lunes, 5 de agosto de 2013

Información detallada de como hacerse con el primer libro "físico"de Electrica

 ( esta es la nota que me han pasado mis editores)

hola,
muchísimas gracias por tu interés sobre la publicación del libro
de nuestra paisana Manoli Villegas, el cual presentamos el pasado 19-julio.
Pasamos a detallarte el modo de proceder si quieres adquirirlo, y vives lejos (o lejisimos) de Cazalla:
El importe que debes transferirnos es
- de 10'50 euros (5 del libro+5,50 de gastos de envío y embalaje), si es con destino en España
- de 15’00 euros (5 del libro+10 de gastos de envío y embalaje), si es para Europa
- de 18’00 euros (5 del libro+13 de gastos de envío y embalaje), si es para America-Africa-Asia-Oceania
a nuestra cuenta en la entidad bancaria UNICAJA
cuyo IBAN es el siguiente: ES5421030725120033878146
y el  Código swift es UCJAES2M
indicando tu nombre y apellidos+ el concepto LIBRO
A su vez debes enviarnos un correo electrónico a asocjmosuna@hotmail.com en el que nos informes de:
- nombre y apellidos
- domicilio
- población, código postal y provincia
- país
- tu nº de DNI (carnet o tarjeta de identidad)
Nosotros te lo enviaríamos por correo certificado
pues es la forma mas segura y fiable de que te llegue,
o en caso contrario poder reclamar a la oficina de Correos.

Una última sugerencia: no tardeís mucho pues ya quedan pocos ejemplares.

miércoles, 12 de junio de 2013

NOCHE DE SAN JUAN Capítulo 14 "Paciencia"





Paciencia



Mis padres ya se habían marchado a pesar de insistirme en quedarse para ver como me iba los primeros días en "Construcciones ARVUL" pero me negué rotundamente. Ya no era un chiquillo.
Tumbado en la cama de mis padres con Bella, recordaba los últimos acontecimientos. Habíamos decidido dormir aquí ya que yo tenía que madrugar y ella no.
Desde el lunes que firmé el contrato hasta hoy mismo, había estado rodeado de una tensión que había intentado disimular al máximo y tan solo pude liberarme de ella saltando desde aquel acantilado al que llevaba varios años rondando.
Se que disgusté a Bella y que había tenido infinita paciencia conmigo durante toda la semana, para luego llevarla hasta allí y darle un susto tremendo, pero lo necesitaba.
Ni siquiera mi forma de hacerle… de follarla todos los días, me había calmado.
El lunes estuve ausente dándole vueltas a lo sucedido en el despacho de Aro. Aquel contrato de confidencialidad con ese anexo exclusivo de la empresa y todas sus exigencias, me pareció de lo más extraño, pero al terminarlo de leer, quedé convencido de que yo, no iba a romperlo en ningún momento, así que no dudé en firmarlo, a parte que era un requerimiento fundamental.
Bella supo sacarme de mi mutismo aquella noche.
Al principio me pareció ridículo que quisiera darme de comer, pero cuando se bajo los tirantes de la camiseta y con los mismos palillos con los que me daba de comer se humedeció con salsa de soja los pezones, automáticamente se me olvido Aro y quise ser un niño muy bueno y que me alimentara como una buena madre hace con su hijo.
Aquello fue muy sexi y atrevido por su parte y no perdí el tiempo en demostrárselo, pero conforme pasaba la semana, cada día me sentía más ansioso y cuando iba a buscarla a la tienda, casi la llevaba a rastras hasta su apartamento y la encerraba antes de cenar, para descargar en ella toda esa tensión que tan solo lograba aliviar un poco.
Ella por supuesto no me negaba nada y se dejaba hacer, porque siempre procuraba dejarla satisfecha.
El miércoles quizá traspasé los límites.
Antes de ir a buscarla le dejé un sms diciéndole si le apetecía jugar un poco conmigo esa noche, y que me dejara ser un chico malo. Aceptó como era de esperar.
La noté nerviosa pero con cierto brillo de excitación. Los juegos en el sexo eran de lo más variado, pero supongo que no era lo que ella esperaba. Con Victoria lo habíamos hecho alguna vez y la verdad que me gustaba tanto o más que a ella. Siempre que los dos supiésemos que era solo un juego todo estaba bien.
A punto de abrir la puerta de su casa le susurré la oído.
—Hoy quiero que te resistas.
—¿Cómo?
—No te asustes, es solo un juego ¿de acuerdo? tú solo ponme las cosa difíciles.
Vi como tragaba con dificultad.
—Quieres decir, que me vas a forzar, bueno consentidamente claro.
—¡Exacto! Podemos probar y si te sientes incómoda lo dejamos por supuesto.
—No, está bien.
Cierto brillo iluminó sus ojos y vi que la idea no le parecía tan mala.
Entramos en su cuarto y en cuanto cerró la puerta. La empujé con brusquedad hasta la cama y me tumbé encima de su espalda y le tapé la boca con una de mis manos.
—No digas una palabra si no quieres que te haga daño.
Por supuesto interpretaba un papel.
Ya estaba excitadísimo y la embestí para que lo notara en su trasero.
Llevaba unos pequeños shorts que dejaban asomando los cachetes de su culo y pasé mis manos por sus muslos hasta llegar a ellos.
Bella no se movía, así que no estaba siguiendo del todo el juego.
—¿Me lo vas a poner fácil chica?
Entendió que quería que interpretase también su papel y se revolvió en la cama e intentó apartar mis manos de su cuerpo.
—Ummm ya veo que no.
Atrapé sus manos con una de las mías y le di una palmada en el trasero que creo que la sorprendió bastante.
—Si no te portas bien, voy a tener que castigarte pequeña.
Y comencé a colar uno de mis dedos debajo de la estrecha pieza de unión de sus pantalones. Quería saber si a su cuerpo le gustaba lo que estábamos haciendo.
Sí, había una ligera humedad allí.
La giré y la puse boca arriba sin dejar de soltarle las manos e inmovilizándola con una de mis piernas.
Subí su camiseta dejando a la vista su sujetador casi transparente. Sus pezones estaban duros y me dispuse a morderlos y chuparlos a través de la fina tela, me encantaba hacerle aquello, ya que la humedad los mantenía más tiempo erguidos.
Comencé a desabrocharle el botón y a bajarle la cremallera del pantalón con brusquedad.
Le hice una pregunta muda con la mirada para saber si las cosas estaban bien o no. Asintió y me sonrió tí í a endurecer mi semblante y me lancé a su boca, reaccionó al instante girando la suya antes de que pudiera alcanzar sus labios y mordí su mandíbula con satisfacción y luego su cuello hasta llegar a su clavícula. Su respiración era entrecortada y sus pantalones junto a su tanga quedaban a la altura de sus rodillas que la mantenían inmovilizadas. Terminé de quitárselos con el pie y automáticamente le di la vuelta dejando su hermoso trasero a la vista.
Le quite la camiseta y le solté el sujetador bajo mi peso.
—Voy a follarte duro pequeña.
Me bajé la cremallera mientras ella se retorcía debajo de mí y me coloqué entre sus piernas. Comprobé con mi mano si estaba lo suficientemente mojada para no hacerle daño y al comprobar que así era, la penetre de un solo empujón.
Me quedé quieto al oir un quejido de su parte. Me tumbé totalmente en su espalda y le susurré al oído.
— ¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?
No quería que las cosas se estropearan por llevar demasiado lejos aquel juego.
Negó con la cabeza.
Me separé un momento apoyando una de mis manos en su espalda para que no se moviera y empecé a moverme a buen ritmo.
Estaba muy húmeda y resbaladiza. Desde ese ángulo podía ver como desaparecía dentro de ella con mi polla brillante por sus jugos. Sabía que no iba a aguantar demasiado. Estaba muy cachondo, y el juego me había puesto más.
Llevé mi mano debajo de su cadera hasta alcanzar su clítoris. Tenía que lograr que se corriera cuanto antes. Sus gemidos eran intensos y si no fuera porque la sujetaba con fuerza, habría ido desplazándose hasta el cabecero por la fuerza de mis embestidas.
Noté como sus músculos me apretaban con fuerza y supe que estaba llegando al clímax.
Cuando comenzó a recuperar ligeramente la respiración, yo ya estaba a punto.
Salí de ella y la volví a girar.
—¡Abre la boca! —le ordené.
No sabía como se tomaría aquello, y más por su cara de confusión, pero accedió a mi petición e introduje mi polla en ella para correrme en su boca.
No se puede describir con palabras lo que sentí en esos momentos.
Era un hijo de puta con mucha suerte.
Más tarde le pregunté qué le había parecido aquello y si le había gustado. Algo en su en su manera de contestar, me hizo saber que quizás había sido demasiado intenso y decidí que lo hablaríamos más adelante.
Hoy sin embargo, después de saltar desde el acantilado y de haber liberado la tensión acumulada de toda la semana, solo pude hacerle el amor suave y lento.
La sonrisa de satisfacción no desapareció en ningún momento de su cara y nada más terminar, me abrazó suspirando y se quedó dormida. Lo más probable es que esa semana Bella lo hubiera pasado tal mal como yo y mi comportamiento había contribuido a ello seguro.
Lunes, martes, miércoles …
La semana iba pasando y todo parecía ir bastante bien.
Aro se mostró amable y me enseñó todo el edificio y los diferentes departamentos.
Descubrí que James, como ya suponía, trabaja allí como arquitecto técnico y era el encargado de pedir los materiales para algunos proyectos. Pronto averigüé que también estaba a cargo del mío.
Se había mostrado amable en todo momento e incluso pensé que podíamos llevarnos bien.
Mi padre ya me había advertido a la hora de hacer el proyecto de ejecución, que no dejara nada al azar, que repasara una y otra vez todo, desde los cimientos hasta los detalles más mínimos, como son la llave de una luz o interruptor, especificando modelo y color. Que Aro aprovecharía cualquier error para dejarme mal haciéndome responsable, de los costes añadidos.
La semana siguiente llegó el momento de visitar el solar donde se ubicaría el centro comercial para que examinara el terreno y valorara hasta el volumen de tierra que había que desplazar, ya que todo tenía que ir incluido en el presupuesto antes de cerrarlo, entregárselo a Aro y que comenzaran las obras y el pedido de los materiales.
Y así era como volvía a casa. Cansado, con dolor de cabeza y sin ganas de aguantar siquiera las bromas de Jasper.
Repasaba una y otra vez cada detalle de cada cosa.
Ni siquiera a la hora de entregar el proyecto de fin de carrera tuve esa sensación de presión en mi cabeza. No quería olvidar nada y a veces me encontraba repasando el apartamento de mis padres, desde el hall de entrada mirando la puerta de la casa, subiendo por las paredes hasta la escayola del techo, volviendo a bajar y dirigiéndome a la cocina, mirando los enchufes, la grifería, el fregadero … Parecía un obsesivo compulsivo como así llegó a llamarme Jasper en más de una ocasión, pero no la podía cagar la primera vez.
Bella tenia una paciencia infinita cuando conversábamos y yo sin querer me perdía en mis pensamientos y al final ella se daba cuenta de que no la estaba escuchando.
Por lo general le pedía mil perdones y la besaba y abrazaba.
Aunque fuera increíble, había perdido hasta el apetito sexual. No podía ni siquiera concentrarme en algo que no fueran cables, pinturas y catálogos y catálogos de materiales.
Las últimas noches cenábamos y ella se marchaba a su casa con un simple beso en mi mejilla, al que no prestaba ni atención cuando la despedía con la mano absorto en algún tipo de cálculo.
La cimentación era lo que más me preocupaba.
Es la parte más importante, porque es el grupo de elementos que soportan a la superestructura. Hay que prestar especial atención ya que la estabilidad de la construcción depende en gran medida del tipo de terreno.
En tres días, Aro tenía que tener en su mesa el proyecto de ejecución finalizado.
—¡Vaya Edward! Has hecho un fantástico trabajo. No te falta ningún detalle, creo que vas a ser un gran arquitecto.
Mi sonrisa no cabía más en mi cara. James llevaba repasando todo el día el proyecto de ejecución y parecía más que satisfecho.
En unas horas se lo presentaría a Aro y por fin mi sueño empezaría a hacerse realidad.
—¿Qué te parece si salimos a celebrarlo? —dijo James.
—Claro. Podríamos tomar unas cervezas cuando acabe la jornada.
—Está bien, le avisaré a Victoria.
Mi cara de sorpresa le debió parecer que aquello ya no me parecía tan buena idea.
—¿Ocurre algo?
—Pensé que sería una salida de tíos.
—Ah, perdona, creí que salías con aquella chica de la fiesta.
—Sí, y así es, pero Victoria y yo salimos juntos y no sé si es buena idea.
—Pero aquello fue hace tiempo ¿no? y quedasteis como amigos, estaría bien hacer partícipe a las chicas de esto ¿no te parece?
—Claro. Tienes razón. Llamaré a Bella.
Aquello no me parecía buena idea y probablemente a Bella tampoco, pero el negarme a salir con ellos podría crear algún malentendido y en realidad, entre Victoria y yo, hacía mucho que no había nada y tenía ganas de celebrar que había hecho las cosas bien y quería que Bella lo compartiera conmigo.


May Cullen


sábado, 1 de junio de 2013

martes, 28 de mayo de 2013

NOCHE DE SAN JUAN Capítulo 13 "INCERTIDUMBRE"





INCERTIDUMBRE


Por fin un viernes saliendo puntual. No me lo podía creer.
Agosto era sin duda el mes de más trabajo, aunque julio también había tenido lo suyo, pero por extraño que fuera, este día salí a mi hora.
Me resultó extraño que Edward no estuviera ya esperándome como siempre hacía pacientemente.
A las diez en punto siempre estaba delante del escaparate, evaluaba la situación y o bien me esperaba cerca de la puerta, o si había demasiada gente, se sentaba en el banco que había en frente, cruzando la calle.
No tardaría en llegar.
Cuando ya pasaban más de diez minutos, me senté en su habitual sitio de espera.
A las diez y cuarto rebusqué en mi bolsa de adidas mi prehistórico móvil.
Yo no era muy amiga de las tecnologías como Alice, y tener un sencillo móvil que me sirviera para mantenerme en contacto me bastaba. Ella se quejaba que con un smartphone con conexión a internet nos comunicaríamos mucho mejor, pero yo ni me atrevía a pensar en ello, seguro que me volvía loca descubriendo como funcionaba.
Una vez que di con el aparato, le di a la tecla de desbloquear y… nada. Había muerto, ni siquiera recordaba cuando era la última vez que lo había usado. Hasta ahora tanto con Alice como con Edward, quedábamos ya de par de mañana o del día anterior y con eso bastaba. 
Edward estaba viajando mucho últimamente y lo había usado más, aunque esta semana en concreto casi no habíamos hablado.
Un mal presentimiento me recorrió el cuerpo. Sin móvil no tenía manera de ponerme en contacto tanto con uno, como con el otro, así que decidí irme a casa cuando ya dieron las diez y media.
En cuanto llegué a casa puse a cargar mi móvil y comprobé si Alice y Jasper estaban en casa. Nada, estaba sola.
En cuanto comenzó a cargarse empezaron a saltar los avisos de llamadas perdidas y mensajes.
Tres llamadas perdidas, dos mensajes de texto y uno de voz.
SMS
"Bella, tú móvil me da apagado o fuera de cobertura"
"Bella, no voy a poder llegar esta noche"
Y por fin el de voz
"Hola cariño —un escalofrío recorrió mi columna— han surgido complicaciones. No podré llegar para cuando salgas, y es probable que el fin de semana tampoco esté allí. Lo siento. Te llamaré."
¿Por qué tenía aquella sensación extraña tan familiar en mi cuerpo? ¿Por qué volvía a sentirme rechaza y abandonada?
El comienzo del mensaje había hecho que sintiera esas mariposas en el estómago que tenía cuando veía Edward, pero esa despedida, sin más explicaciones y con un simple ya te llamaré… Automáticamente le respondí con un simple "ok" por sms.
Quizás no había sido lo más adecuado. Debería haberle preguntado por el motivo de su ausencia y si todo estaba bien. O decirle simplemente que lo entendía y no se preocupase, pero no, estaba enfadad y ese "OK" se lo dejaría claro.
El sábado encontré a Jasper en la cocina desayunando. 
Yo no había dormido demasiado dándole vueltas a todo y me levanté tarde. Alice ya debía de llevar un par de horas trabajando.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté de una forma osca.
—Tu amiga deja que me quede aunque ella no esté. ¿Te molesta?
—Pues sí la verdad. Se me hace raro que tú estés y ella no.
—Sin embargo si estás con Edward eso no pasa.
Le mire con el ceño fruncido al escuchar su nombre. 
No pensaba rebajarme a preguntarle si sabía algo; cosa que estaba claro que sí. Si quería ya me llamaría él mismo.
Hice un desayuno almuerzo al que no invité a Jasper y me fui a dar un paseo antes de ir a trabajar, estaba de un humor de perros y él lo notó, así que me evitó todo lo que pudo.
Mi móvil estaba a plena carga por si el señorito se dignaba a llamarme. Creo que para mí era mucho mejor sentirme enfadada que triste y desolada.
Tuve tanto trabajo que tan solo pude mirar el teléfono un par de veces en toda la tarde.
Antes de darle al desbloqueo, el corazón se me aceleraba con la incertidumbre de si tendría un sms o llamada perdida de Edward, pero la decepción cuando no había nada era tan grande, que agradecí estar tan ocupada.
A las diez y media me marché para casa.
No había nadie.
Me habría gustado poder tener un rato de charla a solas con Alice, pero como siempre ella no estaba para mí. Así era siempre. Yo le consolaba y la escuchaba cuando tenía un desengaño o un mal día en el trabajo, pero ella nunca estaba disponible para hacer lo mismo conmigo. ¿Debería llamarla?
No me prestaría atención si estaba con Jasper y juraría que él no le habría dicho sobre que Edward no había vuelto, seguro.
No tenía hambre, así que cogí un simple yoghurt y me lo llevé a mi cuarto. Me di una ducha relajante y al salir escuché el sonido del móvil.
Corrí tanto que me lancé hasta la cama envuelta en la toalla y todavía chorreando sin ni siquiera pensármelo. No había vuelto a abrir el móvil. Tenía miedo de ver que siguiera vacío y mudo.
Era Edward. Mi corazón empezó a latirme en los oídos con un fuerte zumbido.
Descolgué y mi voz apenas salió en un susurro. Ya no estaba enfadada.
—¿Hola?
—¿Bella?
—Sí, soy yo.
—Creí que no querías cogerme el teléfono. Te he llamado tres veces desde las diez.
En esos momentos eran las once y media, así que supuse que una de ellas aún estaría en el trabajo y la otra en la ducha.
Me mantuve en silencio.
—¿Estás enfadada? —solo solté un sonido onomatopéyico en asentimiento— lo siento, todo está siendo una locura. No he tenido tiempo de nada de verdad, mis padres están histéricos y me lo están contagiando a mí. Llevo dos días con abogados y discutiendo con ellos.
—Pero, ¿qué ha pasado?
—Aro. Le han dado la concesión de las obras a él. Mis padres quieren que me retire, pero Bella, es mi proyecto y no hay manera de que me lo lleve conmigo y no sé si me estaré equivocando, pero quiero verlo construido y ser partícipe de ello. No quiero que nadie más lo toque. ¿Crees que hago mal?
—Edward —lo oía tan desesperado— yo no tengo ni idea de lo que deberías de hacer. Solo sigue tu instinto. Es tu sueño, tu proyecto, tú deberías de saber que es lo que debes hacer.
—Estoy tan confundido. En unas semanas todo ha cambiado tanto. Mis padres no parecen los mismos. Es como si se hubiesen trasladado al pasado. Están tristes. Y mi intuición. Mi intuición me dice que deje el proyecto y cree algo nuevo con mi padre y me olvide, pero como ya te he dicho, lo puse todo en aquella maqueta, "todo" Bella.
Me sentí fatal y una egoísta por enfadarme cuando él lo estaba pasando tan mal.
—¿Cuando vuelves?
—Todavía no lo sé. Si acepto Tendré que firmar el contrato allí, en las oficinas de Aro. El abogado de mi padre quiere revisar el contrato antes de que firme, pero Aro nos lo está poniendo difícil. No quiere intromisiones, dice que una vez que la puerta de su despacho se cierra, su empresa es impenetrable y que ningún chupatintas va a meter las narices es sus papeles, que si tengo huevos y soy un adulto yo mismo valoraré si me conviene o no firmar. Como ya te puedes imaginar mis padres han puesto el grito en el cielo y me han dicho que eso no es nada bueno, significa problemas.
—¿Entonces si firmas vuelves pronto? ¿y si no?
—Si sigo adelante, el lunes mismo estaré allí y si no, tan solo tardaré un par de días más, hasta que las aguas se calmen en casa.
Ya estaba más tranquila.
Nos despedimos hasta el domingo a la noche que me volvería a llamar con la decisión que hubiera tomado.
Puse al tanto a Alice y Jasper de lo ocurrido estando en la playa.
Nos bañamos y tomamos un poco el sol.
Yo estaba pensativa y Alice por una vez, se comportó como una verdadera amiga animándome y asegurándome que todo saldría bien. Habíamos hecho una buena cuadrilla al final. 
Pensé que pronto se cansaría de Jasper y su carácter alocado, pero parecía disfrutar de verdad con él y su mirada brillaba como nunca la había visto antes. Le gustaba más de lo que estaba dispuesta a admitir. Alice no era mujer que se expusiera demasiado con un hombre ni que dejara entrever sus sentimientos fácilmente. pero aún y todo yo lo notaba. Por Jasper sentía algo muy diferente a pesar de mi incomprensión.
La noche del domingo llegó y con ella la confirmación de que a primera hora Edward llegaría a Santa Bárbara, para al mediodía, firmar el contrato con construcciones ARVUL.
No sé por qué, en cuanto me lo dijo un escalofrío me recorrió la espalda y estuve a punto de pedirle que no lo hiciera, pero contuve mi impulso, yo no era quién para entrometerme en sus decisiones.
No lo vería hasta la noche.
Me arreglé para él y me puse un vestido de tirantes y unas sandalias de tacón que me torturaron toda la tarde. Debería haberme llevado unas chanclas para usarlas mientras trabajaba, pero no quería dejar nada allí y mi bolso era bastante pequeño, solo como para llevar el móvil y poco más.
En cuanto me vio, me abrazó y me besó como si llevara meses sin verme.
Estaba ansioso y yo un poco también.
—Vamos a tu apartamento. Mis padres han venido conmigo y necesito estar a solas contigo.
Me enseñó una bolsa de comida china que llevaba en el coche y nos fuimos para casa.
Nos metimos directamente en la habitación y después de dejar la comida en la mesa que me servía de escritorio, me desnudó y me hizo el amor con desesperación. Apenas hablamos hasta que nos metimos juntos en la ducha para  comer algo más frescos.
Nos sentamos en la cama, cada uno con sus palillos y su caja de comida.
Yo lo miraba de hito en hito, pero el parecía muy concentrado en sus fideos de arroz, aun y todo me arriesgué a preguntar.
—¿Qué tal te fue con Aro? —paró de masticar un segundo y luego tragó sin mirarme siquiera.
—Bien, supongo.
—¿Supones?
—Tuve que firmar varios documentos un tanto… particulares.
—¿En qué sentido? 
Suspiró antes de contestar dejando los restos de comida encima de la mesilla de noche. Se estiró y volvió a cruzar las piernas como las tenía mientras había estado comiendo.
—Lo primero que firmé fue un documento de confidencialidad.
—Bueno, me imagino que es normal ¿no? para proteger a la empresa y eso.
—Sí, pero este no era un documento habitual. Digamos que abarcaba más. Tenía dos partes. Luego firmé el contrato con la empresa como arquitecto y… —cerró los ojos y suspiro— en resumen, le pertenezco hasta que acaba la obra.
—¿Qué le perteneces? No eres un objeto Edward —una extraña sonrisa melancólica se instaló en su cara.
—Lo sé, pero en cuanto firmé esa "cosa" vendí mi alma al diablo.
Aquellas palabras me oprimieron el corazón. No entendía nada. Seguí interrogándolo pero enseguida me pidió que lo dejáramos, quería olvidarse por unos días del día de hoy y de lo que suponía trabajar para Aro. Me insistió en que a causa de ese peculiar papel que había firmando primero, no podía comentar ni hablar absolutamente de nada ni de los papeles firmados, ni sobre su futuro trabajo en Construcciones ARVUL.
¿Alguien puede evitar hablar de su trabajo cuando ha tenido un mal día y necesita desahogarse?
Todo esto iba a ser más complicado de lo que pensábamos en un principio.
Decidí coger su caja de comida, empujarlo para que se apoyara en el cabecero de la cama y darle de comer como si fuera un niño pequeño.
Quería mimarle y tal y como había dicho, hacer que olvidara esa mañana.
Me miró divertido por mis intenciones, pero se dejó hacer en cuanto me quité la camiseta y unté un poco de salsa de soja en mis pechos.
—Si eres un niño bueno y te lo comes todo, dejaré que te tomes el postre, si no, estarás castigado hasta mañana.
No sabía de dónde había salido esa Bella seductora, pero el brillo que apareció en los ojos, me confirmó que lo estaba haciendo bien y que le gustaba mi juego, y tengo que decir que yo también disfruté de él.
La semana transcurrió entre fiestas, alcohol y mucho sexo.
Edward estaba desenfrenado, no parecía él mismo.
Pasó todas las noches conmigo en el apartamento medio borracho y practicando sexo salvaje. Yo acabé agotada, aunque procuraba no beber como él ya que justo me levantaba para comer algo e irme a trabajar.
Sabía que era una especie de despedida del verano ya que a la semana siguiente ya comenzado Septiembre, él se incorporaría a la plantilla de Construcciones ARVUL y yo comenzaría mis vacaciones hasta que llegaran las clases.
Había evitado hablar de su futuro trabajo todos los días. Incluso ese último domingo nos animó a organizar un picnic e ir a pasar el día cerca de unos acantilados. Lo que yo no sabía era cuales eran sus intenciones. Parecía como si la adrenalina o la ansiedad lo tuvieran totalmente dopado. El mar estaba en calma. Aparcamos el coche y anduvimos hasta acercarnos a los acantilados, Edward se asomó a ellos y fue como buscando el menos alto. Una vez que decidió cuál era el que más le gustaba, se giró, nos miró y dijo:
—Siempre he hecho lo correcto, he sido un buen hijo, he seguido los consejos de mis padres… hasta ahora. Mañana comienza una nueva vida para mí, una aventura de la cual es muy posible que me arrepienta, es la primera vez que hago algo por mi cuenta desoyendo hasta a mi propio instinto, necesito hacer esto, necesito librarme de esta sensación angustiosa que llevo dentro desde que me sentencié al firmar para trabajar con Aro. Voy a lanzarme al agua desde aquí —señaló un pequeño saliente de roca— llevo queriendo hacerlo desde que mis padres compraron el apartamento y vinimos de excursión un día explorando la zona, nunca lo he hecho porque no soy de los que se arriesgan inútilmente, soy responsable —me miró ofreciendo una sonrisa burlona— casi siempre, pero hoy necesito esto.
Comenzó a quitarse los nauticos y la camiseta, quedando tan solo con las bermudas de bañador.
—Edward —supliqué con desesperación.
—Os espero abajo.
Y sin pensárselo dos veces saltó al vacío.
El grito que pegué fue ahogado por el que dio el mismo Edward mientras caía al agua.
Alice, Jasper y yo corrimos hasta el borde justo a tiempo para verlo caer al agua.
Esos microsegundos que tardó en emerger, hicieron que mi corazón casi se me saliera del pecho. Sacudió su pelo que ya había empezado a crecer de nuevo y saludó con la mano gritando lo fantástico que había sido. 
Acto seguido Jasper nos apartó, cogió carrerilla y saltó emitiendo un grito de lo más afeminado. Alice me cogió de la mano hasta que como yo, lo vio salir a flote y sin mirarme me dijo:
—Están como puñeteras cabras, yo no pienso saltar ¿y tú?
—Creo que prefiero saber como acaba el día, ya sabes que si tan solo hay una pequeña roca saliente, a esa es a la que yo iría a parar, no quiero tentar a la suerte.
Nos miramos con ojos brillantes y expresión nerviosa.
—Cojamos el coche y vayamos a por ellos.
Alice les gritó que nos esperasen en la playa que había al este de los acantilados y comenzaron a nadar hacia ella.
Los recogimos justo en el momento que llegaban a la orilla.
Yo corrí hacia él como si fuera a desaparecer como un espejismo.
El me alcanzó primero. Me cogió de la cara, me aparto el pelo y me besó con pasión.
Tenía la respiración entrecortada por el esfuerzo de nadar y tenía que coger aire para continuar con aquel beso. Apoyó la frente en la mía, acarició son sus labios el puente de mi nariz y acto seguido mirándome a los ojos dijo:
—Quiero que sepas, que eres lo mejor que me ha pasado este verano. Han ocurrido muchas cosas, pero tú has sido sin duda la mejor de ellas.
No pude remediar que los ojos me brillaran ante tal declaración.
Me quedé muda, aunque sabía que debía responder a aquello. Lo único que pasaba por mi cabeza es que amaba a ese chico, a pesar de lo extraño que había estado la última semana, no podía pensar en tener a nadie más a mi lado.
Edward se separó de mi con una mueca burlona ante mi mutismo.
—Parece que a la señorita Swan se le ha comido la lengua el gato.
Y tiró de mí para que fuésemos hasta el coche, siguiendo a unos muy abrazados Alice y Jasper, pero yo me resistí a moverme. Se giró con un gesto de confusión en la cara.
—Yo…
—¿Qué ocurre?
—Me asustaste —me abrazó, cosa que agradecí al instante— si te hubiera pasado algo…
—¡Sshhhhhs! llevo años subiendo aquí y calculando como debería saltar, he visto hacerlo a montones de chicos, y nunca ha ocurrido nada.
Agarré su cintura con fuerza y dije lo mismo que había pensado un momento antes y que no me comprometía tanto como un "te quiero" o un "te amo".
—No puedo imaginarme con alguien que no seas tú —y repitiendo lo que él me había dicho— y tú eres lo mejor que me ha pasado… en la vida. 
La sonrisa de Edward parecía querer salirse de su cara.
—Siempre un paso por delante de mí señorita Swan.
Mi reacción a su pequeña burla, fue pellizcarle un pezón con lo que le sorprendí y emitió un pequeño quejido.
—¿Jugando duro?
—Castigándole más bien por mofarse de mí "Señor Cullen" —le dije con rintintín.
Me cogió por los hombros riendo y caminamos al encuentro de nuestros amigos.
La tarde fue relajada y más parecida a las del principio del verano que a los últimos días. Edward estaba más tranquilo, estaba claro que el salto había tenido su efecto beneficioso.
Al día siguiente todo dejaría de ser perfecto, yo sería la novia de un arquitecto ocupado y malhumorado la mayoría del tiempo, y nuestra burbuja veraniega quedaría en pocos días en el olvido.



May Cullen

jueves, 9 de mayo de 2013

NOCHE DE SAN JUAN Capítulo 12 "Con los pies en la tierra"





CON LOS PIES EN LA TIERRA


Agosto había llegado junto a mis padres y sus grandes noticias.
Mi proyecto había sido aprobado e iba a ser construido cumpliendo un sueño; el sueño de mis padres y el mío.
Era increíble que en lo primero que pensé cuando oí la buena nueva fuera en Bella, en que no tendría que decirle adiós al final del verano.
No podría decir que estaba enamorado, pero sí que sentía cierta dependencia hacia ella y que era mi chica ideal.
Una vez que le di a entender que lo nuestro no acabaría cuando terminaran las vacaciones, parecía otra Bella, siempre sonriente y feliz e incluso reía más a menudo, hasta podría decirse que empezaba a llevarse bien con Jasper.
Lo que jamás pensé, es que esos días de esperar a la salida de la tienda donde trabajaba, las noches en su apartamento y las mañanas de playa fueran a ir espaciándose en el tiempo.
Lo que yo pensé sería firmar unos papeles y esperar a que eligieran al constructor adecuado para comenzar con el proyecto, no tenía nada que ver a lo que en realidad me vi envuelto.
En casa estábamos seguros que elegirían a Construcciones Cullen para su construcción, ya que padre e hijo formaríamos sin duda un gran equipo, pero las negociaciones estaban siendo duras ya que los materiales y los presupuestos jugaban una importante baza. Luego otra de las pegas era que la empresa de mi padre estaba a millas de distancia y el traslado de trabajadores y el gasto que conllevaría sería inmenso, ya que él solo trabajaba con gente de confianza, pero aun y todo, Carlisle ajustaba al límite cada dólar. No le importaba perder dinero en el proyecto si era necesario, porque para él, el que yo hubiera logrado llegar hasta allí, era como si lo hubiera hecho él mismo.

Así que me vi viajando en pleno Agosto, dejando la playa, durante un par de días a la semana.
Pero al volver ella seguía allí, esperándome con su tímida sonrisa, su dulce entrega y la arena y la playa haciéndonos compañía.
A mediados de Agosto se celebraba una barbacoa en la playa con música en vivo. Lo organizaban los locales de la zona y solo tenías que comprar un ticket que te daba derecho a una salchicha y una cerveza, pero era un motivo más de diversión, ya que cuando el verano llegara a su fin, todo cambiaría en nuestras vidas.
Bella comenzaría de nuevos sus clases y yo me vería inmerso en la construcción del Centro comercial, y aunque seguiríamos juntos, nuestras responsabilidades probablemente nos mantendrían alejados más de un día.
Se sentía bien pensar en el futuro con ella en él, como si fuera lo normal. 
¿Cambiarían las cosas cuando la playa ya no fuera nuestro punto de encuentro?
Solo el tiempo lo diría, por lo pronto disfrutaríamos de lo que quedaba de verano y ya tendríamos tiempo de mantener los pies sobre la tierra.

—¿Has disfrutado de la fiesta?
—La salchicha era horrorosa y sabía fatal.
Emití una carcajada no pudiendo estar más de acuerdo.
—Al menos la cerveza estaba fría —comentó.
—Más vale, porque al menos ayudaba a pasar el mal trago.
Abrazando a Bella, nos dispusimos a dar un paseo por la orilla del mar.
Eran más de las tres de la madrugada y Alice y Jasper habían decidido seguir de fiesta pero nosotros llevabábamos sin vernos unos días y necesitábamos estar solos.
Cuando nos acercamos a una de las torres de vigilancia, pudimos oír susurros y pequeños gemidos que provenían de debajo de esta.
Una pareja yacía en la arena. La muchacha estaba debajo acogiendo entre sus piernas a un chico, que dejaba entrever parte de su trasero, la que su pantalón había dejado de cubrir.
No pudimos dejar de mirar lo que allí ocurría. Probablemente eran dos adolescentes que no tenían la suerte de tener donde demostrarse su amor, o una pareja que se acababa de conocer y que animados por la música y el alcohol habían decidido dar rienda suelta a su pasión en ese mismo lugar.
Apreté el hombro de Bella cuando sin darse cuenta, sus pasos se habían detenido. Teníamos que continuar, si la policía se daba una vuelta por allí. detendrían a la pareja por escándalo público y a nosotros por mirones.
Un suspiro de Bella hizo que me pusiera alerta.
—¿Qué ocurre?
—Me gustaría que esto no acabase nunca. Me da la sensación de que cuando este verano acabe dejaremos atrás algo que ya no volverá a nuestras vidas.
—Y efectivamente así será, pero no creo que tenga que ser peor ¿no te parece? solo será diferente. Empezamos a tener responsabilidades y a ser adultos.
—Lo sé, pero todo parece más fácil ahora, sin esas responsabilidades ni los problemas que vendrán de ellos.
Le di la vuelta y la cogí por la cara.
—No pensemos en eso ahora. Disfrutemos de los días que nos quedan, luego solo cambiarán nuestros horarios y nuestra vida parecerá un caos, pero solo lo será si nosotros queremos ¿de acuerdo?
Asiente y la beso dulce y suavemente.
—¿Cómo van las negociaciones?
—Mal —contesto— Aro está pujando fuerte y creo que mi padre no tiene ninguna posibilidad. Incluso me ha llegado a pedir que retire mi proyecto, cosa que mi madre se ha negado en rotundo, a parte de que no puedo hacerlo. Ese proyecto solo lleva mi nombre, una vez que entró en el concurso dejó de pertenecerme como quién dice, ni siquiera estaba colegiado entonces y eso es lo que más le preocupa a mi padre, que si Aro consigue el contrato trabajaré para él, no con él. 
—Vaya, cuanto lo siento.
—No había visto a mis padres discutir tanto en mi vida. Mi madre está muy enfadada porque cree que mi padre solo piensa en él y no en mí, pero yo creo que tiene miedo de que quiera manipularlos o vengarse de ellos de alguna manera a través de mí.
—¿Tu crees que podría hacer algo así?
—Es una mala persona y según ellos es capaz de cualquier cosa. Mi padre cree que con tal de conseguir este proyecto es capaz de estafar al dueño del complejo, yo no sé que pensar la verdad.
—Pero aún no hay nada decidido ¿no?
—No, pero los demás constructores que optaban al proyecto ya han sido descartados.

Cada uno nos sumimos en nuestros propios pensamientos. Los últimos días habían sido duros para mí. Esa realidad de la que hacía unos momentos hablaba con Bella se había hecho presente de la peor forma. Si Aro se salía con la suya iba a tener que ser fuerte y mantener la cabeza fría. No dejarme manipular por él y que no metiera las narices ni en mi vida ni en la de mis padres, solo sería trabajo y a eso nos atendríamos. Desde la última discusión entre mis padres, toda aquella ilusión que tenía, que teníamos todos, se había marchitado bastante. Hacía tan solo unas semanas lo celebrábamos y ahora una sombra había teñido toda aquella felicidad. Me preguntaba si James y Victoria aparecerían de nuevo en mi vida. James trabajaba para Aro, ya que era su sobrino. Yo no tenía nada en su contra, pero Victoria era su novia. No, todo aquello no tenía nada que ver. Lo de Victoria y lo nuestro acabó hace tiempo y cada uno había seguido su vida.
—¿Te quedas esta noche conmigo? —Bella había roto aquella línea de pensamiento.
—Por supuesto, ni lo dudes. —y la besé de nuevo, pero esta vez más apasionadamente.

Aquel domingo decidimos hacer un picnic en la playa y pasar los cuatro juntos todo el día. 
Jasper estaba negociando con sus padres su año sabático y las cosas se estaban complicando. El perder por un año el hilo de sus estudios, les parecía un error garrafal del cual se arrepentiría y Alice empezaba a estar de acuerdo con ellos, lo que hizo dudar a Jasper y que ellos también discutieran. Jasper ya no se sentía tan seguro de Alice y Alice, no quería ser la responsable de un futuro arrepentimiento y que la culpase de ello más adelante.
Todo empezaba a complicarse y el final de verano acechaba y la realidad también. Mantener los pies sobre la tierra, al final no era tan fácil después de todo.
Nos comportamos como chiquillos, haciendo hoyos y entrerrándonos hasta el cuello. Nos hicimos fotos con los móviles, que compartimos, intentando llenar de recuerdos imborrables ese verano. Nos bañamos, reímos y jugamos a las palas en la orilla y nos dormimos la siesta después de tomarnos unas cervezas.

El miércoles de nuevo tuve que marcharme con mis padres. Se había tomado una decisión, la cual lo cambiaría todo. 
Bella en unos días se despediría de su trabajo en la tienda, quedándole un par de semanas libres antes de empezar con las clases al igual que Alice.
Jasper decidió coger unas pocas asignaturas por libre, comprometiéndose a un horario de estudio y a presentarse a los exámenes y si no respondía, volvería a casa y se matricularía en el siguiente semestre.
El viernes había quedado en recogerla después del trabajo, ya que se suponía que llegaría por la mañana, pero a las diez de la noche, yo no estaba allí.


May Cullen

miércoles, 24 de abril de 2013

NOCHE DE SAN JUAN Capítulo 11 "More than words"










MORE THAN WORDS


- ¿Ducha sin condones? Creí que habíamos quedado en no arriesgarnos más.

- Y no lo haremos. Estoy tomando la píldora y creo que hemos pasado el peligro.

- ¿Por qué no me lo habías dicho?

Edward me miraba confuso, no entendía porque no le había comentado algo tan importante.

- Para no precipitarnos y darte una sorpresa ¿no ha sido una sorpresa?

- Sí, estamos los dos desnudos, ya te he sonsacado la información a base de ducha masaje y lo que más me apetece es…

Se acercó a mi oído y en susurro me explicó detalladamente todo lo que quería hacerme. Yo no pude más que reír ya que no veía posible la mayoría de las cosas y no quería acabar en urgencias.

- ¿Y no te conformas con algo rapidito que me mantenga los pies en el suelo?

- ¿Algo tan tradicional? ¡Naaaah!

 Riendo. me besó bajo la cascada de agua, mientras me agarraba de la cintura con sus brazos cruzados en mi espalda para que no me resbalase y me apoyó contra la pared de cerámica tipo pizarra. Al menos era más segura que el típico azulejo brillante y resbaladizo.

Me besó hasta dejarme sin aliento y me penetró con suavidad.

- No voy a dejar que te caigas -me aseguró.

- Creo que ahora sería difícil que fuera la única que acabara en el suelo, ya que estoy "firmemente" sujeta a ti.

- ¡Ummmm! ¿Humor sarcástico mientras le hacen el amor señorita Swan? No es típico de usted.

Me ruboricé y me besó mientras emitía un dulce ronroneo de satisfacción.

- No se ruborice querida, me alegra que se vaya soltando y confíe en mí.

- No me hables así, se me hace raro. Confío en ti más de lo que lo he hecho jamás en nadie.

En ese momento me di cuenta que debería haberme mordido la lengua.
¿A qué se debía esa confesión?.
Edward había parado de moverse y me tenía aplastada contra la pared y me miraba fijamente. 
Me era imposible descifrar que estaba pensando en ese momento.
La había cagado fijo.
Mi cara dejó de observarle para perderse en el nacimiento del vello de su torso, justo en el cuello, mientras acaricia inconscientemente su nuca haciendo pequeños círculos.

- Bella -me nombró con voz ronca- mírame por favor.

 Levanté la vista hacia a él con un nudo en la garganta.

- El hecho de que confíes en mí, me reconforta profundamente y espero estar a la altura de esa confianza ¿de acuerdo?

Tragué con dificultad las miles de emociones que se me acumulaban amenazando con asfixiarme, y tan solo pude asentir.
¡Mierda!  estaba perdidamente enamorada y solo faltaba llevarlo escrito en la frente para ser un blanco fácil para sufrir una decepción, y él lo había notado.
Si le hubiese soltado un "te amo" no creo ni que se hubiera sorprendido. Mis sentimientos hacia él me traicionaban y como Alice decía, el descubrírselos a un hombre, era que jugara con una ventaja que no me convenía en absoluto, pero ya estaba hecho y no había vuelta atrás.

Comencé a soltar mis piernas que estaban firmemente agarradas a su cintura.

- ¿Qué ocurre?

- Lo siento no quería estropear este momento.

- ¿Por qué dices eso? No has estropeado nada Bella, al contrario -agarró mis piernas y las puso de nuevo alrededor de su cintura ya que él no se había movido de su posición y empezó a besar mi cuello hasta llegar al hueco debajo de mi lóbulo derecho, donde rozó sus labios causándome un escalofrío -al contrario, haces que todo sea mejor, que las sensaciones se intensifiquen. Eres muy apasionada y tan generosa cuando lo hacemos… -movió su cadera hacia atrás empujándose dentro de mí- como me ves, nada se ha estropeado. 

Su sonrisa pícara me devolvió la mía, y comenzó un vaivén que hacía que mi espalda chocara contra la pared una y otra vez. Mi concentración perdida, pronto se focalizó en Edward y su ardiente mirada de deseo, que recorrió todo mi cuerpo encendiéndolo de nuevo.

El chocar de nuestros cuerpos mezclado con el sonido del agua era tan excitante que llegué al clímax en cuestión de segundos. 
Edward era fuerte y me sujetaba con seguridad. Yo era una muñeca entre sus brazos. Cuando llegó y se derramó dentro de mí, jadeó en mi sien.

- Quiero que sepas, que para mí eres la chica ideal, por favor no lo dudes.
Ha sido genial estar dentro de ti como la primera vez, sin nada entre nosotros, piel con piel.

Y me besó. Me besó y me besó hasta que nos deslizamos poco a poco por la pared húmeda quedando sentados en el plato de la ducha.
Edward no pudo ver las lágrimas que recorrían mi cara mezcladas con las que caían del rociador.
Odiaba mi mala suerte. Había encontrado al chico ideal pero era de la ciudad equivocada.

Esa noche dormí literalmente amarrada a él.
Edward dormía boca arriba y  yo lo sujetaba firmemente con mi piernas rodeando uno de sus muslos y con mis manos sujetando el brazo del mismo lado.
Así me dormí y así me desperté por la mañana.

- ¿Qué tengo que hacer para que me lo digas?

- No tienes que hacer nada Jasper. ¿Supéralo! 

- Es que por mas que le doy vueltas no puedo imaginar cuando me viste desnudo.

Edward me miraba desde el otro lado de la barra de desayuno, de la cocina americana del apartamento de sus padres con esa medís sonrisa de vez en cuando guiándome un ojo. 
Desde que nos habíamos levantado habíamos tenido a Jasper pegado a nosotros.

Jasper volvió a la carga.

- Ya lo tengo. Te gusta mirar. Te has colado en la habitación de Alice mientras lo hacíamos, está claro.

Mi cara debía de ser un poema, porque Edward comenzó a negar con su cabeza mientras aguantaba la risa.

- ¡Bingo! ¿Cuándo fue?

- Yo no he hecho tal cosa -dije.

- Tu rubor te delata Bella -dijo Jasper.

- Déjala en paz Jazz - por fin Alice decidía tomar partido.

- Cuéntame, ¿qué te parece? Edward está bien armado, pero yo tampoco me quedo corto ¿no?

La tostada que estaba untando de mermelada, voló por encima de la mesa hasta acabare en la cabeza de Jasper.

Me llevé la mano a la boca al drama cuenta de lo que había hecho, mientras Edward rompía por fin en carcajadas.

- Lo siento Jass, pero me has superado, y no te voy a contestar a eso.

Jasper no salía de su asombro mientras Alice reprendo la risa le quitaba parte de la mermelada del pelo.

- Joder Bella, esto va a tener represalias que lo sepas.

- Ni se te ocurra -le dijo Edward- tú la has presionado, deja ya de insistir maldito egocéntrico.

- Esperad un momento chicos -habló Alice- a mí también me interesa ese tema sobre la armadura de Edward, además, así estaríamos en igualdad de condiciones Bella, tú has visto lo que yo tengo cada noche en mi cama y quiero saber lo que tú llevas a la tuya -dijo con mirada insinuante.

- ¡ALICE! - chillé.

- Oh vamos Bella, quiero saber.

- Pero esto no es como cuando éramos niños chicos, "enséñame tu cosita y yo te enseño la mía"

- La mia de cosita nada guapa, en todo caso "Cosota"

- ¿"Cosota"? Joder Jass, eres la leche -soltó Edward.

Esto no tenía ninguna pinta de solucionarse, así que decidí decir la verdad.

-Bueno pues yo no he visto tu, tu, tu…

- ¿Cosota? -rió Edward, al que fulminé con la mirada por su falta de colaboración.

- Lo único que he visto ha sido tu trasero depilado.

- ¿Trasero? - comentó Alice mientras yo asentía.

- Yo no me depilo el culo tía.

- Bueno puesto tu culo blanco y lampiño.

- ¿Pero de dónde has sacado a esta tipa Edward, que dice trasero en vez de culo y usa palabras como "lampiño"?

- Al margen de eso -soltó Alice- es un buen culo Bella, reconócelo.

- Sí, sí. Es el mejor culo que he visto en mi vida -estaba dispuesta a decir lo que fuera por zanjar ese asunto.

Cuando levanté la mirada, un orgulloso Jasper besaba el tope de la cabeza de Alice mientras Edward me dirigía un fruncido ceño, que yo rápidamente intenté de aligerar al rodar mis ojos hacia atrás y negar con la cabeza. Me acerqué a él y me puse de puntillas.

- No sé lo cree ni él, pero de alguna forma había que parar esto -le susurré al oído.

Acto seguido me abrazó y yo le correspondí mientras girábamos nuestras cinturas con los pies firmemente en el suelo.
Era cuando hacía esas cosas, que esa sensación de presión que nunca me abandonaba desde que había admitido mis sentimientos hacia Edward, se intensificaba más.
La noche anterior me había pedido que confiara en él, pero hasta ahora no había hecho nada para darme un mínimo de esperanza. Yo no quería que esto acabara con el verano, pero él, aun no había hecho ni la más mínima alusión al tema.

¡Disfruta Bella, disfruta! te lo has prometido a ti misma, vive el momento. 

Qué difícil era seguir mi propio consejo.


- He estado pensando en que esta semana podría venir a ayudarte a limpiar el apartamento antes de que lleguen tus padres.

- Oh no te preocupes. Carmen viene los martes y viernes a dar una vuelta y limpiar un poco.

- ¿Carmen? nunca hemos coincidido con ella.

- Es la mujer que se ocupa de que el apartamento esté en condiciones en invierno y verano. Mi madre la contrató el año que compraron el apartamento y suele venir  a partir de las doce del mediodía, me deja la comida hecha -dijo guiñándome un ojo.

- Bueno, eso está bien, es una suerte poder permitírselo.

- Te aseguro que aunque no te lo parezca no le doy demasiado trabajo.

- No sabría yo -le comenté entre risas.

Fuimos a la playa y allí nos juntamos con unos chicos que necesitaban gente para jugar a Voleybol.
A mí los deportes se me daban fatal, pero acepté jugar aunque fuera para hacer bulto.
La mañana pasó rápido y fuimos a almorzar algo a un chiringuito, donde acabamos tomando cócteles como unos turistas más.
Edward se quedó a dormir conmigo y así comenzó otra nueva semana.
Pasó el lunes, miércoles y llegó el viernes junto a los padres de Edward. Ese día me vino a buscar feliz, habían escogido su proyecto y lo iba a celebrar con ellos comiendo al día siguiente. Yo me sentí extraña, porque para mí también era una gran noticia, pero no parecía que la celebración la tuviera que compartir conmigo. Luego me reprendí por pensar así. Ellos eran sus padres y él, al fin y al cabo lo había celebrado conmigo de otra manera, con emoción, felicidad y unos besos muy efusivos.
El sábado por la noche salimos de fiesta para no perder la costumbre. Acabamos paseando descalzos por la playa. Edward estaba muy callado y yo solo miraba como mis pies se hundían en la fina arena, provocando un ligero masaje en ellos.
De pronto Edward me tiró del brazo y caímos al suelo riendo. Sujetando mi cabeza por el cuello se inclinó y me besó.

- ¿Ya te he dicho que han elegido mi proyecto para ser construido como el centro comercial? -Me reí de su entusiasmo.

- Creo que como unas veinte veces en veinticuatro horas -le solté poniendo los ojos en blanco burlándome de él.

Con su otra mano me acariciaba el rostro y con sus dedos tentaba a mi boca pasándolos por mis labios.

- Y ¿te has dado cuenta de lo que eso significa? -su mirada seguía la linea de sus dedos en mi boca.

- ¿Qué vas a cumplir el sueño de todo arquitecto? ¿Qué vas a convertirte en un ejecutivo trabajador y el orgullo de tus padres? 

Su mirada hasta ahora perdida, se dirigió a mis ojos. Si hubiera tenido que descifrar lo que me querían decir, creo que jamás lo habría adivinado. No parecía querer mostrarme lo que sentía en ese momento, hasta que después de unos interminables segundos comenzó a hablar.

- El centro comercial se va a construir aquí, en Santa Bárbara. Y da la casualidad, que tú estás en el mismo sitio. ¿Qué más puedo pedir? 

Y después de esa declaración de intenciones, devoró mi boca hasta dejarme sin aliento. Mi corazón palpitaba a un ritmo frenético, mientras la herida de mi interior, comenzaba a sanar. 
No necesitaba más, aquello eran más que palabras.
En mi cabeza tan solo podía ver la palabra que jamás diría "Te amo", mientras una vieja melodía sonaba en mi cabeza, la balada de Extreme "More than words" mientras precariamente, intentaba retener las lágrimas.



N.A.: Bueno otro capítulo más. Este va a ser el fic más lento del mundo mundial.
Por cierto, ¿no os parece que esta Bella es algo pesadita y algo negativa? a mí ya me estaba poniendo un poco de los nervios.

Espero vuestras reflexiones. Animaos chicas! que cada vez somos menos :P


May  Cullen

viernes, 12 de abril de 2013

ONE SHOOT




DIARIO DE UN GIGOLÓ

by May Cullen

Edward es un gigoló, que nos narra sus experiencias como si de un diario se tratase.


NOCHE DE SAN JUAN "Aquí y ahora" capítulo 10









"Aquí y ahora"


La última semana había sido especial.

Desde el sábado anterior en el que jugamos con el helado, pasando por toda la semana como una pareja, que lleva mucho tiempo juntos y se compenetra perfectamente.

Fue una alegría el saber que no la había dejado embarazada, no quería enfrentarme, ni dedicarle ni un solo pensamiento a esa posibilidad, había decidido que si nuestra imprudencia tenía su fruto, nos preocuparíamos y hablaríamos de ello cuando ese hecho se confirmara, pero me negaba a hacerlo antes de tiempo.

Al final todo resultó una falsa alarma y a partir de ese momento se acababan los riesgos innecesarios.

La noche que la invité a casa de mis padres a cenar, se lo dije. Le dije exactamente lo que pensaba y lo a gusto que me sentía con ella. Algunos días mientras paseábamos por la playa por las mañanas la había notado callada y triste, como si estuviera melancólica.
Eso me hizo pensar que quizás echaba de menos algo o a alguien, pero Jasper me sacó de dudas cuando me dijo que Alice le había comentado que hacía mucho tiempo que Bella no se encontraba en una relación.

Repetir nuestra sesión de sexo en el espejo, hizo salir al pervertido que llevo dentro y aunque me encantaba que se dejase hacer, también me gustaba mucho cuando tomaba la iniciativa y me encontré deseando que lo hiciera más menudo.
Estaba claro que alguien había dejado su autoestima algo dañada y yo me iba a encargar de restablecerla al lugar donde debía estar.
Teníamos un largo verano por delante para trabajar en ello.

Otra semana pasó envuelta en la rutina de las mañanas de playa, los masajes con el bronceador, y mis simuladas siestas, para calmar al monstruo que habitaba entre mis piernas cada vez que Bella me tocaba. Ella mientras tanto, se tostaba al sol.
Me habría encantado tener una playa privada donde lo pudiera hacer totalmente desnuda para evitar las antiestéticas marcas de su bikini. Bella bronceada era un pecado para la vista. Había comenzado a recogerse la parte trasera cuando tomaba el sol en la espalda y cuando lo hacía, directamente me iba a dar un baño, ese pequeño culo respingón me tenía loco.
La mayoría de las tardes, Jasper las pasaba con Alice y algunas veces, me unía a ellos si salían a hacer compras o a alguna cafetería hasta que se hacía la hora de ir a buscar a Bella.
La mayoría de las noches las pasábamos en su apartamento, donde siempre teníamos sexo. Nunca había tenido tanto y tan a menudo, ni siquiera con Victoria, que era una auténtica depredadora sexual.
Con Bella tenia sentimientos encontrados. La deseaba continuamente, lo mismo la quería devorar y follar fuerte y duro, que hacerle dulcemente el amor, pero lo que  más deseaba, es que esos días no acabaran nunca.

El viernes salimos de fiesta y aunque no soy de los que bailan en las discotecas, me lanzaba a la pista con ella sin pensármelo dos veces. Jasper me miraba alucinado, y yo simplemente me encogía de hombros y le guiñaba un ojo. Solo bailaba, tampoco hacía como él, que no podía remediar hacer el payaso continuamente, provocando las carcajadas de Alice y Bella todo el rato.

Alice y Jasper hacían una gran pareja. Lo mismo estaban a punto de ser echados por escándalo público, que reían y bailaban sin parar. Me sorprendió saber que Jasper estaba pensando en buscarse algún trabajo allí  para cuando acabase el verano. Quería tomarse un año sabático ya que la carrera de derecho le tenía muy estresado, o quizás hacer unas pocas asignaturas a distancia. Él nunca, y cuando digo nunca, es exactamente eso. Nunca se había planteado una relación a largo plazo y no podía sentirme más contento por ello, pero una pregunta había quedado en el aire, la cual me negué hacer en el momento en el que me lo contó, y era si Alice, sabía que Jasper tenía esos planes.
Según Bella, hasta ese momento, Alice había utilizado a su antojo a los hombres y había tenido varias relaciones de varios meses, y aunque se les veía tan bien juntos, eso no quería decir, que fuera a ser uno más de su lista.

Yo no me había planteado nada, solo quería disfrutar del "Aquí y ahora" éramos jóvenes y mi proyecto de fin de carrera estaba entre los finalistas para hacerse realidad como el nuevo centro comercial de Santa Bárbara y solo esperaba que mi padre tuviera la suerte de conseguir el contrato, para construirlo codo a codo con él si llegaba a ser finalmente elegido.

El sábado nos fuimos los cuatro a cenar a un mejicano y disfrutamos de una fiesta en la playa de nuevo, Bella y yo procuramos no beber demasiado y como mis padres hasta la semana siguiente no vendrían a pasar sus vacaciones de verano, decidimos aprovechar para ir al apartamento. 

- ¿Qué os parece si jugamos unas partidas al strip póker? -comentó Jasper-

- ¡Ni de coñá! -contestó rápidamente Bella- Juego fatal y seguro que acabo desnuda la primera, además, para mí no tiene mucho aliciente, ya os he visto desnudos a todos.

Jasper y yo nos quedamos mudos del asombro y mirándola con cara interrogante, mientras Alice no parecía darle importancia. ¿Cuándo había visto Bella a Jasper desnudo? estaba claro que a su amiga lo habría hecho en más de una ocasión, las chicas hacían esas cosas de desnudarse las unas delante de las otras, pero ¿Jasper?

- ¿Y cómo es eso? -le pregunté-

- ¡Ahhhh! Si quieres te lo cuento mientras probamos de nuevo esa ducha de hidromasaje tan increíble, que tienen tus padres en su habitación -me dijo mientras me guiñaba el ojo con una sonrisa pícara.

Jasper bufó, mientras gruñía un "maldito cabrón con suerte" pero algunos beneficios tenía que tener al ser el hijo de los dueños del apartamento.
No me lo pensé dos veces. La agarré de la mano.

- ¡Muy bien! Te sacaré la verdad activando el hidromasaje frontal y lateral simultáneamente.

Bella estalló en carcajadas mientras me seguía al dormitorio.

Ya debajo de la ducha, me confesó que había visto desnudo a Jasper la primera vez que pasamos la noche juntos, cuando a la mañana siguiente llegó al apartamento que compartían Alice y ella y entró a comprobar que estuviera su amiga. Allí encontró a Jasper atravesado encima de Alice y tuvo una visión perfecta de su culo.
Lo había visto desnudo, estaba claro, pero no cómo él había pensado.
Sin duda a la mañana siguiente me torturaría hasta averiguar cuando lo había visto Bella en paños menores, y yo, iba a disfrutar mucho de sus técnicas de persuasión.


May Cullen

martes, 5 de marzo de 2013

Cada cosa en su lugar

Después de dos años y pidiendo mil disculpas aquí está la continuación de

NOCHE DE SAN JUAN  Capítulo 9













Cada cosa en su lugar



Desperté con ciertos dolores en mi bajo vientre que me resultaron bastante familiares.
Me levanté despacio y con cuidado de no despertar a Edward.
Ya en el baño, pude comprobar que me había venido el periodo. Creo que nunca en mi vida me había puesto tan contenta de que lo hiciera. Ahora todo estaba como debía. Ya suponía que no me podía haber quedado embarazada por los cálculos que hice, pero nunca se sabe.
Recordé que llevaba una vieja receta de anticonceptivos en mi cartera cuando tuve desarreglos una temporada. Esa misma tarde pasaría por una farmacia de 24 horas ha comprármelos y los empezaría a tomar.
Parecía que lo mío con Edward tenía probabilidades de prolongarse durante todo el verano y no quería tener que preocuparme por descuidos y calentones, ya que parecíamos dados a tenerlos a menudo.
Llevaba los pies descalzos y noté la humedad en el suelo.
La noche anterior después de utilizar nuestros cuerpos para tomar el postre, nos dimos una ducha que pareció más una lucha de voluntades que otra cosa y las evidencias estaban por el suelo.
Edward no parecía cansarse y después de ayudar a enjabonarme, estaba más que dispuesto para otra ronda. Yo intenté escapar de sus intenciones ya que el agua y los condones no me daban una buena fiabilidad y la marcha atrás ya no era una opción.
Al final nos secamos deprisa y volvimos a la cama, donde esta vez con más calma, me hizo el amor despacio, besando cada poro de mi piel, provocándome con sus caricias y llevándome al éxtasis en dos ocasiones más.
Creo que la sonrisa en mi cara, iba a ser casi permanente.

Abrí el armario del baño y saqué un analgésico y me tomé un vaso de agua.
Volví a la cama y me acurruqué junto al cuerpo de Edward llevando una de sus grandes manos a mi tripa, para que me diera calor y me ayudara a que mis dolores cesasen hasta que me hiciera efecto el paracetamol.
Era domingo y podía dormir hasta la hora que me diera la gana y eso sin duda lo iba a apreciar bastante.

Me quedé dormida.

- Bella, despierta, ya son casi las dos. ¿No tienes hambre?

- ¡Ummm! Sí claro, me vendría bien comer algo.Tengo que decirte una cosa.

- ¿Qué ocurre? No tienes buen aspecto.

- Me duele un poco la tripa, me ha bajado la regla. Se me ha adelantado unos días. Ahora cada cosa está en su lugar.

- Se acabaron las similitudes con mis padres -dijo sonriendo.

- Sí, y no sabes cuanto me alegro.

Me besó en los labios.

- Vamos a comer algo dormilona.

El domingo pasó más rápido de lo que hubiera deseado.
Nos quedamos los cuatro en casa intercalando películas de acción con comedias románticas de las que nos gustaban a Alice y a mí, salvo esa pequeña escapada a la farmacia, eso fue todo lo que hicimos.

Edward no se separó de mí, más que cuando me levanté a preparar unos sandwichs para la cena y aun y todo se acercó a ayudarme, mientras me besaba en la nuca apartándome unos mechones de pelo que se habían escapado de mi coleta, mientras  Jasper y Alice desaparecían en la habitación para "echar uno rapidito" , como él dijo. Y tanto que lo fue, porque pronto oí aquellos grtitios tan característicos suyos.

Esa noche se marcharon los dos a casa de los padres de Edward y Alice y yo nos despedidos hasta el día siguiente, porque no teníamos ni ganas de hablar entre nosotras. Solo nos abrazamos y nos sonreímos con cara de tontas y de felicidad. Nunca hasta entonces habíamos estado en una situación así y la verdad es que era fantástico, estar dos amigos con dos amigas.

Aquella semana pasó rápida. 

Por la mañana quedábamos en la playa hasta la hora del almuerzo en el que yo me daba una ducha y me iba a trabajar. Edward venía todos y cada uno de los días a recogerme y nos veíamos en nuestro apartamento. Procurábamos cenar cosas que compraban los chicos y las cocinábamos, o unos simples bocadillos y pizzas congeladas.
Edward no hizo ningún intento mientras estuve en mis días y la verdad es que se lo agradecí. A mí ese rollo de hacerlo con la regla no me iba nada, aunque tenía que reconocer que me apetecía muchísimo más de lo normal y eso nunca me había ocurrido, pero imaginé que era porque no me podía resistir a sus encantos naturales. Nunca había conocido a un chico como él. Dulce, simpático y atento y para colmo un fenómeno en la cama. ¿Quién puede pedir más? Supongo que mi cupo de malotes estaba desbordado y Edward era mi premio final.

- Te veo triste Bella. ¿Qué pasa? ¿Edward y tú habéis discutido? -me dijo Alice una noche.

- ¡No, que va! De hecho quiere que cenemos en el apartamento de sus padres el sábado "nosotros solos" le he tenido a dieta esta semana.- Me reí al ver la cara de Alice.

- Ya entiendo, y sin embargo se ha quedado tres noches a dormir ¡Qué majo!- Se burló.

Le saqué la lengua.

- ¿Entonces? ¿Qué es lo que ocurre?

- Sé que ha pasado poco tiempo, pero creo que me he colado del todo Alice, y eso no es nada bueno. Nunca había vivido el típico amor de verano y pienso que cuando acabe me voy a quedar hecha polvo.

- ¡Ya estamos! "Bella la optimista in action" ¿Acaso no puedes disfrutar del momento? ¿Del día a día, del sol, de las fiestas y de los revolcones con Edward? Aunque no lo creas, sé perfectamente lo que sientes, yo tampoco me había enganchado tanto con un tío. Otras veces había estado varios meses con el mismo, pero te puedo asegurar que no hay nada comparable a Jasper. Es divertido en todas sus facetas, y eso me gusta mucho, pero que mucho mucho, aunque a veces no pueda remediar ser un capullo, pero esa es su personalidad.

No pude estar más de acuerdo y entristecerme por algo que sin duda iba a pasar quisiese o no y eso me iba a impedir disfrutar de la compañía de Edward y no podía empañar mi felicidad con aquello. Mi relación con él, aunque no hubiese comenzado de la manera más habitual y nunca me hubiese pedido formalmente salir con él, era más solida que las que había tenido jamás.
Esta relación tenía fecha de caducidad, El final del verano, y lamentablemente no tenía el poder para cambiarla.

Siempre me había comportado de una manera sumisa con todos los chicos con los que había estado. Dejando que ellos dieran el primer paso y no negándome jamás a sus deseos. Estaba ansiosa por complacer, como si por aquello fuera a conseguir que se quedaran más tiempo conmigo. No podía haber estado más equivocada. Acababa utilizada y olvidada, salvo por alguno que otro que repetía, pero que nunca me dejaba ser yo misma, a la mañana siguiente las despedidas eran frías y eso si se quedaban, nunca había una propuesta para quedar para ir al cine, tomar una copa o vernos al día siguiente. Nada. Sin embargo Edward en un par de semanas me había dado todo aquello y mucho más. ¿Cómo no iba a enamorarme locamente? Era perfecto, no era un cachas ni por asomo un metrosexual pero era lo que toda chica como yo podría desear.
Estaba metida en un buen lío, mi corazón iba a quedar devastado.

- ¿Además? ¿Quién te dice que después del verano no seguiréis viéndoos? Querer es poder Bella y las relaciones a larga distancia existen, recuerda que sus padres seguirán teniendo su casa aquí.

- Si claro, como si fuéramos adolescentes que se van a jurar amor eterno y se van a esperar de un verano para otro ¡Venga ya, Alice!

- No puedo contigo Bella ¡de verdad!

Lo mío no era el optimismo, pero a la experiencia me remitía. Edward podría tener a la que quisiera y su futuro sin duda era prometedor y yo como ya le dije a su madre no me interpondría en él. Todo el mundo superaba una ruptura con su primer amor y yo no iba a ser menos. Así que seguiría el consejo de Alice y viviría el momento con toda intensidad. Aun nos quedaba mucho verano por delante, no había hecho más que empezar.

Edward optó por comprar una sombrilla y pasar parte de nuestras mañanas playeras bajo ella.
Lo primero que hacíamos después de colocarla, era tumbarnos en las toallas y comenzar nuestro ritual recién adquirido de colocarnos el uno al otro la crema de protección solar, del cual se podría decir que disfrutábamos los dos mucho. Hasta creo que empezó a gustarle tenerse que poner crema.
Él siempre aprovechaba para darme un ligero masaje en la espalda que yo agradecía profundamente. A parte del placer de sentir sus manos por todo mi cuerpo, se le daba bien descontracturar músculos.

- Me estáis poniendo malo con tanto masajito chicos -dijo Jasper.

Los días que se dignaba a levantarse con Alice, se apuntaba a venir con nosotros a la playa argumentando que no tenía nada mejor que hacer.

Nosotros nos reímos.

- ¿Tienes envidia Jasper? -le soltó Edward.

- ¿Envidia yo? ¿De qué? ¿De ver lo empalagosos que sois?

- Estoy seguro de que te gustaría que Alice estuviera aquí para que te pusiera bien de crema por el cuerpo.

- Si te soy sincero Edward, no es precisamente el masaje que me gusta que me dé.

Yo no pude remediarlo y le lancé el tuvo que le dio en toda la cabeza.

- ¡Auch! Eso ha dolido. Pero ya que tan amablemente me lo has dado ¿Te importa darme un poco de crema?

- Oh vaya, pensé que no te iban los masajes-le solté con ironía.

- Solo quiero que me la untes, no que me masajees con ella, no quisiera que la novia de mi me mejor amigo me pusiera cachondo, salvo que eso sea lo que quieras claro.

Entonces fue Edward el quien le propinó un puñetazo en el brazo.

- ¿Eyyy? Os podría denunciar por maltrato a un amigo.

- ¡CALLATE! -gritamos a la vez.

La palabra "novia" aun seguía resonando en mi cabeza, sobre todo después de ver que Edward no parecía haberse molestado al oírla ni hacer ningún comentario al respecto, lo que hizo que de nuevo se dibujara en mi cara una sonrisa estúpida mientras disfrutaba de los rayos del sol calentando mi cuerpo.

La noche del sábado, le pedí a Edward que me fuera a buscar a casa y no al trabajo, un poco más tarde, para que me diera tiempo a darme una ducha rápida y cambiarme de ropa. Aquel día había hecho mucho calor y necesitaba refrescarme y ponerme guapa para él. Se podría decir que era absurdo, estábamos en la playa y nos veíamos a diario, pero aquella noche era como si fuera nuestra primera cita formal los dos solos y me hacia realmente mucha ilusión.

Me maquillé suavemente; solo rímel y brillo de labios, ya que el sol de los últimos días, había dejado sobre mi piel un ligero bronceado que evitaba que me tuviera que embadurnar de maquillaje para cubrir mi habitual pálido rostro.

Llegó a recogerme sobre las diez. Era algo tarde, pero no pareció importarle.

- Estás guapísima.-y me besó suavemente en los labios- ¿vamos?

- ¡Claro! -y le cogí de la mano que me ofrecía sin podré evitar sonrojarme ante su halago.

Cuando llegamos al apartamento de sus padres, la mesa estaba decorada con velas aromáticas y los cubiertos y los platos preparados.

- ¿Te puedo ayudar en algo?

- No, mientras tomamos la ensalada que ya está preparada se terminarán de cocer los espaguetis. No es una gran cena, pero sé que te gusta la pasta y si te digo la verdad es lo único que me sale decente. -sonrió.

- No tenías que haberte molestado, yo podría haber cocinado cualquier cosa.

- Lo sé, pero es sábado y acabas cansada de trabajar toda la semana y me apetecía ser yo quien cocinara para ti. Quiero que sea una noche especial, también podríamos haber salido a cenar por ahí, pero esto me parecía más íntimo. ¿Está bien para ti?

- Está de maravilla para mí, te lo aseguro.

Y tanto que sí. Estaba en mi nube particular y no quería bajarme de ella de ninguna manera.

Había preparado una ensalada de rúcula con parmesano y unos espaguetis al pesto. Todo estaba delicioso. Sacó una botella de Lambrusco rosado muy fría que nos bebimos sin casi darnos cuenta.

- Ven aquí. 

Me extendió su mano y me acercó hasta que quedé sentada en su regazo.

-¿Te ha gustado la cena?

- Muchísimo, me he quedado realmente llena.

- Pues es una lástima, porque aun queda el postre.- me dijo mientras sus labios rozaban mi cuello.

- Te juro que no me cabe nada más.

Edward separó bruscamente su boca de mi cuello y alzó su mirada hasta mi cara con cara de asombro.

- ¿Estás realmente segura?

Entonces me di cuenta de lo que había dicho y del doble sentido. Me mordí el labio y Edward sonrió.

- Porque había preparado fruta de temporada cortada en pedazos para que hiciéramos una fondue de chocolate con ellas.

- Eso suena interesante, pero ¿podríamos tomarla más tarde? cuando se me haya bajado la cena. ¿Te parece?

- Me parece estupendo, porque estaba pensando en una manera de bajar la cena, pero no sé si estará disponible -dijo arrastrando la última palabra.

Me acerqué a su oreja y le susurré.

-Disponible y en perfecto estado de revista.

- ¡Jajajaja! -se carcajeó mientras hacía que cambiara de posición y esta vez me sentara a horcajadas sobre sus piernas -no sabes cuanto me alegro- me susurró.

Besó mi cuello haciendo que echara mi cabeza hacia atrás acercándose a mi escote.

Llevaba una camisa blanca sin cuello ni mangas, con una falda hasta la rodilla tostada con algo de vuelo, con motivos tribales naranjas en el borde y unas alpargatas de cuña alta atadas a mis tobillos.

Fue desabrochando poco a poco los botones de mi camisa mientras me besaba debajo de la oreja y el cuello.
Emitió un pequeño suspiro y abarcó con sus grandes manos mis pequeños pechos.
El conjunto de ropa interior que llevaba era de microfibra muy fina en color champán y mis pezones endurecidos luchaban por abrirse paso tras la tela.
Estaba muy excitada. Edward tenía ese efecto fulminante en mí, no hacía falta que hiciera, ni insinuara a penas nada y ya me tenía derretida antes de tocarme.
Sus manos seguían acariciándome. No parecía importarle que mis senos se perdieran en ellas, al contrario, siempre les dedicaba la suficiente atención y nunca se olvidaba de ellos como ya me había ocurrido con otros chicos; y ellos en respuesta se erguían orgullosos entre sus manos y mis gemidos no tardaron en salir.

Subió por mi mandíbula, besó mi sien y se detuvo en mi frente. Notaba su barbilla apoyada en el puente de mi nariz.

- Me ocurre algo extraño cuando estoy contigo ¿sabes?

Un escalofrío recorrió mi columna temiendo que sus siguientes palabras no me fuesen a gustar.

- Es extraño - continuó- siento como si lleváramos mucho tiempo juntos. Como si nos conociéramos desde mucho antes de aquella noche.

Suspiré.

- ¿Mucho tiempo? ¿Cómo si ya te hubieras aburrido de mí?

Se separó de mi frente instantáneamente.

- ¡NO! -me agarró de la barbilla- Al contrario, como si nos complementáramos, como si el encontrarnos ese día fuese provocado por el destino, como si debiéramos haber estado juntos siempre. Igual estoy sonando ridículo, lo siento.

Mis ojos comenzaron a brillar.

- Yo siento algo parecido Edward -dije bajando la voz- nunca me he sentido tan bien junto a nadie en tan poco tiempo que no fuera una chica.

Edward cerró los ojos y sonrió ante mi comentario y besó mi nariz.

- Eres absolutamente adorable. Jamás habría pensado que aquella chica que se entregó a mí con tanta pasión, fuera a ser la chica tímida y sencilla que eres. He de confesarte que me dejaste alucinado cuando accediste sin conocernos a practicar todas aquellas posturas, pero a la mañana siguiente me di cuenta de que me había aprovechado de tu embriaguez y si te digo la verdad me alegré de que te hubieras marchado.

Mi cara de decepción debió de ser evidente.

Cogió mi rostro entre sus manos.

- No quería que pensaras que había abusado de ti. Pero te puedo asegurar que me dejaste una huella permanente y que nuestros caminos se volvieran a cruzar fue lo mejor que me pudo pasar.

Sonreí tímidamente y esta vez fui yo quien me lancé a sus labios. Tirando de su labio superior que tanto me gustaba y accediendo al interior de su boca mientras me abrazaba y me pegaba a su cuerpo haciendo que notara su evidente excitación.

Se deshizo de mi camisa y empujó la silla en la que estábamos sentados hacia atrás y me inclinó hasta que apoyé parte de mi espalda en la mesa. Un camino de besos desde mi cuello hasta mi escoté acabó con su lengua empapando mis pezones a través del sujetador, mientras agarraba con fuerza mis caderas y hacía que nuestros cuerpos se rozaran en nuestra zona más caliente.

Yo acariciaba su desordenado pelo y pasaba las manos por su nuca dibujando pequeños círculos que hicieron que el vello se le pusiese de punta.

- ¡Vamos a la cama!

En la misma postura en la que estábamos, me sujetó del trasero y me llevó hasta la habitación de sus padres. Los recuerdos volvieron a través de la nube de alcohol de aquel día y no pude remediar ponerme colorada solo de pensar en los espejos. Esta noche también estaba algo bebida, quizás no tanto, pero ya no me sentía tan segura de ver nuestros cuerpos reflejados en los espejos.

Bajé mi mirada a su pecho que tan solo tenía un par de botones abiertos de la camisa.

Edward me deslizó por su cuerpo hasta dejarme de mi pie frente a él y se sentó en la cama. 

Comenzó a bajar la cremallera lateral de mi falda. Deshizo las lazadas de mis alpargatas y me desabrochó el sujetador lamiendo cada unos de mis pezones al ser descubiertos.

Entonces me dio la vuelta y me puso cara al espejo.

- Mírate, eres preciosa.

MI rubor, cubrió mi cara y parte de mi cuerpo, cosa que jamás pensé que fuera posible y bajé mi mirada al suelo mientras notaba como deslizaba mis braguitas por las piernas.

Salí de ellas.

- ¿Qué ocurre Bella? ¿No crees que seas bonita? Lo repito, eres preciosa y no deberías de avergonzarte de estar desnuda delante de un espejo mientras yo te observo. Es algo que me encanta y que llevo dos semanas soñando en poder repetir.

Mi Edward fetichista estaba en acción y en mi naturaleza estaba concederle todos sus deseos. Sabía perfectamente que si le decía que me sentía cohibida con esa situación él acabaría con ella, pero mi ego venció mi timidez y el saber que él me veía hermosa hizo que levantara la mirada de nuevo al espejo y al ver su  cara asomando por un lateral de mi cuerpo mientras tocaba con una mano uno de mis pechos y con la otra recorrer mi estómago bajando por mi pubis, me animó a seguir con ello. La lujuria y el deseo se veían reflejados en su hermosa cara y yo de repente me sentí orgullosa de mi cuerpo y del poder que ejercía en ese hombre en ese preciso momento.
Abrí mis piernas y dejé que me tocara íntimamente mientras pequeños mordiscos recorrían mi costado derecho.
Estaba empapada y deseando sentirle dentro pero sabía que me quedaba un largo camino para ello.
Me di la vuelta voluntariamente y besé su boca mientras le desnudaba.
Le quite la camisa, y le comencé a desabrochar los pantalones y entonces me agaché para ayudarle a salir de ellos. Me llevé con ellos sus bóxers y los aparté a un lado y comencé a tocarle y acariciarle de arriba abajo. Me encontraba exactamente en la misma posición que aquella noche en la que estábamos juntos y no dudé ni un momento, me lo llevé a la boca mientras él exhalaba ruidosamente. Cuando levanté los ojos a su cara, su mirada estaba nublada por el deseo y la apartó para dirigirla al espejo como aquella vez. Sí, le gustaba mirarnos a través de él y eso hizo que me pusiera más excitada todavía si era posible.
Me levantó e hizo que me girara de nuevo cara el espejo besando mi cuello, acariciando mi cuerpo entero… cerré lo ojos y me dejé llevar notando su erección en la espalda.

- Apoya las manos en el espejo.

Hice lo que me pidió

Allí estaba yo mirándome en él, completamente desnuda con su mirada fija en mí cara y después recorriendo mi espalda.
Se apartó para buscar algo en la mesilla.
Sacó un condón. Aun no le había dicho que estaba tomando la píldora porque quería que pasara un tiempo prudencial para que ejerciera su efecto. 
Se lo puso mientras yo continuaba en la misma poción.
Se acercó de nuevo y comenzó a tocarme desde atrás deslizando dos de sus dedos dentro de mí, como si quisiera comprobar lo lubricada que estaba y ya lo creo que lo estaba.

Tiró un poco de mí para que mis caderas se echaran para atrás, flexionó sus piernas y me penetró en esa posición. Cerré los ojos ante la sensación. Se quedó quieto.

- Si te hago daño quiero que me lo digas -tan solo asentí-

Una vez que empezó a moverse me agarró de los pechos y nuestras miradas coincidieron en el espejo.

- Eres perfecta, esto es perfecto.

Cuando tocó mi clítoris estaba tan encendida que rompí en un fuerte orgasmo mientras él embestía más duramente dentro de mí animado por mis gemidos.

Cuando se corrió, calló de rodillas llevándome con él.

- Creo que podría hacer esto todos los días de mi vida- me dijo entre jadeos.

- Estoy segura de ello, lo que no sé es si yo sería capaz de seguirte el ritmo.

Rompió a reír y me rodeó fuertemente con sus brazos mientras yo dejaba caer mi cabeza en el hueco de su hombro.

Si existía la felicidad, yo estaba en el momento cumbre de ella.




May Cullen

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...