martes, 1 de mayo de 2012

ANHELO DESDE LA OSCURIDAD - Capítulo Final:



“En Busca de Redención – Parte II”

“Matarla”
Leí la palabra en su rostro y mente, aunque de ipso facto una respuesta salió de mi boca.
-          Sobre mi cadáver. – gruñí. – ¡Intenta ver en donde están ahora!.
-          Edward, mi don predice, no ve en tiempo real…
-          ¡Entonces ve hacia donde carajos se dirigen! ¡Necesito saber en donde están!
La velocidad del marcador descendió de 180 a 120 km por hora, y a pesar de que los Porsches 911 Turbo tienen una excelente reputación entre los más lujosos deportivos del mundo; en ese momento se me antojaba más como un morrocoy cojo que avanzaba con lentitud exasperante. Sus ojos apuntaban a la carretera pero su mente se iba colocando en blanco para darle paso a imágenes. Imágenes que mostraban un Camaro SS negro con bandas blancas del 67 volteado. No hace falta decir que se me hizo un hueco en la boca del estómago, y eso fue antes de sobresaltarme al verlo explotar en una gran llamarada. ¿En dónde carajos estaba Isabella? No podía estar ahí dentro…
El violento retumbar de la bocina de un camión cargado de troncos de pinos y cedros nos sacó a ambos del estupor. Alice giró con presteza a la derecha y volvió a entrar en el sentido correcto de la carretera.
Treinta segundos después, una explosión inundó de humo las alturas aproximadamente a diez kilómetros de donde estábamos.
-          ¡Mierda! – gritó Alice.
-          ¡Muévete, Alice! ¡Muévete!
El Porsche derrapó un poco en la curva, haciendo que los neumáticos levantaran un aullido en medio del ahora demasiado silencioso camino. Aunque gracias al muy desarrollado sentido del oído podía escuchar el exasperante crepitar de las llamas del auto que había explotado. Por dentro me devanaba los sesos rezándole al dios de las alturas y de cualquier religión, que no hubiese permitido que Bella estuviese en ese automóvil cuando explotó, puesto que nuestra ponzoña que nos recorre todo el cuerpo funciona como un combustible. Cosa que es muy beneficiosa cuando se trata de un adversario a eliminar, pero cuando tu mujer está involucrada en un incendio en un puto dolor de cabeza.
Unos tortuosos tres minutos más de camino llegamos al sitio del suceso y me tiré del carro prácticamente, me asomé lo más que pude entre las flamas que olía a cuero, caucho y otras cosas achicharrada. No vi nada más que asientos ya comidos por el fuego, y lo que quedaba de ellos estaba siendo destruido frente a mis ojos. El Camaro estaba boca arriba pero ninguno de sus ocupantes parecía estar allí, así que tanto Alice como yo nos lanzamos en dirección al bosque siguiendo el rastro de ellos, que antes por la premura de constatar si había alguien en el lugar del accidente; no  habíamos notado. Mientras Alice y yo corríamos siguiendo dicho rastro en medio del bosque sin decir absolutamente nada, intentaba desesperadamente conseguir algún hilo de pensamiento tanto de Jacob como de Tanya, pero nada. Al menos durante siete kilómetros adentro…
De pronto  percibí una imagen de forcejeo. El bastardo de Black sostenía a Isabella contra su cuerpo mientras ella se retorcía entre sus brazos, entretanto la demente de Tanya se debatía entre dejar a su secuaz a solas con su; según ella “enemiga”; o acabarlos a ambos en una sola movida. Pero ni confiaba en que él pudiese retenerla mucho tiempo más para  que le permitiese a ella acabarle ni tampoco en que no apareciera otro peligro para el cual pudiese necesitarle como aliado. Este por su lado, estaba pensando en lo mucho que deseaba hacerme daño al apartarla de mi lado, y a su vez trataba de conseguir una manera en la que pudiese llevársela sin tener que ir arrastrándola y soportando los codazos que le estaba clavando en las costillas. Su línea de pensamiento era como el de un paciente con ataque psicótico, pero multiplicado por cien!.
Una rabia fluyó en todo mi cuerpo y si esto hubiese sido una de esas caricaturas de los Looney Tunes de seguro les hubiese parecido una diana roja a los dos encima. Porque mataría a Tanya y a Jacob con mis propias manos, de eso no cabía ninguna duda.
Cuando solo quedaban unos cientos de metros entre ellos y nosotros la mente de Alice comenzó a ver decisión tras decisión que era tomada por lo “los otros”. Si decidían correr, se detenían puesto que deducían; muy acertadamente; que sería una persecución sin fin; y tras aventurarse a discutir unas cuantas opciones más decidieron quedarse y hacernos frente; lo que solo dejaba una opción. Alguien moriría. ¿Serían ellos a nuestras manos o nosotros intentando salvar a mi Bella?
Eso fue algo que el don de Alice no me respondió en aquel momento.
Fui el primero en irrumpir en el claro y momentos después lo hizo una furibunda Alice, quien se plantó a mi lado derecho con una ferocidad en la cara que demostraba de qué lado estaba con suma claridad. Frente a nosotros estaba una Tanya levemente agazapada, con la pierna de adelante doblada hacia adelante ligeramente y la de atrás extendida completamente, como una felina; se preparaba a atacar por supuesto, y por lo que podía notar, miraba con rabia a Alice, quien acaba de ponerlos en desventaja no solo por su don que me había llevado hasta ellos, sino que se disponía a luchar cuerpo a cuerpo.
Bella se había quedado paralizada en los brazos de Jacob por un segundo, clavó su mirada en mí y sus ojos adquirieron un brillo de agradecimiento. Pero fue antes de que el muy bastardo la tomase con fuerza de la cintura y la aplastase con más fuerza contra él. Entonces mi autocontrol se hizo mierda.
-          ¡Suéltala! – rugí como una bestia en medio de ese bosque. – Si tienes un poco de sentido de supervivencia, lo harás. - Jacob sonrió con ironía a la vez que la apretaba más contra sí. Isabella se removía entre sus brazos y yo sin poderme contener ni un segundo más me eché encima de él. En ese momento todo cambió vertiginosamente. Mientras que yo me lanzaba contra Black, Alice lo hizo contra Tanya, quien a su vez pensaba hacer lo mismo con Bella. Y esta última fue empujada por mí fuera de la prisión de los brazos del maldito desequilibrado de Jacob Black.
Tanya trataba de lanzar golpes contra Alice pero esta preveía cada uno de sus movimientos y los esquivaba con la precisión de un maestro, en ese momento no pude evitar pensar que era alguien menos por quién preocuparme. No siendo así con Bella, quién trataba de decidir a quién apoyar en la lucha, si a su hermana o a mí. Yo, que en ese momento estaba en plena repartición de puños con “El Renacido – Mal Nacido” alcé mi voz y la miré por un segundo:
-          ¡Lárgate de aquí, Bella! ¡Vete con Carlisle!
-          ¡No! – gritó ella y embistió contra Tanya, quien en ese momento se había vuelto tratando de asestarle un nuevo golpe a Alice. Bella logró hacerla caer al suelo y Alice aprovechó para saltarle encima…
Entonces sentí como si una grúa de carga larga acabase de estrellarse contra mí. Jacob Black acababa de estrecharme entre sus brazos de manera aplastante. Su fuerza neonata me estaba limitando a buscar una posible solución inteligente, pero aquello era más fácil de decir que de hacer cuando alguien te está aplicando una llave con la fuerza de una tracción equivalente a tres toneladas. Ciertas extremidades de mi cuerpo chirriaban como si se estuviese doblando un poderoso acero, la sonrisa de satisfacción de Jacob me insuflaba ira a cada segundo; pudo haberme hecho pedazo allí mismo, partiéndome por la mitad y arrojándome al fuego para deshacerse de mí; pero por lo visto Tanya se guardaba los secretos de destrucción de un inmortal para ella misma. Entonces aproveché un momento en el que él aflojó la presa de sus brazos y lo empujé con todas mis fuerzas restantes contra un viejísimo cedro de gran tamaño. El tronco se partió y cayó llevándose consigo unos árboles más jóvenes. Se levantó con la ropa toda llena de barro y musgo, bufando por la nariz y con la mirada encendida, que en ese momento era negra azabache por la falta de caza.
-          Te voy a matar. – gruñó. – Te voy a arrancar esa maldición que me dejaste a mí y que tú llamas eternidad. - Los ojos estaban un poco desenfocados, como si de un lunático.
Había llovido hacía unas pocas horas por lo cual su ropa se había ensuciado, y eso aunado a las manos engarfiadas, el cabello desordenado, vestido con lo que ahora eran harapos y una sonrisa macabra, era la viva estampa de la amenaza en pasta, lástima para él que yo estuviese tan cabreado como para pararme a pensar en consecuencias. Él había tomado algo que era mío, podía darse por muerto. Punto final.
-          Que yo sepa, mi objetivo era eliminarte no darte vida eterna. ¿Quieres matar a quién te jodió la vida? Pues Tanya está un poco más atrás de nosotros, por si querías saberlo. – me encogí de hombros, fingiendo desinterés. – Por mi parte te mataré igual. Tocaste a Bella contra su voluntad; así que estás jodido, mi amigo. Date por muerto.
Me agazapé esperando cual sería su próximo movimiento, el cual era sumamente previsible al impulsarlo hacia delante para atacarme frontalmente, así que lo esquivé y me paré a su espalda sonriéndole con superioridad. Iba a disfrutar muchísimo al acabar con él y quería que fuese lentamente. Volvió a saltar hacia adelante solo que en el último segundo giró en mi misma dirección y por poco me atrapó, cosa que le debía al don de velocidad que poseía.
-          Estás aprendiendo, novato. – le dije con satisfacción casi profesional.
-          Tu soberbia será tu perdición, Cullen. Y yo seré quien disfrute de tu fin. Eres una aberración de la naturaleza y ahora yo también…- entonces comprendí el porqué de tal odio que me profesaba. No era porque lo hubiese querido matar, ni siquiera porque Bella se hubiese quedado conmigo después de todo; que era lo que yo pensaba; sino porque me culpaba de su pérdida de humanidad. Y en eso tenía toda la razón. - …pero voy a corregir eso ahora mismo.
En una danza antinatural y letal corrimos, nos esquivamos, nos golpeamos repetidas veces y nos estampamos contra el suelo muchas más veces de las que pude contar. Varios metros detrás de donde ambos luchábamos Tanya estaba dando una pelea más que formidable contra Bella y Alice. No podía enfrascarme demasiado en lo que pensaban  las que podía “escuchar” puesto que perdería concentración en mi batalla y eso sí que sería letal. Aún así imágenes de Tanya contra el suelo y golpes contra Bella o Alice se filtraban en mi mente a cada momento. Estaba cerca del límite de colapsar entre pelear y rechazar las imágenes mentales y estar alerta para proteger a Bella.
Y fue precisamente eso lo que me derrumbó…
Tanya era una luchadora ágil, esquivando incansablemente los ataques de ambas y recuperándose de los que recibía; se movía magistralmente por los límites de la presciencia de Alice, respondiendo a sus ataques en vez de decidir sus movimientos. Obviamente esperaba algún paso en falso de ella. Y sí que lo aprovechó mientras la pequeña duendecilla daba una voltereta en el aire, Tanya se arrastró fuera de su alcance impactando contra Isabella y desorientándola por un segundo, tiempo que fue más que suficiente para que esta pudiese tomarla por la cintura con una mano y por el cuello con la otra. Alice se detuvo en medio de otro contraataque que impactaría justo delante de la cabeza de ella, Bella lanzó un grito de rabia y dolor cuando esta la asió con fuerza y le retorció la mano hasta un posición antinatural, fue entonces cuando me giré dispuesto a hacer lo que ni Alice ni ella habían hecho; matar a Tanya. Pero el maldito bastardo desequilibrado tomó mi brazo con suma rapidez, tanta que ni siquiera pude hacer nada cuando vi que pretendía arrancarme la extremidad de raíz y aunque deslicé el brazo lo más rápido que pude el muy cabrón alcanzó mi mano izquierda arrancándome los dedos anular y meñique.
Lancé un aullido de dolor que atravesó el follaje y el relativo silencio del bosque que en ese momento se notaba espectralmente silencioso.
-          Awwww ¿te dolió, Cullen? Pero si a penas empezamos! – dijo Jacob con abierto desprecio, antes de dejarme atónito al voltearse y tirar mis dedos lo más lejos que dio su fuerza. Lo cual se traducía en kilómetros y kilómetros en donde podían caer. Me acababa de joder.
Ignoré la sensación de dolor y pérdida y emprendí contra él de nuevo que se rió macabramente a rebotar contra el suelo.
-          Ponte de pie, maldito desequilibrado. ¡Ponte de pie! – le grité fuera de mí mismo – Quiero verte a la cara cuando te mate. ¡Ponte de pie!
Se carcajeó y dejó caer la cabeza hacia atrás mientras se burlaba, momento que aproveché para lanzarme contra su yugular y arrancarle la cabeza de raíz, pero el tipo estaba preparado y aprovechó su posición para impulsarme hasta atrás de él antes de girarse y agazaparse antes de saltar. Con mi mano buena contra el suelo y las piernas medio flexionadas me impulsé hasta chocar contra él en el aire y caer rodando, pero entonces un grito de una voz terriblemente familiar me hizo girar la cabeza de ipso facto en dirección al ruido. Giré el tronco con presteza, levanté el antebrazo y le incrusté en la nariz un buen golpe antes de bombearlo lejos y poder salir corriendo hasta donde estaban las chicas y la psicópata. Tardé menos de tres segundos en llegar. Alice tenía la cabeza de Tanya entre las manos, y el cuerpo de esta estaba en el suelo retorciéndose en espasmos que daban más asco que la ponzoña que derramaba la cabeza chorreante.
Bella se giró cuando me sintió y se estaba acercando cuando volví a notar a Black pegado a mi espalda me giré de golpe interceptando un golpe que iba directo a mi espalda. Escuché a Bella gritar mi nombre aterrorizada y a Alice llamarla con rudeza para que le ayudase a desmembrar a Tanya con rapidez para luego prender una pira con sus restos. Pude ver como en la mente de Jacob se dibujaban distintas escenas en las que planeaba hacer los mismos. Alice le acaba de informar como es que se mataba un inmortal. ¡Maldición!
-          ¡Isabella, concéntrate! Si las llamas te tocan lo suficiente arderás como si estuvieses cubierta de gasolina. La ponzoña es combustible.
Mientras Alice le explicaba entre nerviosa y atareada a Isabella como debía hacer las cosas. Jacob y yo nos adentrábamos en la lucha y yo trataba de alejarlo lo más posible de ellas. No quería que Bella viese como asesinaría a su “ex amigo”. Su única conexión con su vida anterior. Así que cuando estuvimos lo suficientemente lejos me volví más feroz en mis movimientos y tiraba a matar de una vez por todas, se había acabado el tiempo de jugar y tenía que reconocer que el neófito parecía ser muy diestro a la hora de aprender sobre la marcha.
Me sonrió con ironía de nuevo al hablar.
-          Casi me enternece que trates de proteger a Bella de los horrores que planeas hacerme. Aunque la palabra clave de todo esto es “casi” ya que estoy luchando contigo a muerte por una razón, y esa no es precisamente que yo sea el villano de esta historia.
-          ¿Ah no? porque el hecho de que hayas raptado a Bella para apartarla de mí para joderme la existencia y ahora intentar asesinarme no me parece una conducta de un príncipe encantado, cabrón disociado.   
-          ¡Tú me convertiste en esto! – se irguió repentinamente y se frotaba los antebrazos con fuerza como si estuviese sucio. Su mirada mostraba desesperación y desaprobación a partes iguales. Lo que obviamente ratificó el motivo de su odio hacia mí y hasta logró hacerme sentir miserable al querer matarlo. Parecía que la presencia de Carlisle estaba influyendo de alguna manera en mí de nuevo. – Estoy condenado a vivir con esta maldita sed toda mi vida. ¡Si es que esta mierda de existencia se puede llamar vida! No duermo, no siento ni frío ni calor, la comida no me sirve de nada y necesito matar seres para poder mantener a raya al monstruo que llevo adentro. – de pronto comenzó a reírse de una forma inquietante e histérica. - ¿Sabías que a pesar de todo jamás he matado un ser humano? Me niego a perder el último atisbo de humanidad que me quitaste. ¡Me niego!
-          ¡No fui yo quién te convirtió, Jacob! No seas absurdo. Yo no te quería transformar en esto. Simplemente te quería fuera del camino. ¡Tanya fue la que te usó! Mi error en toda esta ecuación sería mi jodido narcisismo, pero no me achaques culpas que no tengo.
-          Pero fue por tu culpa que ella me volvió….esto. Me arrastró con ella a su casa en Denali con la excusa de que ahí estaríamos tranquilos hasta que llegase el momento perfecto de vengarnos de ti. Así que permanecimos allí solo unas dos semanas y luego nos mudamos a su escondite en New Hampshire, una sencilla cabaña en el bosque a cinco kilómetros y medios desde tu “hogar, dulce hogar”. Cerca de ti pero lo suficientemente lejos del alcance de tu don. También tuvimos el cuidado de alejarnos de los senderos por donde solías salir de caza junto con Bella. Pero nos facilitaste las cosas el día de tu discusión con ella. Sí, ese día te estábamos vigilando más carca de lo que crees y en los límites de tu poder; supongo que es beneficioso que Tanya haya sido una acosadora excelente y minuciosa; así que cuando ella se escapó la seguimos por el bosque. Tanya insistía en eliminarla del mapa de una vez… - tragué grueso al darme cuenta que por mi estupidez había puesto en juego la vida de Isabella. – Pero yo le expliqué  que sería mejor esperar a ver cuál sería su movimiento, entonces se topó con Alice y Rosalie, lo que nos retrasó un poco más los planes. Aún así, le seguimos el paso hasta llegar a esta ciudad. Nos hospedamos en Forks Motel, y espiábamos a la “familia feliz”. Teníamos la certeza de que vendrías a por ella porque no solo estabas obsesionado con Bella, se veía que sentías mucho más por ella; pero por supuesto que un ser tan malditamente egoísta como tú no podía mostrarse vulnerable. Imagino que aún ni siquiera le has dicho que la amas. ¡Ja! Tu cara lo dice todo. Eres un maldito cobarde.
Lo era. En eso tenía toda la razón, puesto que ahí estaba enfrentando a muerte a alguien a quien creía mi enemigo porque quería apartarla de mi lado y aún así, después de todo lo que ella y yo habíamos pasado; peleas, reconciliaciones, sexo, y muchas cosas más; no le había dicho lo más importante. Que la amaba. Que si moría en ese instante me pesaría el no haber hecho las cosas mejor en muchos sentidos. Y además…todavía no le había pedido perdón…el perdón que ella se merecía. Ni tampoco a Carlisle…
Jacob se puso en guardia de repente y fue tarde cuando vi que Bella lo embestía lanzándolo hacia atrás con una fuerza tal que abrió un surco en la tierra que parecía como si un sismo de gran magnitud hubiese abierto la tierra. Lo miraba con furia y aunque me deleité por un segundo con su actitud protectora, tuve que reaccionar con prontitud porque el bastardo decidió olvidarse de que habían sido amigos antaño.
“…Ahora ella también es una abominación…está de su lado…debe morir”
Intercepté el golpe que iba dirigido a la cabeza de Isabella y que fue capaz de hacerme tambalear, oportunidad que el jodido chiflado de Jacob utilizó para arrancarme un brazo y hacerme aullar de dolor. Escuché como la extremidad caía al suelo. Había sido el derecho. De donde me había arrancado los dedos apenas unos momentos atrás. Bella bufó con rabia y dolor ante la escena.
Intenté defenderme pero giró con suma presteza, tomándome desprevenido y usando a su favor mi desconcierto por las heridas sufridas; entonces tomó mi cabeza entre sus manos; aferrándola con fuerza desmedida. Tan solo necesitaba dos movimientos y me habría extinguido de la faz de la tierra.
-          Haces un atisbo de movimiento, Isabella Marie Swan; y le arranco la cabeza a tu amado fenómeno. – su voz era la que empleaba un maniático; incluso cuando sonreía de aquella manera tan estridente. Su sonido era como el de uñas en la pizarra. - ¡Así que retrocede de una puta vez!
Ella entrecerró los ojos y lo miró con incredulidad y desprecio a la vez.
-          ¿Te has visto en un espejo últimamente, Jacob? ¡Tú también eres uno de nosotros…
-          ¡No! ustedes son unos monstruos! ¡Ustedes, no yo! ¡Yo no quería esto!...
-          ¡Y aún así lo eres! – le gritó. Su cabellera ondeaba al viento que anunciaba una lluvia próxima. Lluvia que quizá apagaría las llamas del auto volcado, puesto que todavía no se escuchaban ambulancias alrededor. Quizá si aparecieran el vampiro maniaco por problemas de identidad se espantaría y saldría corriendo, pero eso sería pedirle demasiado a mi ya sellado destino. Tenía mi boleto directo y sin escalas para el lugar en donde quiera que yacieran las almas de los bastardos más egoístas y narcisistas del mundo. – ¿Te atreves a decirle a él monstruo y tú eres el que está sujetando su cabeza para arrancársela de los hombros sin piedad? ¿Quién es aquí realmente “la aberración”, Jacob? Porque según a como yo lo veo, eres tú el que debería ser eliminado.
A pesar de la rabia contenida en sus palabras, hizo lo que él quería. Sus ojos brillaron de una manera que sugería que si hubiese humana estaría llorando en ese lugar y momento preciso. Entonces comprendí que estaba en donde merecía estar: por haber robado el brillo de humanidad de un ser tan transparente como Bella, por haber abandonado a quien había sido el padre que había necesitado tener. Al que le debía lo poco bueno que había en mí, y eso la incluía a ella, a quien me devolvió a la vida cuando estaba muerto en vida.
-          Te amo… - le susurré cuando vi en la mente de Jacob que iba a hacer el primer movimiento, en el que me desencajaría la cabeza de la columna vertebral. Con el segundo, tiraría de esta y finalmente todo acabaría. – Y siento todo lo que te hice. Incluso existir. – cerré los ojos y acepté que el desenlace de la historia, el final del camino, y el resto de mierdas que se decían en situaciones afines; estaba encima de mí con ganas de terminar de descuartizarme.
Sentí un tirón y perdí la vista. Escuché el grito desgarrado de mi Bella y eso fue todo.
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Nada de luces blancas al final del túnel oscuro, ni voces cálidas instándote a pasar al “País de los acostados” con el Ave María, ni trompetas siendo tocadas por arcángeles…No. No había nada de eso para mí en el “otro lado”. Solo oscuridad. Sentía los músculos del cuerpo como si pesasen una tonelada, y a pesar de eso me sentía cómodo, liviano…como si estuviese en una especie de limbo.
No podía ver nada aunque lo intentaba con todas mis fuerzas. Todo era oscuridad y esa jodida sensación ingrávida que la acompañaba. Tal vez en una media hora comenzaría a sufrir un ataque de pánico, y sería entonces cuando me daría cuenta de que este era mi infierno personal. Suspendido en la nada, acompañado por nadie.
Sin ella…sin Bella.
Tendría eso bien merecido. Había matado: violadores, pederastas, asesinos, golpeadores, narcotraficantes; había mentido, había robado; había arruinado vidas. Aunque en realidad solo me importaba una en especial, por lo tanto un numerito a lo ¡Dios – por – qué – a – mí! No me quedaría nada bien. Aceptaría lo que me tocara de buen modo hasta donde me lo permitiera la cordura.
-          Edward. – la voz de mi Bella comenzó a retumbar contra las paredes inexistentes de aquella oscuridad. – Edward, ¿me estás escuchando?
-          Sí. Ya lo debería estar haciendo. – reconocí esa voz. Era Alice. ¿Pero en donde estaban? ¿Por qué no podía verlas…?
Me comencé a recobrar la conciencia sobre las distintas partes de mi cuerpo. Moví las piernas probándome a mí mismo que no estaba en alguna especie de pesadilla o alucinación del “más allá”. Parpadeé y pude notar como las imágenes comenzaban a tomar forma delante de mí. Isabella y Alice estaban justo delante de mi campo de visión, bloqueándome la vista de cualquier cosa que no fuesen ellas y sus hermosos ojos amarillos. La primera estaba a mi derecha y la segunda a la izquierda. Levanté el…
Me erguí de golpe y las miré desconcertado antes de luego volver mi vista a mi lado derecho que…estaba vacío. No había brazo. No había nada, solo un hombro redondeado del que no guindaba absolutamente nada.
Me toqué el lugar donde solía estar mi extremidad y todo el ambiente se cargó de tensión.
-          El área cicatrizó antes de poder juntarla con el brazo. Lo siento, hijo. – Carlisle soltó a Esme que lo tenía asido por la cintura mientras me miraba con pena y preocupación sinceras. Su mente divagaba entre miles de posibles comentarios de aliento que quería expresar pero que al final no se atrevió a hacerlo. En el fondo se lo agradecí; podía haber estado en proceso de ser un ser más ameno pero acaba de regresar de la muerte. De nuevo, y no por hacer una nueva transformación sino por haber escapado de las garras del homicida demente de Jacob Black, cosa que aún no me explicaba. Dio unos cuantos pasos hacia mí con cuidado, puesto que no quería sobresaltarme o hacerme sentir intimidado. – Hubiese querido hacer más por ti.
Entonces una secuencia de hechos me hicieron comprender lo que antes no podía…o no sabía; sería más acertado de decir en este caso.
Carlisle había llegado con Jasper justo en el momento en que Jacob me había desprendido la cabeza de la columna vertebral y procedía arrancarla de mis hombros de un mordisco. Ciertamente clavó sus dientes en mi garganta pero un golpe seco lo mandó lejos de mi cuerpo que cayó laxo al suelo como en una especie de cámara lenta con la cabeza pendiendo hacia atrás de manera antinatural. Carlisle bufaba rabioso mientras me tomaba en brazos y me examinaba. Hale por su parte se lanzó contra Jacob pero no pude más que notar gruñidos y desgarros, así como sonidos secos provenientes de los golpes que se estaban regalando aunque no sabía quien salió peor parado.
-          Te vas a poner bien, hijo…- tomó mi cabeza entre sus manos y con un sonido tétrico la encajó donde debía…al menos esta dejó de guindar de manera horripilante. Luego dirigió su vista al hombro que ya estaba totalmente cicatrizado…
-          ¡Mierda! – gruñó exasperado. Era la primera vez en más de medio siglo que escuchaba a Carlisle decir alguna grosería y lo había hecho en un momento de desesperación por no poder ayudarme. Los ojos me escocieron cuando comprendí que tenía sentimientos de culpa al sentir que me había fallado al no poder protegerme…
-          ¡Nunca toques lo que es mío!
Un grito interrumpió el hilo de pensamiento de mi padre, él giró su cabeza y vio que mientras Jasper sostenía a Jacob Black con los brazos doblados de manera dolorosa hacia atrás, Bella había rodeado el cuello del demente con sus manos que tenía engarfiadas y le arrancó la pieza de los hombros sin necesidad de morderlo. La dejó caer al suelo y la vio con asco…
Me estremecí por dentro al verla tan letal y protectora. Tan…mía.
Ella se aproximó con desespero a donde estábamos, entre tanto Jasper se sacaba un Zippo del bolsillo izquierdo antes de dejarlo caer en el cuerpo de Black que ardió sumamente pronto inundando el ambiente de un desagradable olor a incienso de iglesia y caucho quemado.
El sonido de unas sirenas llamó la atención de todos.
Hale se volvió hacia nosotros con vehemencia:
-          Se aproximan las patrullas de las que nos previno Alice.
Carlisle me tomó en brazos y salió disparado con Bella y Jasper pisándole los talones.
La escena se interrumpió.
Supe que él había hecho esta rememoración de hechos para que supiese lo que había pasado en realidad, y se lo agradecía inmensamente; eso sin contar lo mucho que había hecho por mí en ese momento en el que estaba más muerto que vivo en el sentido más literal e irónico.
Clavé mis ojos en Carlisle con la garganta apretada.
-          Gracias…por absolutamente todo. No solo por salvarme la vida esta vez, sino por hacerlo cuando esa Fiebre Española me estaba matando en 1.914, lo había perdido todo y tú decidiste hacerme parte de tu familia…- escuché el gimoteo de Esme quien estaba conmovida, Alice sonreía con autocomplacencia al estar segura de que gracias a ella las cosas ahora estaban en su sitio, Jasper oscilaba su mirada entre la cara de idiota que ponía cada vez que veía a la individua antes mencionada y una expresión de agradable consternación al estarme escuchando decir lo que hacía mucho tiempo debía haber dicho. Bella; mi todo; estaba a mi lado en silencio, con su mente que seguía siendo un misterio para mí pero que sus ojos delataban. Estaba emocionada y asía mi ahora única mano entre las suyas estrechándolas de tanto en tanto y sonriéndome como si yo fuese lo más hermoso del mundo para ella. Muy a pesar de estar incompleto…- Lamento haberte hecho daño al abandonarte y también haberte tratado como si me hubieses robado algo…- clavé mi mirada en Bella – cuando lo único que hiciste fue hacer lo que yo debía, cuidarla.
Isabella se sentó a mi lado y posó su cabeza sobre mi hombro, seguí apretándome la mano. Carlisle rodeó la cama y se colocó a mi lado izquierdo, se inclinó sobre el colchón y en un gesto paternal me besó la mejilla.
-          No importa que te hayas ido ni tampoco el porqué. Estás aquí, conmigo, eso es lo único que cuenta. – me sacudió por la nuca con una emoción desbordante en su mirada amarilla color citrino. – No me des las gracias por salvarte, un padre haría lo que fuese por su hijo. Bienvenido a casa de nuevo, muchacho. – volvió a zarandearme la nuca y se puso en pie dedicándome una tierna sonrisa.
Se acercó a Esme y la abrazó por la cintura arrastrándola hacia fuera para ir concediéndome privacidad. Alice se acercó a Jasper y le tocó el antebrazo de manera tímida antes de que él le tomase de la mano antes de dirigirse a la puerta también.
-          ¡Hey, Hale! – le grité para llamar su atención, cuando giró la vista le hablé con sinceridad. – Te agradezco todo lo que hiciste. Eres el primero que he considerado amigo, lamento haberme tardado tanto para admitirlo.
Él sonrió conmovido por un momento y luego me dirigió una sonrisa más sarcástica. Muy a “nuestro estilo”.
-          No me digas que la “casi muerte” te puso cursi. Ahórranos estos momentos empalagosos para cuando estemos solos. Haces que mi reputación y sexualidad se vuelvan dudosas.
-          ¡Cabrón!
-          Si. Ese es el Edward que me agrada. – todos los presentes nos carcajeamos antes de que Bella y yo nos quedásemos a solas en un cuarto que parecía dispuesto para posibles visitas en la casa de los Cullen.
Clavé mi mirada en la suya y le sonreí.
-          Bueno…creo que eran los últimos ya que la rubia odiosa no ha aparecido por aquí. A lo mejor no le gustó mucho el hecho de que me salvaran. ¡Ouch! ¿por qué me golpeas?
-          Porque si bien es cierto que Rosalie no es tu fan número uno, estuvo muy preocupada mientras nosotros  estuvimos en el bosque. De hecho, cuando Alice se fue de allí; luego de acabar con Tanya; para traer el coche a casa para no dejar rastros de los Cullen en ese accidente en la Willow Creek…- Ahhhh, así que por eso la enana se había desaparecido. Había visto que venían las patrullas. Condenada genio. Con razón estaba sonriendo tan ampliamente. – Llamó a Carlisle y a Jasper para avisarles el punto exacto donde estábamos; si no hubiese sido por ella…
Ambos nos estremecimos al pensar en las consecuencias de que tanto mi padre como mi amigo hubiesen llegado unos segundos más tarde.
-          El punto es que Rose salió disparada hacia el bosque aunque para cuando se encontró con nosotros ya íbamos de regreso.
Así que la Barbie de Hielo había ido a ayudar. Sentí una especie de remordimiento por ella.
-          Vale. Siento ser tan ligero de lengua le dije a Bella y apoyé mi mejilla sobre su cabeza. ¿Por cierto en dónde está?
-          Salió de caza. Ya le tocaba. Me imagino que ya debe de estar por volver.
Respiré profundo, inhalando un extraño remanso de paz que hacía mucho no tenía. Me llevé la mano a la garganta que me escoció por un momento…¡tenía una cicatriz inmensa allí con forma de media luna! Con incredulidad y pena solté una risotada que no tenía nada de feliz. Bella levantó la cabeza de mi hombro y me miró con preocupación.
-          ¿Qué ocurre?
-          Al fin soy el reflejo del monstruo que siempre he sabido que soy.
Ella me miró atónita un segundo antes de rodear mi cara y besarme con ternura apremiante.
-          ¡Creía que te había perdido! ¿acaso crees que tus cicatrices en un monstruo? Porque para mí eres aquel que arriesgó su propia vida con tal de ponerme a salvo. No diré que no importa lo que hiciste en el pasado; porque no es así. pero eso me hace valorar hoy mucho más lo que pusiste en juego por mí. – entonces lo dijo por primera vez. – Te amo. Amo incluso a ese “monstruo” que dices ser. Te lo dije una vez y te lo confirmo: no quiero un santo, solo quiero al chico malo, tierno y apasionado del que me enamoré. Lo demás no me importa como venga.
-          ¿No te importa que no sea… – la palabra “hermoso” se me hacía demasiado marica como para pronunciarla. Toqué la cicatriz que tenía en el cuello y luego recorrí el lugar donde solía estar mi brazo derecho. - …como antes?
Ella meneó su cabeza de lado a lado negativamente y con sus ojos brillando con pena y adoración a la vez.
-          Lo único que me importa es que te quedaste conmigo y así será por el resto de la eternidad, como siempre quisiste que fuera. Y como yo ahora también lo deseo.
Deseé decirle que la amaba más que a nada en este y cualquier mundo que pudiese existir. Que aun cuando me creía muerto y había escuchado su voz sentía que quería vivir solo por estar con ella. Que había revivido lo poco bueno que había en mí y que la admiraba por ser tan fuerte como para dejarme cuando me lo merecía y tan compasiva como para perdonarme a pesar de todo lo que le había hecho.
Al final solo le dije…
-          Siento que solo tenga palabras para pedirte disculpas. Quisiera expresarte mi amor de mil y un formas que no sé si como hacerlo.
-          Entonces dime solo eso.
-          ¿Qué te amo?
Asintió.
-          Con eso me basta y me sobra. Ahora bésame.
Sonreí contra sus labios y la besé con ternura. Ya conocíamos la pasión recalcitrante, la necesidad corrosiva, pero jamás le había amado como correspondía…
-          ¿Puedo hacerte al amor, Isabella Marie Swan? – le pregunté junto sus comisuras.
Me besó de nuevo y delineó mi labio inferior con la punta de su lengua.
-          ¿Puedo hacértelo yo a ti?
Asentí y la tendí sobre la cama trastabillando un poco y haciéndole caer no muy delicadamente por mi nueva descoordinación.
-          Lo siento. Es que… el brazo…- colocó un dedo sobre mis labios.
-          Está bien. No pasa nada, cielo. Ya nos acostumbraremos. – y volvió a besarme introduciendo su lengua en mi boca para silenciarme. Y me gustó; porque no dijo ninguna frase del tipo lastimera y exacerbante como lo sería “esto no te ha cambiado” “velo como un nuevo tú” o mierdas así. solo dijo lo que sería nuestra realidad. Aprender a lidiar con mis “nuevas características físicas”.
Me coloqué sobre ella y me recargué sobre el antebrazo izquierdo mientras le besaba los labios, el cuello el escote en v de la camiseta de algodón gris que tenía en ese momento. Sus dedos acariciaban mi cuero cabelludo excitándome de una manera sutil, descendió por los costados de mi cara, me tensé cuando pasó por mis hombros pero me ignoró y siguió hasta mi cintura, introdujo la mano por donde terminaba la franela y fue retirándomela poco a poco. Me tuve que arrodillar en el colchón para retirármela y dejarla caer al suelo. Ella pudo haberme ayudado pero sabía que lo último que necesitaba en ese momento; eso también se lo agradecí en mi interior.
Pieza a pieza nos fuimos desnudando, repartiendo besos de manera intermitente en distintos lugares que iban quedando a nuestra disposición luego de librarlas de la ropa estorbosa. Al final me cerní sobre su cuerpo desnudo. Totalmente pegado a cada cuerva introduje mi mano entre nuestros cuerpos y le acaricié los labios íntimos que ya rezumaban humedad. Tracé círculos; a veces rápido, a veces lentos; todo dependía de su nivel de excitación. Cuando estaba al límite la obligaba a retroceder y volvía a encenderla. Sin poder controlarme, mientras le masturbaba con mis dedos también le acariciaba con mi sexo hinchado.; torturándonos así a ambos a la misma vez. cuando ambos estuvimos muy cerca del precipicio del placer de nuevo retiré mi mano y me apoyé en el codo para estabilizarme y en una coordinación tácita de deseos Bella tomó mi erección entre sus dedos, me colocó en su entrada instándome a penetrarla. Lo hice pero con mucha delicadeza y lentitud. La punta del glande…la mitad de mi pene erecto…la base rígida y tensa de mi miembro. Ambos jadeamos cuando ya no quedaba más espacio entre nosotros. Uní mis dedos con su mano y me sujeté con fuerza para empezar a embestirla con suavidad. Ondulando mis caderas en cada penetración como una serpiente en el desierto de arenas calientes. Tan calientes como ese centro suyo que me abrazaba exquisitamente el sexo. Jadeé su nombre algunas veces, ella hizo lo mismo. Me dijo que me amaba, le prometí quedarme para siempre con ella y cuidarla. Rodamos hasta que ella quedó encima, moviendo su caderas de adelante hacia atrás con delicada sensualidad.
Me sentí tentado a tocar sus pechos pero indicaría que debía soltar su mano y no quería hacerlo, así que me levanté y lamí sus pezones a mi antojo haciéndola estremecerla de pies a cabeza, haciéndome disfrutar de dichos estremecimientos por las deliciosas sensaciones que me provocaban. La ternura fue cediéndole el paso a la urgencia, quien aceleró los movimientos de ambos en busca de esa liberación que se había tardado tanto en llegar. Nos encorvamos y gemimos cuando el éxtasis nos barrió mezclando nuestras esencias en donde nuestros cuerpos se unían. Clavó sus uñas en mi mano pero no me importó.
Al fin estaba donde tenía que estar y cómo deseaba estar. Siendo amado sin importar mis defectos. Tanto por mi compañera como por mi recién recuperado padre. Eso sin contar la promesa de una familia en la eternidad. Sin duda era más de lo que esperaba tener algún día.
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-          ¡No quiero esa mierda rosa! – espeté con decisión al ver el tono que Alice deseaba poner en las cortinas de la cabaña. - ¿quién crees que va a vivir en la cabaña? ¿el jodido RuPaul?
-          Edward…ese vocabulario de cloaca…
-          ¡Pero Carlisle…! ¿es que acaso no ves que tu hija quiere convertir mi futura casa en el hogar de Barbie? Yo me opongo. – mi padre suspiró con una sonrisa y se dio por vencido, mientras que Alice, Esme, Bella y yo decidíamos los por menores de la decoración de la cabaña.
-          ¡No es rosa, ignorante! Es color salmón primavera.
-          Suena más gay cuando lo dices así.
-          Esme, haz el favor de explicarle al cavernícola que tienes por hijastro que no es lo mismo. – replicó Alice tirando el retazo de tela contra el resto de las telas entre las que estábamos decidiendo.
La dulce esposa de Carlisle se rió y tomó un precioso tono de azul grisáceo.
-          ¿Este te gusta, Edward? – asentí. – Pues ya tenemos un finalista
-          ¡Estás en mi contra, Esme. No es justo!
-          A mí me gusta el color.
-          ¡Entonces tú también lo estás, Bella! No puedo con esta gente tan básica y predecible en cuanto a decoración. – se enfurruñó en el sofá y nos miró a todos con cara de pocos amigos. Claro eso fue antes de que sus pensamientos se viesen interrumpidos por una Rosalie cubierta de sangre, escena que disfrazó automáticamente recitando para sí la receta de un creme bruleé. Fruncí el ceño con recelo y viéndola con cara de exijo – una – puta – explicación – como – AHORA – MISMO. No es que amara a la rubia pero mínimo le debía lealtad por…
La puerta se abrió de un golpe violento que nos hizo ponernos en pie. Incluso  Jasper que estaba metido en su laptop ajeno a los que hacíamos todos hasta ese momento.
Rosalie irrumpió en la sala de estar y colocó a un humano seriamente herido sobre el sofá. Su cara estaba rasguñada levemente pero con unos cuantos hematomas. Sus brazos eran otra historia, al igual que sus piernas que tenían claros zarpazos de un oso. Había perdido mucha sangre, se notaba en la palidez de su tez. Medía casi dos metros y era corpulento, iba vestido con los harapos de lo que antes del ataque había sido ropa de caza. Su cabello era negro y con unos pequeños rizos.
 El hambre me quemó en la garganta cuando clavé mis ojos en la fractura abierta que desfiguraba su tibia derecha así. Carlisle mantuvo la calma como si tuviese en frente un pedazo de pan duro, a diferencia de la mayoría de nosotros que peleábamos con el instinto vampiro y los principios en los que mi padre había creado la familia.
-          Ayúdalo…sss…sálvalo, Carlisle. Por mí. – Rosalie lo miraba con profunda preocupación y pena. No lo dejes que muera, por favor.
Él se puso inmediatamente a inocularle ponzoña en los lugares donde el pulso aun corría pero de manera débil.
Miré a Alice y le hablé con los labios aprovechando el foco de distracción de los demás.
¿Esto fue lo que viste?
Si.
¿Y por qué no le dijiste nada a Rosalie cuando salió de caza?
Ella clavó su vista furtivamente sobre mi hombro sin brazo y me dijo:
No siempre debo decir lo que veo. A veces debo dejar que las cosas sigan su curso para que la persona pueda sacar algún aprendizaje de esto. O evito que le dé miedo enfrentar el futuro que a la larga es mejor para esta.
Entonces miré a Bella, quién estaba al borde de perder los estribos. La veía, y en ella todo lo que habíamos pasado. Quizá si alguien me hubiese avisado todo lo que el camino escabroso me deparaba hubiese reculado y ahora me encontraría recluido en mi casa – prisión de Coldwater. Comprendiendo el punto de vista de la enana – sabelotodo, tomé a Isabella del codo y la empujé hacia la puerta.
-          Vamos a casa de Jasper, Bella. Creo que esto le tomará un rato a mi padre y no nos necesitarán por allá. – volví mi tono más sombrío. – Además se me ocurre algo que me gustaría verte puesto que traje desde New Hampshire.
-          ¿Qué es? – me preguntó súbitamente interesada pero no del todo distraída del repentino acontecimiento.
-          Hay un baby doll negro y transparente de Victoria´s Secret que pide que lo rellenes.
Me miró a los ojos…
-          Hace mucho que no lo veo.
-          Claro que no. yo lo robé cuando te acosaba.
-          Eres un descarado.
-          Oh, amor. Cuéntame algo que no sepa- dije con descaro antes de reír.
Se inclinó sobre mi oído y lamió el lóbulo de mi oreja antes de hablar de nuevo y hacerme excitar en una milésima de segundo.
-          Lo que no sabes es que las bragas están diseñadas para que no tengas que quitármelas para penetrarme
Gruñí y prácticamente la arrastré hacia la casa de Jasper.
Había ciertas cosas que aún no sabía pero que tarde o temprano averiguaría. La primera, saber cómo carajos haría lo de las bragas como me decía Isabella. La segunda, saber el porqué no puedo leer su mente y tercero, enterarme de si ese humano de Rosalie lograría sobrevivir a la transformación.
Porque si alguien sabía cómo traer a alguien de las garras de la muerte ese era mi padre, Carlisle. El hombre que me transformó y por el cual ahora estaba donde estaba. Con el amor de mi vida en camino a realizar mi fantasía más anhelada.
¿FIN?

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OMG NO LO PUEDO CREER!!! DIOSSSS POR FIN!!! Me alegro hoy de poderme despedir de mi Malote, a la 1:05 am (hora Venezuela) del día 29/04/12.
No tengo más palabras que de agradecimiento para ustedes, chicas. Las que han apoyado esta historia. Las que han alimentado el alma de esta autora con sus comentarios dejados en cada actualización de ADO. Por eso y mucho más…GRACIAS!!!!!! Por leerme y soportarme.
Mi primer agradecimiento es para Las Hinchas de esta historia mi María Alejandra Rojas Ruiz y Emma Emmav, por obligarme a no olvidar esta historia. A Rochii, mi Beta y mano derecha y finalmente pero no menos importante a Lullaby que fue por quién esta historia se hizo fic, ya que para las que no lo sepan originalmente era una viñeta de concurso en el blog de la autora ya mencionada.
Gracias por darme la oportunidad de expresarles mis desviaciones mentales…
Les quiere y les adora…

*Marie K. Matthew*







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