el tiempo ella se cansaba cada vez mas, solo tomo un poco de te con un par de bocadillos y se durmió en el sillón mas largo con forma de abanico.
El tiempo paso casi imperceptible para Carlisle, cuando las puertas se volvieron a abrir y entro un Aro muy sonriente.
-disculpa la demora- se excuso.
-no importa, pero me temo que debo irme.
-lo entiendo, Félix a preparado un auto para ti, puedes marcharte cuando lo desee, el te acompañara hasta el aeropuerto.
Se despidieron y Aro lo acompaño hasta salir por una de las puertas trasera de Volterra, en la calle, protegidos por la oscuridad se encontraban un auto negro de vidrios polarizados y a un muy serio Félix.
-amigo, por favor considera la propuesta que te he ofrecido esta tarde, no la olvides.
-créeme, no la olvidare, hasta luego Aro.
Subió al carro y se fue si decir nada mas, sus pensamientos estaban el torno a la hija de su amigo.
¿Acaso Isabella podía oler la sangre humana?. Era normal en un vampiro, pero lo dudaba de una hija procedente de un vampiro que era mas humana que vampiro.
No sabía porque pero tenía la extraña sensación que no permanecería lejos de esa niña por mucho tiempo.
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perdon por la demora pero aqui tienen el segundo capitulo!!!!! 
por favor dejen sus comentarios y/o sugerencias como gusten =D


miércoles, 5 de diciembre de 2012

capitulo uno. la niña deseada

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Hace veinte años…
Aro se paseaba de un lado al otro de la habitación, en tres meses había concebido lo que hasta el mismo creía imposible en un principio. Descendencia,  desde hace solo medio año que se lo había planteado en la cabeza y ahora era el momento.
Por el pasillo pasaban mujeres con todo tipo de artefacto, utensilios llenos de sangre, toallas, agua. Salían y entraban del pequeño cuarto ubicado en el fondo del corredor.
Discretamente poso su mano en el puente de la nariz, para evitar a toda cosa que su instinto lo traicionara.
Cayo lo miraba sentado en uno de los tanto sillones de terciopelo que se encontraban en el sitio, mientras que en su mano descansaba una gran copa, el observaba detenidamente como el  liquido carmín se movía lentamente.
-Aro-dijo aun sin mirarlo- hermano mío, deberías calmarte un poco, no es normal que un vampiro este en tu estado- dio un sorbo a su copa, lo que causo que la sangre se le quedara en los colmillos.
-lo se- admitió-  pero es tan difícil no saber  nada.
-¿Qué es difícil?- pregunto marcus apartando su mirada de la ventana-  el hecho que no sepas el resultado final de tu experimento y el hecho de no saber nada de tu querida René.
Aro se contuvo de dar alguna respuesta, solo atino a tensar la mandíbula y cerrar los puños.
Siguió con su distracción mientras esperaba.
Una hora y media después se oyó un grito desgarrador, seguido por un llanto, casi de inmediato una mujer de unos cuarenta años entro en la habitación, sus ropas de enfermera estaban llenas de sangre, sangre de René.
-señor puede pasar, a nacido- la mujer parecía demasiado nerviosa, tratando a toda costa de no mirar directo a su rostro, a eso imponentes ojos carmín, era normal estar así frente a un vampiro.
-gracias- lamento que pronto tendremos que matarte, termino la frase en su mente  mientras salía de la habitación.
Corrió y abrió estrepitosamente la puerta que había visto cerrada desde hace horas.
La habitación había sido acomodada de tal manera que era en verdad una gran sala de quirófano, los aparatos que en ella se encontraban era únicos y ni el mejor hospital del mundo contaba con la tecnología que este poseía.
En el centro de la mesa de operaciones, llena de sangre y sudor, se encontraba esa mujer tan hermosa como única.
-René- fue lo único que dijo mientras se dirigía a paso humano junto a ella- ¿Cómo estas?-tomo su mano entre las suyas.
-bien, solo cansada-  René estaba mas que cansada, el cuerpo casi no le respondía, había perdido demasiada sangre en el parto, pero aun trataba de luchar por su vida, por su hija.
Aro ignoro casi todo el olor que la sangre de René había esparcido por toda la habitación, impregnando cada rincón con su aroma. El ruido de maquinas y llanto era lo único que podían escuchar sus agudos oídos. Dejo la mano de René colgando en el aire.
Se acerco poco a poco a una pequeña cuna en donde una niña de rizos oscuros gimoteaba; con sumo cuidado Aro la saco de el lugar y la acuno en sus brazos. La arrullo cálidamente mientras se volvía hacia René. Los gemidos de aquella pequeña criatura fueron disminuyendo hasta acabar.
-es hermosa- dijo acariciando su pequeño rostro.
-lo es-alargo un poco las manos para poderla alcanzar.
Aro la acerco hasta que quedo a su altura.
-su nombre es Isabella-susurro
Pronto su respiración empezó a decaer hasta que Aro dejo de escuchar su corazón.
-no- dijo mientras daba la niña a una enfermera, se acerco al cuerpo ya sin vida de la madre.  Busco rápidamente algún indicio de que ella estuviera viva, algo que le diera una oportunidad.
Corrió a todos los humanos que se encontraban en el lugar.
Cuando no encontró nada acerco su boca a la yugular de ella pero una mano lo detuvo.
Aro, es demasiado tarde- Carlisle miraba con tristeza a su viejo amigo- ya no servirá de nada.
Miraba a la madre de su hija muerta en aquel lugar, si hubiera podido llorar lo hubiera hecho, pero no podía, el sabia que parte de su experimento podía arriesgar la vida de una persona, pero nunca quizo arriesgarla a ella.
Pero ahora ya no había vuelta atrás, lo único que le quedaba como recuerdo del amor que un día conoció, era esa hermosa niña, su Bella.
Salió del cuarto mientras le era entregada su niña, camino por el pasillo hasta que entro a la habitación en donde se encontraban sus hermanos.
Cayo lentamente bajo su cuarta copa de sangre mientras ponía atención aquella niña que cargaba su hermano.
-vaya, hermano mío,  en verdad que tu experimento ha tenido resultados satisfactorios- una sonrisa surcaba sus labios pintados de carmín.
-felicitaciones- marcus miro en un instante todo el cariño que se estaba formando instantáneamente entre aquellas dos personas.
Aro se sentó en el sofá de cuero negro mientras Heidi y jane se acercaban.
-señor, los humanos están en la habitación azul listos- Jane parecía algo incomoda al ver como Aro veía a la pequeña entre sus brazos.
-estupendo, por favor encárguense de ellos- ni siquiera volteo a ver como Heidi miraba de forma casi asesina a su niña.
Jane asintió y salió casi llevando a rastras a Heidi, cayo y marcus caminaron lentamente hasta que dejaron solo a Aro.
Pronto los gritos empezaron a oírse desde la otra habitación.
la pequeña bella empezó a despertarse lentamente entre gimoteos,
-no temas mi niña, ahora yo estoy contigo y nadie te va a dañar. Lo juro.- arrullaba cuidadosamente a su hija, como si fuera una delicada mariposa de cristal  que en cualquier momento pudiera romperse.

bueno se que tarde mas que lo debido pero en serio no fue culpa mia!!!! T_T no me maten 
en fin a partir de aqui tratare de publicar cada semana un capitulo ya sea de este o de mi otra historia 

por que tokita a vuelto!!!!!

jueves, 22 de noviembre de 2012



Cautiverio

Bella pov

¿Estaré muerta? A menudo me mezo en la dulce locura de estarlo, aquí donde no hay un brote de sol, mis manos y mi maldito cuerpo vuelve a temblar, desearía tener un poco de fuerza entonces podría tratar de cumplir mis sueños realidad.

Ya ni sabia el porque estaba en este maldito lugar, solo podía vivir con el dolor ya no me importaba la cantidad de ultrajes que sufrió mi cuerpo, ni mucho menos importaba las constantes heridas a las que me sometían.

Esto era peor que ser condenada al infierno, se me había impuesto una condena y la pasaba, a veces solía divagar y escapar de la jaula de mi cuerpo pero entonces veía mi entorno.

Me veía arrojada a ese suelo mugroso, con los ojos carentes de vida con el cuerpo tan magullado, tan débil, miraba para otro lado, no quería recordar lo que me hacían. Entonces me topaba con la luna, los rayos de esta iluminaban tenuemente el escenario de las múltiples humillaciones a la que era sometida.

Siempre tuve horror de los casos que Leia cuando estudiaba, los campos de consentracion eran el espanto mismo para mí, me preguntaba ¿Qué les quedaba a esas mujeres cuando se les despojaba de toda dignidad? Ahora lo sabia, quedaba esperar y abrazar la muerte impaciente porque te saque del martirio de cada día.

El sonido de los barrotes de mi “celda” se abrió ya ni me molestaba por tapar mi semi desnuda faz, el plato con la comida fue arrojado, por su puesto que no se molestaban en no entrar, después de todo una simple humana, sin fuerzas y encadenada no podía hacer mucho.

Me arrastre hasta el cuenco, solo para calmar mi sed con el pequeño baso de agua que estaba al lado de la cosa blanquecina que se me ofrecía para comer.

Con mis manos temblorosas lo recogí y lleve la pura y fresca agua a mi boca reseca, el liquido bajo con fuerza por mi traquea, trayéndome el alivio que necesitaba, por la comida no me tome ninguna molestia, me arrastre de vuelta al rincón.

Los gritos de una mujer llegaban como alaridos a mis oídos, levante mis ojos para ver entre mi maraña de cabello en el momento justo en donde abrían mi jaula y arrojaban a mi lado a una joven de cabellos rubios.

No era más grande que yo en edad y en estatura, lloraba descontroladamente y se aferraba a los barrotes con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos por la presión.

En otro momento de mi vida quizás hubiera intentado reconfortarla pero siendo una prueba viva de lo que ocurría en este lugar no tuve mas que sentir lastima por la suerte que corría esta niña al igual que la que corría yo.

_no te molestes, solo estas agotando tu voz en vano, nadie vendrá a reclamarte, bienvenida al tártaro_ le dije y ella se percato de mi presencia y se volteo rápidamente.

_no, no lo entiende, yo soy de una familia pobre, mi padre el esta enfermo y mi hermano perdido yo tengo que ir con mi padre, el es buen hombre, tengo que volver con el, no tengo nada que ofrecer_ me dijo mientras su voz alcanzaba una nota histérica.

Una perfecta adquisición sin nadie que la reclame pensé mirando a la joven con los ojos verdes enrojecidos por la cantidad de lagrimas que derramaba.

_precisamente por eso estas en el lugar correcto, nadie reclamara por ti lo siento_ le dije mientras sus ojos se desorbitaban por la comprensión y el terror de la verdad que le revelaba.

_ ¡no puede ser cierto! No, OH por dios no, mi pobre padre_ empezó a sollozar nuevamente entonces puse los ojos en blanco.

_preocúpate por ti misma, antes que por alguien mas, ahora escúchame bien y mírame porque este es tu futuro apropósito soy Bella_ le dije removiéndome un poco.

_yo soy Jane_ dijo mientras me tendía la mano y yo la contemplaba con frialdad, entonces ella la bajo comprendiendo que por propia elección jamás tendría contacto físico con ningún ser vivo y ella iba entender porque mas pronto de lo que se imaginaba…

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bueno mis niñas este es el capitulo que parece que no publique ¡soy una persona horrible! va antes de sobreviviendo espero me sepan disculpar :D muchisimas gracias a todas aquellas personitas que siguieron esta historia que con tanto amor cree, y no se preocupen que al final de cada tormenta siempre sale el sol :D 





Sobreviviendo

Bella Pov

Después de pasar unos días recuperandome gracias a Jane mis ideas se concentraron y recordé el porque no podía rendirme, mi pequeño niño estaría esperándome, yo sabia que él estaba vivo, mi corazón me lo decía, entonces mi mente fue mas clara.

Jane tenia solo 14 años, había sido una buena amiga, la consideraba una hermana pequeña, en este lugar James controlaba todo, ese asqueroso vampiro nos vendía a humanos y cualquier vampiro que deseara sangre fresca y un cuerpo caliente, éramos esclavos de sangre, había mujeres de todas las edades.

Lo mataría a el también, no se como pero lo haría lo obligaría a devolverme a mi niño, un guardia se acerco lo mire de reojo fingiendo mi debilidad mientras Jane me miraba al otro extremo de la habitación con los ojos brillantes del miedo.

Ella aun no lo sabia, mi mente trabajaba veloz e impredecible, sabia que ese cerdo se metería a la celda a abusar de mi como había echo varias veces, lo recordaba en la nebulosa de mi inconciencia, esa polla suya seria su perdición.

Efectivamente, se metió a la celda, Jane se encogió a un mas en el rincón, mientras el asqueroso sujeto se cernía sobre mi, voltee mi rostro y le articule tranquila, ella negaba y lloraba mientras intentaba en vano mitigar sus sollozos, el sujeto sujeto uno de mis senos, y gimió mientras lo hacia, se levanto un poco y me miro con aquellos ojos negros sin alma, asquerosos, sostuve su rostro con mis manos y el me miro asombrado.

Sonreí dulcemente mientras tallaba con mis pulgares su rostro y sonrío satisfecho, lo hice ponerse debajo de mi me puse a horcajadas sobre el, acerque mi rostro a el, y lo bese cuando abrió su asquerosa boca, busque su lengua y de una mordida salvaje se la arranque, el emitió pequeños grititos, tratando desesperadamente de zafarse de mi.

Coloque mis pulgares sobre sus ojos y sentí la masa ocular gelatinosa ceder ante mis uñas, en gritaba mudamente mientras se convulsionaba bajo mi boca, me aparte admirando mi obra de arte mientras llevaba ambas mano a su garganta, el convulsiono un poco mas y su cuerpo dejo de moverse, supe que había sido mi primer asesinato.

Escupí la lengua y por el rabillo del ojo, pude ver como Jane se cubría la boca mientras me miraba con ojos lagrimosos y desorbitados, revise el cuerpo, saque las llaves una pistola un cuchillo, pobre idiota borracho, sonreí con sarcasmo y me levante de allí.

-          levántate Jane, debemos salir de aquí hay que ir por mi niño.
-          ¿Esta…el esta?
-          ¿muerto? Por supuesto, no dejo nada a medias, es el primero de muchos mi pequeña amiga, mataremos uno a uno a los que nos han hecho daño te lo aseguro.

Dije tendiendo mi mano, ella me miro dudosa y luego se arrojo a mis brazos, llorando desconsoladamente, la mecí lentamente, y luego la separe de mí, me desplace desnuda con ella flanqueándome.

Abrí la puerta de la celda mientras abría las otras puertas y los esclavos se movieron aterrados, todos guardando silencio, estábamos en el piso inferior, lo sabia lo había estudiado muy bien, le había preguntado a Jane cuanto había bajado y ella dijo que fueron muchas escaleras eso me dio algo de data con mis propios recuerdos para hacerme a la idea de que estábamos en un subsuelo.

Un guardia descansaba de espaldas a una de las puertas del exterior, tome el cuchillo que traía conmigo y lo degollé sin miramientos, ellos no tenían la misma cortesía con nosotros, yo no iba a tener piedad por traer a mi cría de nuevo, ahora si se me podía acusar de asesinato y demencia, aunque a pesar de todo estaba totalmente lucida.

Jane permanecía a mi espalda, mientras nos movíamos éramos 30 personas, habían aprendido rápido un guardia, no debíamos dejar que advirtiera a nadie, y nos deshacíamos de ellos, saqueando lo que tenían.

Habíamos llegado al limite de nuestra capacidad, yo en este momento me sentía tan inhumana como el que me había traído aquí, mi razón se había esfumado, así como los pocos valores que me quedaban pero, aun albergaba una esperanza encontrar a mi pequeña Ethan el tendría los ojos de su padre, el me recordaría lo que era la bondad pura.

Llegamos a uno de los pisos superiores, sin hacer siquiera un ruido, moviéndonos como una unidad silenciosa, como nos habían enseñado a ser, sucumbidos a la oscuridad, relegados a las sombras que era lo que nos habíamos convertido.

Escuchamos ruidos de lucha y un desgarrador rugido, Jane se paralizo de miedo detrás de mi sujetando mi mano con fuerza, mientras yo apuntaba con el arma a la puerta quien sea que fuera le volaría la tapa de los sesos y haría un lindo papel tapiz sobre las paredes.

La puerta se astillo y ahí bajo la mortecina en luz en toda su gloria estaba un vampiro, lo podía sentir en todas mis terminaciones nerviosas, mientras su poder crepitaba en el aire, el grito ahogado fue generalizado, no conocía a este desconocido.

Cuando el brillo de un cabello broncíneo me dejo fuera de combate, aquellos ojos estaban infectados en sangre, su belleza era perfecta, sublime, un dios griego y sabia perfectamente quien era.

Mi corazón dio un vuelco cuando me recorrió con los ojos, llenos de compresión y con la furia brillando en ellos era él.

Edward, era un vampiro y estaba realmente cabreado.

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Hola mis niñas hermosa ¿adivinen quien volvio? ¿no soy el ser mas oscuro y malo que conocen? les pido mil perdones por haberlas abandonado así tube muchos problemitas que me impedia regresar a la normalidad pero, ahora todo eso ya esta solucionado y espero puedan perdonarme :`( pero bueno ya estoy aca para terminar lo que empeze espero les guste prometo no volver a irme :D


sábado, 15 de septiembre de 2012



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EL MUNDO DETRAS DE MI PARED....

Prologo 
Solo faltaban algunas horas, poco tiempo. Para cualquier vampiro eso era unos instantes, per para mi era una eternidad, solo la antesala  para que mi propio infierno empezara. 
¿Por qué el destino me jugaba esta mala pasada?
 Por fin sabia que era el amor, lo conocí, lo viví y hoy cuando debía ser un día feliz, me sentía como el ser con la peor suerte del mundo, sin existencia, sin vida, sin nada. Verle a los ojos, compartir el tiempo, solo nosotros dos, todo aquello era tan extraño que hacia nuestra relación única. Las bromas, las risas todo era lo que iba extrañar si se alejaba de mi. 
¿Qué podía hacer? Había tantas cosas que se interponían entre los dos que era enorme, diferencias de clase, de vida, de todo. Pero el destino no estaba grabado en la piedra, tal vez yo pudiera ser la diferencia entre un mundo juntos, o un infierno de soledad.
 La vida pone tantas pruebas a las parejas, pero sabia que esta la íbamos a superar, por que a pesar de todo, la única verdad que me mantiene a flote es el saber que estamos echos el uno para el otro.

 N/a: chicas!!!! tokita esta devuelta, siento la demora!!! y aquellas chicas que quieren mas de " sin miedo a nada" no se apuren pronto tendran noticias, mientras tanto les dejo esta nueva historia!!! disfruntela!!!!

martes, 1 de mayo de 2012

ANHELO DESDE LA OSCURIDAD - Capítulo Final:



“En Busca de Redención – Parte II”

“Matarla”
Leí la palabra en su rostro y mente, aunque de ipso facto una respuesta salió de mi boca.
-          Sobre mi cadáver. – gruñí. – ¡Intenta ver en donde están ahora!.
-          Edward, mi don predice, no ve en tiempo real…
-          ¡Entonces ve hacia donde carajos se dirigen! ¡Necesito saber en donde están!
La velocidad del marcador descendió de 180 a 120 km por hora, y a pesar de que los Porsches 911 Turbo tienen una excelente reputación entre los más lujosos deportivos del mundo; en ese momento se me antojaba más como un morrocoy cojo que avanzaba con lentitud exasperante. Sus ojos apuntaban a la carretera pero su mente se iba colocando en blanco para darle paso a imágenes. Imágenes que mostraban un Camaro SS negro con bandas blancas del 67 volteado. No hace falta decir que se me hizo un hueco en la boca del estómago, y eso fue antes de sobresaltarme al verlo explotar en una gran llamarada. ¿En dónde carajos estaba Isabella? No podía estar ahí dentro…
El violento retumbar de la bocina de un camión cargado de troncos de pinos y cedros nos sacó a ambos del estupor. Alice giró con presteza a la derecha y volvió a entrar en el sentido correcto de la carretera.
Treinta segundos después, una explosión inundó de humo las alturas aproximadamente a diez kilómetros de donde estábamos.
-          ¡Mierda! – gritó Alice.
-          ¡Muévete, Alice! ¡Muévete!
El Porsche derrapó un poco en la curva, haciendo que los neumáticos levantaran un aullido en medio del ahora demasiado silencioso camino. Aunque gracias al muy desarrollado sentido del oído podía escuchar el exasperante crepitar de las llamas del auto que había explotado. Por dentro me devanaba los sesos rezándole al dios de las alturas y de cualquier religión, que no hubiese permitido que Bella estuviese en ese automóvil cuando explotó, puesto que nuestra ponzoña que nos recorre todo el cuerpo funciona como un combustible. Cosa que es muy beneficiosa cuando se trata de un adversario a eliminar, pero cuando tu mujer está involucrada en un incendio en un puto dolor de cabeza.
Unos tortuosos tres minutos más de camino llegamos al sitio del suceso y me tiré del carro prácticamente, me asomé lo más que pude entre las flamas que olía a cuero, caucho y otras cosas achicharrada. No vi nada más que asientos ya comidos por el fuego, y lo que quedaba de ellos estaba siendo destruido frente a mis ojos. El Camaro estaba boca arriba pero ninguno de sus ocupantes parecía estar allí, así que tanto Alice como yo nos lanzamos en dirección al bosque siguiendo el rastro de ellos, que antes por la premura de constatar si había alguien en el lugar del accidente; no  habíamos notado. Mientras Alice y yo corríamos siguiendo dicho rastro en medio del bosque sin decir absolutamente nada, intentaba desesperadamente conseguir algún hilo de pensamiento tanto de Jacob como de Tanya, pero nada. Al menos durante siete kilómetros adentro…
De pronto  percibí una imagen de forcejeo. El bastardo de Black sostenía a Isabella contra su cuerpo mientras ella se retorcía entre sus brazos, entretanto la demente de Tanya se debatía entre dejar a su secuaz a solas con su; según ella “enemiga”; o acabarlos a ambos en una sola movida. Pero ni confiaba en que él pudiese retenerla mucho tiempo más para  que le permitiese a ella acabarle ni tampoco en que no apareciera otro peligro para el cual pudiese necesitarle como aliado. Este por su lado, estaba pensando en lo mucho que deseaba hacerme daño al apartarla de mi lado, y a su vez trataba de conseguir una manera en la que pudiese llevársela sin tener que ir arrastrándola y soportando los codazos que le estaba clavando en las costillas. Su línea de pensamiento era como el de un paciente con ataque psicótico, pero multiplicado por cien!.
Una rabia fluyó en todo mi cuerpo y si esto hubiese sido una de esas caricaturas de los Looney Tunes de seguro les hubiese parecido una diana roja a los dos encima. Porque mataría a Tanya y a Jacob con mis propias manos, de eso no cabía ninguna duda.
Cuando solo quedaban unos cientos de metros entre ellos y nosotros la mente de Alice comenzó a ver decisión tras decisión que era tomada por lo “los otros”. Si decidían correr, se detenían puesto que deducían; muy acertadamente; que sería una persecución sin fin; y tras aventurarse a discutir unas cuantas opciones más decidieron quedarse y hacernos frente; lo que solo dejaba una opción. Alguien moriría. ¿Serían ellos a nuestras manos o nosotros intentando salvar a mi Bella?
Eso fue algo que el don de Alice no me respondió en aquel momento.
Fui el primero en irrumpir en el claro y momentos después lo hizo una furibunda Alice, quien se plantó a mi lado derecho con una ferocidad en la cara que demostraba de qué lado estaba con suma claridad. Frente a nosotros estaba una Tanya levemente agazapada, con la pierna de adelante doblada hacia adelante ligeramente y la de atrás extendida completamente, como una felina; se preparaba a atacar por supuesto, y por lo que podía notar, miraba con rabia a Alice, quien acaba de ponerlos en desventaja no solo por su don que me había llevado hasta ellos, sino que se disponía a luchar cuerpo a cuerpo.
Bella se había quedado paralizada en los brazos de Jacob por un segundo, clavó su mirada en mí y sus ojos adquirieron un brillo de agradecimiento. Pero fue antes de que el muy bastardo la tomase con fuerza de la cintura y la aplastase con más fuerza contra él. Entonces mi autocontrol se hizo mierda.
-          ¡Suéltala! – rugí como una bestia en medio de ese bosque. – Si tienes un poco de sentido de supervivencia, lo harás. - Jacob sonrió con ironía a la vez que la apretaba más contra sí. Isabella se removía entre sus brazos y yo sin poderme contener ni un segundo más me eché encima de él. En ese momento todo cambió vertiginosamente. Mientras que yo me lanzaba contra Black, Alice lo hizo contra Tanya, quien a su vez pensaba hacer lo mismo con Bella. Y esta última fue empujada por mí fuera de la prisión de los brazos del maldito desequilibrado de Jacob Black.
Tanya trataba de lanzar golpes contra Alice pero esta preveía cada uno de sus movimientos y los esquivaba con la precisión de un maestro, en ese momento no pude evitar pensar que era alguien menos por quién preocuparme. No siendo así con Bella, quién trataba de decidir a quién apoyar en la lucha, si a su hermana o a mí. Yo, que en ese momento estaba en plena repartición de puños con “El Renacido – Mal Nacido” alcé mi voz y la miré por un segundo:
-          ¡Lárgate de aquí, Bella! ¡Vete con Carlisle!
-          ¡No! – gritó ella y embistió contra Tanya, quien en ese momento se había vuelto tratando de asestarle un nuevo golpe a Alice. Bella logró hacerla caer al suelo y Alice aprovechó para saltarle encima…
Entonces sentí como si una grúa de carga larga acabase de estrellarse contra mí. Jacob Black acababa de estrecharme entre sus brazos de manera aplastante. Su fuerza neonata me estaba limitando a buscar una posible solución inteligente, pero aquello era más fácil de decir que de hacer cuando alguien te está aplicando una llave con la fuerza de una tracción equivalente a tres toneladas. Ciertas extremidades de mi cuerpo chirriaban como si se estuviese doblando un poderoso acero, la sonrisa de satisfacción de Jacob me insuflaba ira a cada segundo; pudo haberme hecho pedazo allí mismo, partiéndome por la mitad y arrojándome al fuego para deshacerse de mí; pero por lo visto Tanya se guardaba los secretos de destrucción de un inmortal para ella misma. Entonces aproveché un momento en el que él aflojó la presa de sus brazos y lo empujé con todas mis fuerzas restantes contra un viejísimo cedro de gran tamaño. El tronco se partió y cayó llevándose consigo unos árboles más jóvenes. Se levantó con la ropa toda llena de barro y musgo, bufando por la nariz y con la mirada encendida, que en ese momento era negra azabache por la falta de caza.
-          Te voy a matar. – gruñó. – Te voy a arrancar esa maldición que me dejaste a mí y que tú llamas eternidad. - Los ojos estaban un poco desenfocados, como si de un lunático.
Había llovido hacía unas pocas horas por lo cual su ropa se había ensuciado, y eso aunado a las manos engarfiadas, el cabello desordenado, vestido con lo que ahora eran harapos y una sonrisa macabra, era la viva estampa de la amenaza en pasta, lástima para él que yo estuviese tan cabreado como para pararme a pensar en consecuencias. Él había tomado algo que era mío, podía darse por muerto. Punto final.
-          Que yo sepa, mi objetivo era eliminarte no darte vida eterna. ¿Quieres matar a quién te jodió la vida? Pues Tanya está un poco más atrás de nosotros, por si querías saberlo. – me encogí de hombros, fingiendo desinterés. – Por mi parte te mataré igual. Tocaste a Bella contra su voluntad; así que estás jodido, mi amigo. Date por muerto.
Me agazapé esperando cual sería su próximo movimiento, el cual era sumamente previsible al impulsarlo hacia delante para atacarme frontalmente, así que lo esquivé y me paré a su espalda sonriéndole con superioridad. Iba a disfrutar muchísimo al acabar con él y quería que fuese lentamente. Volvió a saltar hacia adelante solo que en el último segundo giró en mi misma dirección y por poco me atrapó, cosa que le debía al don de velocidad que poseía.
-          Estás aprendiendo, novato. – le dije con satisfacción casi profesional.
-          Tu soberbia será tu perdición, Cullen. Y yo seré quien disfrute de tu fin. Eres una aberración de la naturaleza y ahora yo también…- entonces comprendí el porqué de tal odio que me profesaba. No era porque lo hubiese querido matar, ni siquiera porque Bella se hubiese quedado conmigo después de todo; que era lo que yo pensaba; sino porque me culpaba de su pérdida de humanidad. Y en eso tenía toda la razón. - …pero voy a corregir eso ahora mismo.
En una danza antinatural y letal corrimos, nos esquivamos, nos golpeamos repetidas veces y nos estampamos contra el suelo muchas más veces de las que pude contar. Varios metros detrás de donde ambos luchábamos Tanya estaba dando una pelea más que formidable contra Bella y Alice. No podía enfrascarme demasiado en lo que pensaban  las que podía “escuchar” puesto que perdería concentración en mi batalla y eso sí que sería letal. Aún así imágenes de Tanya contra el suelo y golpes contra Bella o Alice se filtraban en mi mente a cada momento. Estaba cerca del límite de colapsar entre pelear y rechazar las imágenes mentales y estar alerta para proteger a Bella.
Y fue precisamente eso lo que me derrumbó…
Tanya era una luchadora ágil, esquivando incansablemente los ataques de ambas y recuperándose de los que recibía; se movía magistralmente por los límites de la presciencia de Alice, respondiendo a sus ataques en vez de decidir sus movimientos. Obviamente esperaba algún paso en falso de ella. Y sí que lo aprovechó mientras la pequeña duendecilla daba una voltereta en el aire, Tanya se arrastró fuera de su alcance impactando contra Isabella y desorientándola por un segundo, tiempo que fue más que suficiente para que esta pudiese tomarla por la cintura con una mano y por el cuello con la otra. Alice se detuvo en medio de otro contraataque que impactaría justo delante de la cabeza de ella, Bella lanzó un grito de rabia y dolor cuando esta la asió con fuerza y le retorció la mano hasta un posición antinatural, fue entonces cuando me giré dispuesto a hacer lo que ni Alice ni ella habían hecho; matar a Tanya. Pero el maldito bastardo desequilibrado tomó mi brazo con suma rapidez, tanta que ni siquiera pude hacer nada cuando vi que pretendía arrancarme la extremidad de raíz y aunque deslicé el brazo lo más rápido que pude el muy cabrón alcanzó mi mano izquierda arrancándome los dedos anular y meñique.
Lancé un aullido de dolor que atravesó el follaje y el relativo silencio del bosque que en ese momento se notaba espectralmente silencioso.
-          Awwww ¿te dolió, Cullen? Pero si a penas empezamos! – dijo Jacob con abierto desprecio, antes de dejarme atónito al voltearse y tirar mis dedos lo más lejos que dio su fuerza. Lo cual se traducía en kilómetros y kilómetros en donde podían caer. Me acababa de joder.
Ignoré la sensación de dolor y pérdida y emprendí contra él de nuevo que se rió macabramente a rebotar contra el suelo.
-          Ponte de pie, maldito desequilibrado. ¡Ponte de pie! – le grité fuera de mí mismo – Quiero verte a la cara cuando te mate. ¡Ponte de pie!
Se carcajeó y dejó caer la cabeza hacia atrás mientras se burlaba, momento que aproveché para lanzarme contra su yugular y arrancarle la cabeza de raíz, pero el tipo estaba preparado y aprovechó su posición para impulsarme hasta atrás de él antes de girarse y agazaparse antes de saltar. Con mi mano buena contra el suelo y las piernas medio flexionadas me impulsé hasta chocar contra él en el aire y caer rodando, pero entonces un grito de una voz terriblemente familiar me hizo girar la cabeza de ipso facto en dirección al ruido. Giré el tronco con presteza, levanté el antebrazo y le incrusté en la nariz un buen golpe antes de bombearlo lejos y poder salir corriendo hasta donde estaban las chicas y la psicópata. Tardé menos de tres segundos en llegar. Alice tenía la cabeza de Tanya entre las manos, y el cuerpo de esta estaba en el suelo retorciéndose en espasmos que daban más asco que la ponzoña que derramaba la cabeza chorreante.
Bella se giró cuando me sintió y se estaba acercando cuando volví a notar a Black pegado a mi espalda me giré de golpe interceptando un golpe que iba directo a mi espalda. Escuché a Bella gritar mi nombre aterrorizada y a Alice llamarla con rudeza para que le ayudase a desmembrar a Tanya con rapidez para luego prender una pira con sus restos. Pude ver como en la mente de Jacob se dibujaban distintas escenas en las que planeaba hacer los mismos. Alice le acaba de informar como es que se mataba un inmortal. ¡Maldición!
-          ¡Isabella, concéntrate! Si las llamas te tocan lo suficiente arderás como si estuvieses cubierta de gasolina. La ponzoña es combustible.
Mientras Alice le explicaba entre nerviosa y atareada a Isabella como debía hacer las cosas. Jacob y yo nos adentrábamos en la lucha y yo trataba de alejarlo lo más posible de ellas. No quería que Bella viese como asesinaría a su “ex amigo”. Su única conexión con su vida anterior. Así que cuando estuvimos lo suficientemente lejos me volví más feroz en mis movimientos y tiraba a matar de una vez por todas, se había acabado el tiempo de jugar y tenía que reconocer que el neófito parecía ser muy diestro a la hora de aprender sobre la marcha.
Me sonrió con ironía de nuevo al hablar.
-          Casi me enternece que trates de proteger a Bella de los horrores que planeas hacerme. Aunque la palabra clave de todo esto es “casi” ya que estoy luchando contigo a muerte por una razón, y esa no es precisamente que yo sea el villano de esta historia.
-          ¿Ah no? porque el hecho de que hayas raptado a Bella para apartarla de mí para joderme la existencia y ahora intentar asesinarme no me parece una conducta de un príncipe encantado, cabrón disociado.   
-          ¡Tú me convertiste en esto! – se irguió repentinamente y se frotaba los antebrazos con fuerza como si estuviese sucio. Su mirada mostraba desesperación y desaprobación a partes iguales. Lo que obviamente ratificó el motivo de su odio hacia mí y hasta logró hacerme sentir miserable al querer matarlo. Parecía que la presencia de Carlisle estaba influyendo de alguna manera en mí de nuevo. – Estoy condenado a vivir con esta maldita sed toda mi vida. ¡Si es que esta mierda de existencia se puede llamar vida! No duermo, no siento ni frío ni calor, la comida no me sirve de nada y necesito matar seres para poder mantener a raya al monstruo que llevo adentro. – de pronto comenzó a reírse de una forma inquietante e histérica. - ¿Sabías que a pesar de todo jamás he matado un ser humano? Me niego a perder el último atisbo de humanidad que me quitaste. ¡Me niego!
-          ¡No fui yo quién te convirtió, Jacob! No seas absurdo. Yo no te quería transformar en esto. Simplemente te quería fuera del camino. ¡Tanya fue la que te usó! Mi error en toda esta ecuación sería mi jodido narcisismo, pero no me achaques culpas que no tengo.
-          Pero fue por tu culpa que ella me volvió….esto. Me arrastró con ella a su casa en Denali con la excusa de que ahí estaríamos tranquilos hasta que llegase el momento perfecto de vengarnos de ti. Así que permanecimos allí solo unas dos semanas y luego nos mudamos a su escondite en New Hampshire, una sencilla cabaña en el bosque a cinco kilómetros y medios desde tu “hogar, dulce hogar”. Cerca de ti pero lo suficientemente lejos del alcance de tu don. También tuvimos el cuidado de alejarnos de los senderos por donde solías salir de caza junto con Bella. Pero nos facilitaste las cosas el día de tu discusión con ella. Sí, ese día te estábamos vigilando más carca de lo que crees y en los límites de tu poder; supongo que es beneficioso que Tanya haya sido una acosadora excelente y minuciosa; así que cuando ella se escapó la seguimos por el bosque. Tanya insistía en eliminarla del mapa de una vez… - tragué grueso al darme cuenta que por mi estupidez había puesto en juego la vida de Isabella. – Pero yo le expliqué  que sería mejor esperar a ver cuál sería su movimiento, entonces se topó con Alice y Rosalie, lo que nos retrasó un poco más los planes. Aún así, le seguimos el paso hasta llegar a esta ciudad. Nos hospedamos en Forks Motel, y espiábamos a la “familia feliz”. Teníamos la certeza de que vendrías a por ella porque no solo estabas obsesionado con Bella, se veía que sentías mucho más por ella; pero por supuesto que un ser tan malditamente egoísta como tú no podía mostrarse vulnerable. Imagino que aún ni siquiera le has dicho que la amas. ¡Ja! Tu cara lo dice todo. Eres un maldito cobarde.
Lo era. En eso tenía toda la razón, puesto que ahí estaba enfrentando a muerte a alguien a quien creía mi enemigo porque quería apartarla de mi lado y aún así, después de todo lo que ella y yo habíamos pasado; peleas, reconciliaciones, sexo, y muchas cosas más; no le había dicho lo más importante. Que la amaba. Que si moría en ese instante me pesaría el no haber hecho las cosas mejor en muchos sentidos. Y además…todavía no le había pedido perdón…el perdón que ella se merecía. Ni tampoco a Carlisle…
Jacob se puso en guardia de repente y fue tarde cuando vi que Bella lo embestía lanzándolo hacia atrás con una fuerza tal que abrió un surco en la tierra que parecía como si un sismo de gran magnitud hubiese abierto la tierra. Lo miraba con furia y aunque me deleité por un segundo con su actitud protectora, tuve que reaccionar con prontitud porque el bastardo decidió olvidarse de que habían sido amigos antaño.
“…Ahora ella también es una abominación…está de su lado…debe morir”
Intercepté el golpe que iba dirigido a la cabeza de Isabella y que fue capaz de hacerme tambalear, oportunidad que el jodido chiflado de Jacob utilizó para arrancarme un brazo y hacerme aullar de dolor. Escuché como la extremidad caía al suelo. Había sido el derecho. De donde me había arrancado los dedos apenas unos momentos atrás. Bella bufó con rabia y dolor ante la escena.
Intenté defenderme pero giró con suma presteza, tomándome desprevenido y usando a su favor mi desconcierto por las heridas sufridas; entonces tomó mi cabeza entre sus manos; aferrándola con fuerza desmedida. Tan solo necesitaba dos movimientos y me habría extinguido de la faz de la tierra.
-          Haces un atisbo de movimiento, Isabella Marie Swan; y le arranco la cabeza a tu amado fenómeno. – su voz era la que empleaba un maniático; incluso cuando sonreía de aquella manera tan estridente. Su sonido era como el de uñas en la pizarra. - ¡Así que retrocede de una puta vez!
Ella entrecerró los ojos y lo miró con incredulidad y desprecio a la vez.
-          ¿Te has visto en un espejo últimamente, Jacob? ¡Tú también eres uno de nosotros…
-          ¡No! ustedes son unos monstruos! ¡Ustedes, no yo! ¡Yo no quería esto!...
-          ¡Y aún así lo eres! – le gritó. Su cabellera ondeaba al viento que anunciaba una lluvia próxima. Lluvia que quizá apagaría las llamas del auto volcado, puesto que todavía no se escuchaban ambulancias alrededor. Quizá si aparecieran el vampiro maniaco por problemas de identidad se espantaría y saldría corriendo, pero eso sería pedirle demasiado a mi ya sellado destino. Tenía mi boleto directo y sin escalas para el lugar en donde quiera que yacieran las almas de los bastardos más egoístas y narcisistas del mundo. – ¿Te atreves a decirle a él monstruo y tú eres el que está sujetando su cabeza para arrancársela de los hombros sin piedad? ¿Quién es aquí realmente “la aberración”, Jacob? Porque según a como yo lo veo, eres tú el que debería ser eliminado.
A pesar de la rabia contenida en sus palabras, hizo lo que él quería. Sus ojos brillaron de una manera que sugería que si hubiese humana estaría llorando en ese lugar y momento preciso. Entonces comprendí que estaba en donde merecía estar: por haber robado el brillo de humanidad de un ser tan transparente como Bella, por haber abandonado a quien había sido el padre que había necesitado tener. Al que le debía lo poco bueno que había en mí, y eso la incluía a ella, a quien me devolvió a la vida cuando estaba muerto en vida.
-          Te amo… - le susurré cuando vi en la mente de Jacob que iba a hacer el primer movimiento, en el que me desencajaría la cabeza de la columna vertebral. Con el segundo, tiraría de esta y finalmente todo acabaría. – Y siento todo lo que te hice. Incluso existir. – cerré los ojos y acepté que el desenlace de la historia, el final del camino, y el resto de mierdas que se decían en situaciones afines; estaba encima de mí con ganas de terminar de descuartizarme.
Sentí un tirón y perdí la vista. Escuché el grito desgarrado de mi Bella y eso fue todo.
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Nada de luces blancas al final del túnel oscuro, ni voces cálidas instándote a pasar al “País de los acostados” con el Ave María, ni trompetas siendo tocadas por arcángeles…No. No había nada de eso para mí en el “otro lado”. Solo oscuridad. Sentía los músculos del cuerpo como si pesasen una tonelada, y a pesar de eso me sentía cómodo, liviano…como si estuviese en una especie de limbo.
No podía ver nada aunque lo intentaba con todas mis fuerzas. Todo era oscuridad y esa jodida sensación ingrávida que la acompañaba. Tal vez en una media hora comenzaría a sufrir un ataque de pánico, y sería entonces cuando me daría cuenta de que este era mi infierno personal. Suspendido en la nada, acompañado por nadie.
Sin ella…sin Bella.
Tendría eso bien merecido. Había matado: violadores, pederastas, asesinos, golpeadores, narcotraficantes; había mentido, había robado; había arruinado vidas. Aunque en realidad solo me importaba una en especial, por lo tanto un numerito a lo ¡Dios – por – qué – a – mí! No me quedaría nada bien. Aceptaría lo que me tocara de buen modo hasta donde me lo permitiera la cordura.
-          Edward. – la voz de mi Bella comenzó a retumbar contra las paredes inexistentes de aquella oscuridad. – Edward, ¿me estás escuchando?
-          Sí. Ya lo debería estar haciendo. – reconocí esa voz. Era Alice. ¿Pero en donde estaban? ¿Por qué no podía verlas…?
Me comencé a recobrar la conciencia sobre las distintas partes de mi cuerpo. Moví las piernas probándome a mí mismo que no estaba en alguna especie de pesadilla o alucinación del “más allá”. Parpadeé y pude notar como las imágenes comenzaban a tomar forma delante de mí. Isabella y Alice estaban justo delante de mi campo de visión, bloqueándome la vista de cualquier cosa que no fuesen ellas y sus hermosos ojos amarillos. La primera estaba a mi derecha y la segunda a la izquierda. Levanté el…
Me erguí de golpe y las miré desconcertado antes de luego volver mi vista a mi lado derecho que…estaba vacío. No había brazo. No había nada, solo un hombro redondeado del que no guindaba absolutamente nada.
Me toqué el lugar donde solía estar mi extremidad y todo el ambiente se cargó de tensión.
-          El área cicatrizó antes de poder juntarla con el brazo. Lo siento, hijo. – Carlisle soltó a Esme que lo tenía asido por la cintura mientras me miraba con pena y preocupación sinceras. Su mente divagaba entre miles de posibles comentarios de aliento que quería expresar pero que al final no se atrevió a hacerlo. En el fondo se lo agradecí; podía haber estado en proceso de ser un ser más ameno pero acaba de regresar de la muerte. De nuevo, y no por hacer una nueva transformación sino por haber escapado de las garras del homicida demente de Jacob Black, cosa que aún no me explicaba. Dio unos cuantos pasos hacia mí con cuidado, puesto que no quería sobresaltarme o hacerme sentir intimidado. – Hubiese querido hacer más por ti.
Entonces una secuencia de hechos me hicieron comprender lo que antes no podía…o no sabía; sería más acertado de decir en este caso.
Carlisle había llegado con Jasper justo en el momento en que Jacob me había desprendido la cabeza de la columna vertebral y procedía arrancarla de mis hombros de un mordisco. Ciertamente clavó sus dientes en mi garganta pero un golpe seco lo mandó lejos de mi cuerpo que cayó laxo al suelo como en una especie de cámara lenta con la cabeza pendiendo hacia atrás de manera antinatural. Carlisle bufaba rabioso mientras me tomaba en brazos y me examinaba. Hale por su parte se lanzó contra Jacob pero no pude más que notar gruñidos y desgarros, así como sonidos secos provenientes de los golpes que se estaban regalando aunque no sabía quien salió peor parado.
-          Te vas a poner bien, hijo…- tomó mi cabeza entre sus manos y con un sonido tétrico la encajó donde debía…al menos esta dejó de guindar de manera horripilante. Luego dirigió su vista al hombro que ya estaba totalmente cicatrizado…
-          ¡Mierda! – gruñó exasperado. Era la primera vez en más de medio siglo que escuchaba a Carlisle decir alguna grosería y lo había hecho en un momento de desesperación por no poder ayudarme. Los ojos me escocieron cuando comprendí que tenía sentimientos de culpa al sentir que me había fallado al no poder protegerme…
-          ¡Nunca toques lo que es mío!
Un grito interrumpió el hilo de pensamiento de mi padre, él giró su cabeza y vio que mientras Jasper sostenía a Jacob Black con los brazos doblados de manera dolorosa hacia atrás, Bella había rodeado el cuello del demente con sus manos que tenía engarfiadas y le arrancó la pieza de los hombros sin necesidad de morderlo. La dejó caer al suelo y la vio con asco…
Me estremecí por dentro al verla tan letal y protectora. Tan…mía.
Ella se aproximó con desespero a donde estábamos, entre tanto Jasper se sacaba un Zippo del bolsillo izquierdo antes de dejarlo caer en el cuerpo de Black que ardió sumamente pronto inundando el ambiente de un desagradable olor a incienso de iglesia y caucho quemado.
El sonido de unas sirenas llamó la atención de todos.
Hale se volvió hacia nosotros con vehemencia:
-          Se aproximan las patrullas de las que nos previno Alice.
Carlisle me tomó en brazos y salió disparado con Bella y Jasper pisándole los talones.
La escena se interrumpió.
Supe que él había hecho esta rememoración de hechos para que supiese lo que había pasado en realidad, y se lo agradecía inmensamente; eso sin contar lo mucho que había hecho por mí en ese momento en el que estaba más muerto que vivo en el sentido más literal e irónico.
Clavé mis ojos en Carlisle con la garganta apretada.
-          Gracias…por absolutamente todo. No solo por salvarme la vida esta vez, sino por hacerlo cuando esa Fiebre Española me estaba matando en 1.914, lo había perdido todo y tú decidiste hacerme parte de tu familia…- escuché el gimoteo de Esme quien estaba conmovida, Alice sonreía con autocomplacencia al estar segura de que gracias a ella las cosas ahora estaban en su sitio, Jasper oscilaba su mirada entre la cara de idiota que ponía cada vez que veía a la individua antes mencionada y una expresión de agradable consternación al estarme escuchando decir lo que hacía mucho tiempo debía haber dicho. Bella; mi todo; estaba a mi lado en silencio, con su mente que seguía siendo un misterio para mí pero que sus ojos delataban. Estaba emocionada y asía mi ahora única mano entre las suyas estrechándolas de tanto en tanto y sonriéndome como si yo fuese lo más hermoso del mundo para ella. Muy a pesar de estar incompleto…- Lamento haberte hecho daño al abandonarte y también haberte tratado como si me hubieses robado algo…- clavé mi mirada en Bella – cuando lo único que hiciste fue hacer lo que yo debía, cuidarla.
Isabella se sentó a mi lado y posó su cabeza sobre mi hombro, seguí apretándome la mano. Carlisle rodeó la cama y se colocó a mi lado izquierdo, se inclinó sobre el colchón y en un gesto paternal me besó la mejilla.
-          No importa que te hayas ido ni tampoco el porqué. Estás aquí, conmigo, eso es lo único que cuenta. – me sacudió por la nuca con una emoción desbordante en su mirada amarilla color citrino. – No me des las gracias por salvarte, un padre haría lo que fuese por su hijo. Bienvenido a casa de nuevo, muchacho. – volvió a zarandearme la nuca y se puso en pie dedicándome una tierna sonrisa.
Se acercó a Esme y la abrazó por la cintura arrastrándola hacia fuera para ir concediéndome privacidad. Alice se acercó a Jasper y le tocó el antebrazo de manera tímida antes de que él le tomase de la mano antes de dirigirse a la puerta también.
-          ¡Hey, Hale! – le grité para llamar su atención, cuando giró la vista le hablé con sinceridad. – Te agradezco todo lo que hiciste. Eres el primero que he considerado amigo, lamento haberme tardado tanto para admitirlo.
Él sonrió conmovido por un momento y luego me dirigió una sonrisa más sarcástica. Muy a “nuestro estilo”.
-          No me digas que la “casi muerte” te puso cursi. Ahórranos estos momentos empalagosos para cuando estemos solos. Haces que mi reputación y sexualidad se vuelvan dudosas.
-          ¡Cabrón!
-          Si. Ese es el Edward que me agrada. – todos los presentes nos carcajeamos antes de que Bella y yo nos quedásemos a solas en un cuarto que parecía dispuesto para posibles visitas en la casa de los Cullen.
Clavé mi mirada en la suya y le sonreí.
-          Bueno…creo que eran los últimos ya que la rubia odiosa no ha aparecido por aquí. A lo mejor no le gustó mucho el hecho de que me salvaran. ¡Ouch! ¿por qué me golpeas?
-          Porque si bien es cierto que Rosalie no es tu fan número uno, estuvo muy preocupada mientras nosotros  estuvimos en el bosque. De hecho, cuando Alice se fue de allí; luego de acabar con Tanya; para traer el coche a casa para no dejar rastros de los Cullen en ese accidente en la Willow Creek…- Ahhhh, así que por eso la enana se había desaparecido. Había visto que venían las patrullas. Condenada genio. Con razón estaba sonriendo tan ampliamente. – Llamó a Carlisle y a Jasper para avisarles el punto exacto donde estábamos; si no hubiese sido por ella…
Ambos nos estremecimos al pensar en las consecuencias de que tanto mi padre como mi amigo hubiesen llegado unos segundos más tarde.
-          El punto es que Rose salió disparada hacia el bosque aunque para cuando se encontró con nosotros ya íbamos de regreso.
Así que la Barbie de Hielo había ido a ayudar. Sentí una especie de remordimiento por ella.
-          Vale. Siento ser tan ligero de lengua le dije a Bella y apoyé mi mejilla sobre su cabeza. ¿Por cierto en dónde está?
-          Salió de caza. Ya le tocaba. Me imagino que ya debe de estar por volver.
Respiré profundo, inhalando un extraño remanso de paz que hacía mucho no tenía. Me llevé la mano a la garganta que me escoció por un momento…¡tenía una cicatriz inmensa allí con forma de media luna! Con incredulidad y pena solté una risotada que no tenía nada de feliz. Bella levantó la cabeza de mi hombro y me miró con preocupación.
-          ¿Qué ocurre?
-          Al fin soy el reflejo del monstruo que siempre he sabido que soy.
Ella me miró atónita un segundo antes de rodear mi cara y besarme con ternura apremiante.
-          ¡Creía que te había perdido! ¿acaso crees que tus cicatrices en un monstruo? Porque para mí eres aquel que arriesgó su propia vida con tal de ponerme a salvo. No diré que no importa lo que hiciste en el pasado; porque no es así. pero eso me hace valorar hoy mucho más lo que pusiste en juego por mí. – entonces lo dijo por primera vez. – Te amo. Amo incluso a ese “monstruo” que dices ser. Te lo dije una vez y te lo confirmo: no quiero un santo, solo quiero al chico malo, tierno y apasionado del que me enamoré. Lo demás no me importa como venga.
-          ¿No te importa que no sea… – la palabra “hermoso” se me hacía demasiado marica como para pronunciarla. Toqué la cicatriz que tenía en el cuello y luego recorrí el lugar donde solía estar mi brazo derecho. - …como antes?
Ella meneó su cabeza de lado a lado negativamente y con sus ojos brillando con pena y adoración a la vez.
-          Lo único que me importa es que te quedaste conmigo y así será por el resto de la eternidad, como siempre quisiste que fuera. Y como yo ahora también lo deseo.
Deseé decirle que la amaba más que a nada en este y cualquier mundo que pudiese existir. Que aun cuando me creía muerto y había escuchado su voz sentía que quería vivir solo por estar con ella. Que había revivido lo poco bueno que había en mí y que la admiraba por ser tan fuerte como para dejarme cuando me lo merecía y tan compasiva como para perdonarme a pesar de todo lo que le había hecho.
Al final solo le dije…
-          Siento que solo tenga palabras para pedirte disculpas. Quisiera expresarte mi amor de mil y un formas que no sé si como hacerlo.
-          Entonces dime solo eso.
-          ¿Qué te amo?
Asintió.
-          Con eso me basta y me sobra. Ahora bésame.
Sonreí contra sus labios y la besé con ternura. Ya conocíamos la pasión recalcitrante, la necesidad corrosiva, pero jamás le había amado como correspondía…
-          ¿Puedo hacerte al amor, Isabella Marie Swan? – le pregunté junto sus comisuras.
Me besó de nuevo y delineó mi labio inferior con la punta de su lengua.
-          ¿Puedo hacértelo yo a ti?
Asentí y la tendí sobre la cama trastabillando un poco y haciéndole caer no muy delicadamente por mi nueva descoordinación.
-          Lo siento. Es que… el brazo…- colocó un dedo sobre mis labios.
-          Está bien. No pasa nada, cielo. Ya nos acostumbraremos. – y volvió a besarme introduciendo su lengua en mi boca para silenciarme. Y me gustó; porque no dijo ninguna frase del tipo lastimera y exacerbante como lo sería “esto no te ha cambiado” “velo como un nuevo tú” o mierdas así. solo dijo lo que sería nuestra realidad. Aprender a lidiar con mis “nuevas características físicas”.
Me coloqué sobre ella y me recargué sobre el antebrazo izquierdo mientras le besaba los labios, el cuello el escote en v de la camiseta de algodón gris que tenía en ese momento. Sus dedos acariciaban mi cuero cabelludo excitándome de una manera sutil, descendió por los costados de mi cara, me tensé cuando pasó por mis hombros pero me ignoró y siguió hasta mi cintura, introdujo la mano por donde terminaba la franela y fue retirándomela poco a poco. Me tuve que arrodillar en el colchón para retirármela y dejarla caer al suelo. Ella pudo haberme ayudado pero sabía que lo último que necesitaba en ese momento; eso también se lo agradecí en mi interior.
Pieza a pieza nos fuimos desnudando, repartiendo besos de manera intermitente en distintos lugares que iban quedando a nuestra disposición luego de librarlas de la ropa estorbosa. Al final me cerní sobre su cuerpo desnudo. Totalmente pegado a cada cuerva introduje mi mano entre nuestros cuerpos y le acaricié los labios íntimos que ya rezumaban humedad. Tracé círculos; a veces rápido, a veces lentos; todo dependía de su nivel de excitación. Cuando estaba al límite la obligaba a retroceder y volvía a encenderla. Sin poder controlarme, mientras le masturbaba con mis dedos también le acariciaba con mi sexo hinchado.; torturándonos así a ambos a la misma vez. cuando ambos estuvimos muy cerca del precipicio del placer de nuevo retiré mi mano y me apoyé en el codo para estabilizarme y en una coordinación tácita de deseos Bella tomó mi erección entre sus dedos, me colocó en su entrada instándome a penetrarla. Lo hice pero con mucha delicadeza y lentitud. La punta del glande…la mitad de mi pene erecto…la base rígida y tensa de mi miembro. Ambos jadeamos cuando ya no quedaba más espacio entre nosotros. Uní mis dedos con su mano y me sujeté con fuerza para empezar a embestirla con suavidad. Ondulando mis caderas en cada penetración como una serpiente en el desierto de arenas calientes. Tan calientes como ese centro suyo que me abrazaba exquisitamente el sexo. Jadeé su nombre algunas veces, ella hizo lo mismo. Me dijo que me amaba, le prometí quedarme para siempre con ella y cuidarla. Rodamos hasta que ella quedó encima, moviendo su caderas de adelante hacia atrás con delicada sensualidad.
Me sentí tentado a tocar sus pechos pero indicaría que debía soltar su mano y no quería hacerlo, así que me levanté y lamí sus pezones a mi antojo haciéndola estremecerla de pies a cabeza, haciéndome disfrutar de dichos estremecimientos por las deliciosas sensaciones que me provocaban. La ternura fue cediéndole el paso a la urgencia, quien aceleró los movimientos de ambos en busca de esa liberación que se había tardado tanto en llegar. Nos encorvamos y gemimos cuando el éxtasis nos barrió mezclando nuestras esencias en donde nuestros cuerpos se unían. Clavó sus uñas en mi mano pero no me importó.
Al fin estaba donde tenía que estar y cómo deseaba estar. Siendo amado sin importar mis defectos. Tanto por mi compañera como por mi recién recuperado padre. Eso sin contar la promesa de una familia en la eternidad. Sin duda era más de lo que esperaba tener algún día.
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-          ¡No quiero esa mierda rosa! – espeté con decisión al ver el tono que Alice deseaba poner en las cortinas de la cabaña. - ¿quién crees que va a vivir en la cabaña? ¿el jodido RuPaul?
-          Edward…ese vocabulario de cloaca…
-          ¡Pero Carlisle…! ¿es que acaso no ves que tu hija quiere convertir mi futura casa en el hogar de Barbie? Yo me opongo. – mi padre suspiró con una sonrisa y se dio por vencido, mientras que Alice, Esme, Bella y yo decidíamos los por menores de la decoración de la cabaña.
-          ¡No es rosa, ignorante! Es color salmón primavera.
-          Suena más gay cuando lo dices así.
-          Esme, haz el favor de explicarle al cavernícola que tienes por hijastro que no es lo mismo. – replicó Alice tirando el retazo de tela contra el resto de las telas entre las que estábamos decidiendo.
La dulce esposa de Carlisle se rió y tomó un precioso tono de azul grisáceo.
-          ¿Este te gusta, Edward? – asentí. – Pues ya tenemos un finalista
-          ¡Estás en mi contra, Esme. No es justo!
-          A mí me gusta el color.
-          ¡Entonces tú también lo estás, Bella! No puedo con esta gente tan básica y predecible en cuanto a decoración. – se enfurruñó en el sofá y nos miró a todos con cara de pocos amigos. Claro eso fue antes de que sus pensamientos se viesen interrumpidos por una Rosalie cubierta de sangre, escena que disfrazó automáticamente recitando para sí la receta de un creme bruleé. Fruncí el ceño con recelo y viéndola con cara de exijo – una – puta – explicación – como – AHORA – MISMO. No es que amara a la rubia pero mínimo le debía lealtad por…
La puerta se abrió de un golpe violento que nos hizo ponernos en pie. Incluso  Jasper que estaba metido en su laptop ajeno a los que hacíamos todos hasta ese momento.
Rosalie irrumpió en la sala de estar y colocó a un humano seriamente herido sobre el sofá. Su cara estaba rasguñada levemente pero con unos cuantos hematomas. Sus brazos eran otra historia, al igual que sus piernas que tenían claros zarpazos de un oso. Había perdido mucha sangre, se notaba en la palidez de su tez. Medía casi dos metros y era corpulento, iba vestido con los harapos de lo que antes del ataque había sido ropa de caza. Su cabello era negro y con unos pequeños rizos.
 El hambre me quemó en la garganta cuando clavé mis ojos en la fractura abierta que desfiguraba su tibia derecha así. Carlisle mantuvo la calma como si tuviese en frente un pedazo de pan duro, a diferencia de la mayoría de nosotros que peleábamos con el instinto vampiro y los principios en los que mi padre había creado la familia.
-          Ayúdalo…sss…sálvalo, Carlisle. Por mí. – Rosalie lo miraba con profunda preocupación y pena. No lo dejes que muera, por favor.
Él se puso inmediatamente a inocularle ponzoña en los lugares donde el pulso aun corría pero de manera débil.
Miré a Alice y le hablé con los labios aprovechando el foco de distracción de los demás.
¿Esto fue lo que viste?
Si.
¿Y por qué no le dijiste nada a Rosalie cuando salió de caza?
Ella clavó su vista furtivamente sobre mi hombro sin brazo y me dijo:
No siempre debo decir lo que veo. A veces debo dejar que las cosas sigan su curso para que la persona pueda sacar algún aprendizaje de esto. O evito que le dé miedo enfrentar el futuro que a la larga es mejor para esta.
Entonces miré a Bella, quién estaba al borde de perder los estribos. La veía, y en ella todo lo que habíamos pasado. Quizá si alguien me hubiese avisado todo lo que el camino escabroso me deparaba hubiese reculado y ahora me encontraría recluido en mi casa – prisión de Coldwater. Comprendiendo el punto de vista de la enana – sabelotodo, tomé a Isabella del codo y la empujé hacia la puerta.
-          Vamos a casa de Jasper, Bella. Creo que esto le tomará un rato a mi padre y no nos necesitarán por allá. – volví mi tono más sombrío. – Además se me ocurre algo que me gustaría verte puesto que traje desde New Hampshire.
-          ¿Qué es? – me preguntó súbitamente interesada pero no del todo distraída del repentino acontecimiento.
-          Hay un baby doll negro y transparente de Victoria´s Secret que pide que lo rellenes.
Me miró a los ojos…
-          Hace mucho que no lo veo.
-          Claro que no. yo lo robé cuando te acosaba.
-          Eres un descarado.
-          Oh, amor. Cuéntame algo que no sepa- dije con descaro antes de reír.
Se inclinó sobre mi oído y lamió el lóbulo de mi oreja antes de hablar de nuevo y hacerme excitar en una milésima de segundo.
-          Lo que no sabes es que las bragas están diseñadas para que no tengas que quitármelas para penetrarme
Gruñí y prácticamente la arrastré hacia la casa de Jasper.
Había ciertas cosas que aún no sabía pero que tarde o temprano averiguaría. La primera, saber cómo carajos haría lo de las bragas como me decía Isabella. La segunda, saber el porqué no puedo leer su mente y tercero, enterarme de si ese humano de Rosalie lograría sobrevivir a la transformación.
Porque si alguien sabía cómo traer a alguien de las garras de la muerte ese era mi padre, Carlisle. El hombre que me transformó y por el cual ahora estaba donde estaba. Con el amor de mi vida en camino a realizar mi fantasía más anhelada.
¿FIN?

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OMG NO LO PUEDO CREER!!! DIOSSSS POR FIN!!! Me alegro hoy de poderme despedir de mi Malote, a la 1:05 am (hora Venezuela) del día 29/04/12.
No tengo más palabras que de agradecimiento para ustedes, chicas. Las que han apoyado esta historia. Las que han alimentado el alma de esta autora con sus comentarios dejados en cada actualización de ADO. Por eso y mucho más…GRACIAS!!!!!! Por leerme y soportarme.
Mi primer agradecimiento es para Las Hinchas de esta historia mi María Alejandra Rojas Ruiz y Emma Emmav, por obligarme a no olvidar esta historia. A Rochii, mi Beta y mano derecha y finalmente pero no menos importante a Lullaby que fue por quién esta historia se hizo fic, ya que para las que no lo sepan originalmente era una viñeta de concurso en el blog de la autora ya mencionada.
Gracias por darme la oportunidad de expresarles mis desviaciones mentales…
Les quiere y les adora…

*Marie K. Matthew*







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