NOCHE DE SAN JUAN Capitulo 7

EL COMIENZO DE LOS CULLEN

Aquel día había sucedido como en una nebulosa desde el mismo comienzo. Con Alice mareándome con el vestuario y el maquillaje, pasando por la aparición de Edward en mi habitación, la fiesta... y lo que tenía más claro, lo que acababa de suceder apenas unos minutos.

Y aquí estábamos. Edward recostado en el cabecero de la cama fumando un cigarrillo, mientras mi cabeza estaba recostada en su pecho escuchando el latir pausado de su corazón y mis dedos jugueteaban con el vello que tenía al rededor del ombligo. Una de sus manos descansaba en la parte baja de mi espalda que de vez en cuando acariciaba. Realmente no me hacía demasiada gracia que mi habitación oliera a tabaco, pero como negarle nada. Debería ser más dura pensé, pero para qué, no sabía cuanto iba a durar aquello y por una vez en mi vida quería sentirme feliz, deseada, aunque solo fuera sexo, pero menudo sexo... esperaba que durase lo suficiente para poder recordarlo el resto de mi vida.

En el momento que entró esta tarde en mi cuarto y me levanté para enfrentarle, todo dejó de ser real. Mi voluntad quedó anulada en el mismo momento que lo vi, con su traje color arena sport, con las manos en los bolsillos, que parecían llenos de cosas, su camisa blanca que por una vez iba por dentro de sus pantalones y abrochada hasta el penúltimo botón dejando asomar tan solo unos pocos pelos en la base de su cuello... iba perfectamente afeitado y me pude dar cuenta que nunca me había fijado en que tenía el mentón partido, supongo que por que siempre iba con barba de varios días. Llevaba el pelo peinado casi son raya a un lado pero sin marcar y engominado, con el flequillo ligeramente levantado. Mientras me hablaba no podía dejar de mirar aquellos ojos que tanto cambiaban con la luz y que ahora eran de un perfecto verde esmeralda, como me iba a negar a ir con él, hasta el mismísimo infierno si hiciera falta.

• Cuéntame como se conocieron tus padres, quiero oír su historia.
• Lo se, pero es un autentico culebrón, te lo aviso.
• No me importa, te escucho.
• Hay cosas que seguramente te van a sorprender.
• Estoy preparada para lo que pueda ocurrir – reí.
• Bien, entonces escucha y no me interrumpas – me dijo a la vez que me hacía cosquillas con su mano en mi costado, yo me retorcí y el apagó su cigarro y besó mi pelo.
• Se conocieron aquí, por eso compraron el apartamento, como un tributo a sus comienzos y por que esto les encanta claro. Mi padre era estudiante de arquitectura de tercer año y mi madre de decoración.
• ¿Cómo tu y yo?
• Te dije que habría cosas que te sorprenderían y también que no me interrumpieras – me contestó con fingido enfado.
• Lo siento, continua.
• ¡Las preguntas al final del relato por favor! - volví a reír y el continuó.
• Ella era una chica de buena familia que pasaba sus vacaciones con unas amigas y él un camarero de verano que se esforzaba por sacar dinero para continuar sus estudios. Una noche que ella visitó el bar donde mi padre trabajaba hubo un altercado en el que una de las amigas de mi madre se vio implicada. Un desconocido intentaba algo más que que bailar con la chica y hubo una pelea entre ellos, mi madre se acercó a la barra a pedir ayuda a mi padre, que saltó de la barra para ayudar a la chica y avisar al de seguridad. Conectaron desde ese mismo momento, me decían que no podían dejar de mirarse, mi madre se quedó en la barra hasta que el bar cerró al amanecer dejando que sus amigas se fueran sin ella. Mi padre le acompañó hasta su apartamento y quedaron en verse por la tarde antes de que él comenzara de nuevo su turno. Así día tras día, se enamoraron y no dejaban de hacer planes para poder mantener su relación después del verano, ella había decidido cambiar el lugar donde estudiaba para mantenerse cerca de él ya que para mi padre era imposible cambiar de universidad ya que no se lo podía permitir. Llegó el día de la separación, se intercambiaron direcciones, teléfonos e incluso alguna prenda de vestir. Se llamaron al principio con asiduidad hasta que ella le dijo que sus padres se negaban a cambiarle de escuela, la frustración se apoderó de ellos, sobre todo de mi padre. En un momento dado mi madre dejó de llamarle y tampoco se ponía al teléfono, tan solo recibía cartas de ella diciéndole que sus padres no la dejaban comunicarse con él. Un día dejó incluso de recibir esas cartas también pero no se dio por vencido y la llamó hasta que se puso su madre y le dijo que Esme ya no vivía en casa, que se había trasladado de ciudad por una temporada para cuidar de una tía.
• ¿Y eso? - un gruñido hizo que cerrara mi boca haciéndole un gesto de que continuara.
• Mi madre estaba embarazada de mí.
• ¿Cómo?
• Lo que oyes.
• Pero ¿por qué no se lo dijo a tu padre?
• No lo se, dímelo tu que eres una mujer Bella. ¿Tu harías lo mismo?
• ¿Yo? Pero nosotros...
• Bella, si tienes alguna falta ¿me lo dirás? Recuerda nuestra primera vez. No quiero que te encuentres en una situación desafortunada por mi culpa.
• Bueno Edward - Le dije algo dolida por lo de desafortunada, aunque sabía que tenía razón – la culpa sería de los dos.
• Lo se, por eso quisiera ser participe de ella.
• No te preocupes, te informaré de si tengo algún retraso, pero hice cálculos y estoy casi segura que estaba fuera de peligro.
• Bien, aun y todo...
• Si, si. - que tonta era, debería sentirme halagada de que el que hasta ese día fuera mi amante desconocido, fuera considerado conmigo.
• ¿Continúo?
• ¡Por supuesto!
• Mis abuelos querían que mi madre me diera en adopción ya que para cuando se dieron cuenta de su estado, que ella hábilmente ocultó, ya era demasiado tarde para que abortase. Así que la llevaron a una residencia de madres adolescentes en la que donaron una buena cantidad de dinero para que la atendieran a pesar de su edad, no tenía el perfil requerido ya que la mayoría eran chicas de entre 15 y 18 años, y mi madre estaba por cumplir los 20. Ella ya había expresado su deseo de quedarse conmigo, pero sus padres eran implacables y dijeron que no lo consentirían. No la dejaban ponerse en contacto con el exterior, e intentó escaparse un par de veces y acabaron aislándola, no dejándola que se comunicase con el resto de las chicas y con personal contratado exclusivamente para vigilarla. Sufrió mucho ¿sabes? Así que se aferró a una única idea, yo. Acabó por embaucar al médico que la trataba para que no accediera a los deseos de sus padres, que ya no era una niña y podía decidir por su futuro. El médico lo sabía y le daba su apoyo. Llegó el momento del parto. Fue difícil, yo era muy grande y mi madre muy estrecha, hubo complicaciones, mis abuelos fueron avisados cuando las cosas ya estaban bastante mal, al no tener los medios para practicarle una cesárea decidieron llevarla al hospital más cercano, pero para cuando llegaron mi madre estaba muy débil y había perdido mucha sangre y los intentos de que saliera de forma natural le habían dañado por dentro. Le practicaron una cesárea de urgencia, al estar en un hospital público el doctor informó de su situación a los servicios sociales para que la ayudasen frente a sus padres que la querían obligar a dejarme en adopción a pesar su negativa, sobre todo después de darse cuenta de que mi madre a causa del parto ya no podría tener más hijos.
• ¡Dios mío! Si que es todo un drama, pobre Esme.
• Lo fue si. Ella se aferró a mi con uñas y dientes sobre todo al saber que jamás volvería a ser madre de nuevo. Mi abuela a pesar de entenderla tenía demasiados prejuicios sociales y le negó la entrada a su casa conmigo, pensando que así la niña mimada y consentida que era se lo pensase mejor. Pero ella no accedió y se encontró sola con un recién nacido. Fue valiente y se puso en contacto con una hermana de mi padre que siempre le había tenido bastante aprecio, que la ayudó en la sombra hasta que se pudo instalar en un apartamento compartido y conseguir un trabajo de camarera en una cafetería a media jornada mientras me dejaba en una guardería. Fue muy valiente por que a pesar de que no tenía grandes esperanzas de volver a ver a mi padre se instaló en la misma ciudad donde el estudiaba, diciéndose a si misma que quizás algún día pudiera volver a verle, aun sabiendo que un estudiante sin recursos no podía hacerse cargo de una mujer y un bebé y lo entendía, además habían pasado varios meses sin tener noticias el uno del otro y ya ni siquiera se atrevió a llamarle y contarle su situación y comprometerle. Pasó el tiempo, yo ya tenía por lo menos 5 meses y un cliente habitual de la cafetería comenzó a interesarse por mi madre. La invitaba a salir pero ella siempre se negaba con alguna excusa, hasta que un día estando conmigo en el parque se encontró con él. Cuando se dio cuenta de la situación de mi madre en vez de abandonar su empeño se volvió más insistente aun. Y un día fue a verla con varios colegas de la universidad entre los que se encontraba...
• ¡Tu padre!
• Exacto, era un estudiante de arquitectura que quería presumir de una conquista que en realidad no era tal. Cuando mi padre vio a mi madre casi tira la mesa en la que estaban sentados. Mi madre ni siquiera lo había visto y seguía sirviendo cafés y bollos hasta que el revuelo en la mesa y la discusión que oyó entre mi padre y su pretendiente fue más que audible. Cuando se encontró con la mirada endurecida de mi padre dice que se le cayó todo que llevaba encima manchándose y quemándose una mano con el café, una de sus compañeras se la llevó para curarle y cuando volvió a salir mi padre ya no estaba. En los siguientes días Aro...
• ¿Aro?
• Si Aro era su pretendiente, la siguió a todas partes pidiéndole explicaciones, pero ella se negaba a hablarle de Edward diciéndole que no era asunto suyo y que la dejara en paz. Hasta que un día la agarró de la cintura y la intentó besar a la fuerza y ella le pegó y le dijo que jamás se volviera a acercar a ella. Sin que ellos lo supieran mi padre les había estado observando, dice que apunto estuvo de matarlo cuando se dio cuenta de que en realidad mi madre no quería nada con él. Ella se marchó llorando, mi padre la siguió en la distancia y cual fue su sorpresa cuando la entrada del edificio en el que se había parado era una guardería, pensó que sería algún otro trabajo hasta que casi al instante salió con un carrito de bebés y sacaba de él a un niño al que comenzó a abrazar mientras volvía a romper a llorar de nuevo. Mi padre estaba muy confundido, cuando se sentó con el bebé en los brazos en un banco del parque que había en frente de la guardería ya no pudo resistirse más y se acercó a ella.- Se me puso la piel de gallina.
• ¿Tienes frío?
• No, es tu historia, me está dejando impactada – me frotó con su gran mano y me abrazó dándome calor a pesar de que no hacía frío, se lo agradecí.
• El caso es que cuando el la llamó mi madre casi sale corriendo al verse descubierta. Mi padre no era tonto y cuando se dio cuenta de su reacción sumo 2 y 2 miró al bebé y los abrazó a los dos. Hablaron de todo lo que había pasado de lo desesperado que se había sentido, de que seguía queriéndola y que no entendía por que no se lo había dicho. Ella simplemente le dijo que no quería que su carrera se viese afectada, cosa que con el tiempo ocurrió. Mi padre tuvo que dejar los estudios por que no podía mantener con su trabajo a su nueva familia y pagarse la carrera, dice que nunca se arrepentido de ello ya que al fin y al cabo sigue en el mismo mundo, aunque él no pueda firmar sus propios proyectos pero si construirlos. Y mi madre igual, su pasión era la decoración como tu, y sus ideas le viene de maravilla a mi padre, así que los dos ejercen pero en la sombra. Aro desde entonces ha intentado hacerle la vida imposible, se casó con la heredera divorciada de otro gran constructor que tenía un hijo que no has llegado a conocer hoy pero que ha estudiado conmigo arquitectura. Mis abuelos paternos son los únicos que he conocido ya que los padres de mi madre no es que no se hayan interesado por mi, que si lo han hecho, pero mi madre les castigó con su indiferencia y se ha negado a que nos conozcamos siempre.
• ¡Vaya! Se podría escribir un libro, cuantas personas se pueden ver afectadas por un simple descuido. Ahora entiendo por que tu madre se sorprendió al saber que estudiaba interiorismo.
• Si, supongo que se vieron reflejados en nosotros.

De repente empezamos a oír una especie de grititos mezclados con gemidos que procedían de la habitación de Alice.

• ¿Qué narices...?
• ¡Jajajajaajajaja! - se reía Edward - ese es Jasper disfrutando de un orgasmo.
• ¿Cómo? ¿y emite esos sonidos?
• Si, por desgracia los oigo muy a menudo pero dice que no lo puede evitar así que... si estos dos siguen juntos una temporada ya puedes ir acostumbrándote.
• ¡Madre mía! Que tío tan curioso.

Edward golpeó la pared de una manera muy singular, y enseguida oímos los bramidos de Jasper.

• ¡Jodete Edward!

Edward soltó una gran carcajada.

• Jasper, es el último día que están mis padres, ya sabes las normas, tenemos que irnos.
• ¡Joder, dame 10 minutos... serás cabrón! Bella ¿no puedes entretenerle un rato más?
• ¡Vete a la mierda Jasper!

Entonces comencé a deslizar mi mano bajo la sábana hasta llegar a la parte que justamente tapaba la sábana desde su cintura como una chica obediente, haciendo caso de lo que Jasper había sugerido, pero Edward viendo mis intenciones me agarró de la mano antes de llegar a mi destino. Le miré con cara inocente mientras me mordía el labio pero él giraba su cabeza a modo de negación.

• No lo hagas Bella, sabes que si haces eso no me voy a poder marchar y tengo que irme de verdad. Me quedaría toda la noche, pero están mis padres y quiero ser respetuoso con ellos.
• No te he invitado a que te quedaras.
• Y ¿no lo harías?
• Según lo que me ofrecieses...
• ¡Ummmmmm! - agarró mi otra mano y se tumbó encima mía sujetando mis muñecas por encima de mi cabeza mientras comenzaba a besar mi cuerpo desnudo.
• Creo que si que te invitaría si. - le dije entre gemidos.
• Muy bien, eso esperaba.

Me soltó y se levantó de la cama, yo le miré de arriba abajo mientras cogía su ropa y empezaba a vestirse.

• No me mires así Bella, te juro que me está costando mucho hacer esto.

No pude remediar notar como el calor se instalaba en mis mejillas. ¿Cómo demonios le habría estado mirando? ¿Como una zorra pervertida? Seguramente.

• Mañana pasaré a buscarte a las 12: 30 para que te de tiempo a comer e ir a trabajar, ¿de acuerdo?
• Muy bien si. ¿Tengo que ponerme algo especial?
• No, iremos a algún sitio informal no te preocupes.
• ¡Jass!!!
• Ya voy, ya voy.

Se sentó en la cama se acercó y deposito un suave beso en mis labios.

• Recuerda de lo que hemos hablado ¿eh?
• Si, te lo prometo.
• Bien.

Se levantó, abrió la puerta y se marchó.

MAY CULLEN