miércoles, 16 de enero de 2013

Odio Amarte tanto-Capítulo 12 "En sus manos"


Capítulo 12
En sus manos

No era el momento más cómodo de toda mi vida, estaba amarrada a su espalda sintiéndome  como una total ramera. Una parte de mí me decía que no había porque sentirme así, al fin y al cabo él y yo no éramos nada, ni siquiera nos pertenecíamos… Pero la parte tonta, aquel pedacito llamado corazón me informaba que perdía mi dignidad con ese estúpido juego.
Preferí hacerle caso a la parte razonable, mi cerebro. Pensar con el corazón lastimaba y yo no quería más dolor. Ya era suficiente.

-¡Bájame!-ordené- Para y bájame, Edward!

Escuché una leve risita. ¿Risa?, ¿por qué carajos se reía?
Lo patee en su pierna y al minuto recordé que mis golpes, para un vampiro como él eran caricias.

-¿Sabes que eso no me duele, cierto?- volvió a reírse y aumentó más la velocidad, tuve que abrazarme fuerte a su espalda. Algo de miedo y adrenalina corría por mi cuerpo, más miedo que adrenalina.

Las nauseas iban expandiéndose poco a poco sobre mí, si él no paraba, era probable que acabara vomitándome sobre él. La combinación de mucho alcohol y velocidad no eran lo mío.

-Para-dije casi sin aliento. Cerraba los ojos, intentando de ignorar las nauseas.-por favor, no creo que pueda aguantar más esto. Me ignoró y corrió más veloz. Claro, esta era su venganza, quería matarme del miedo, pero más que miedo sentía nauseas, estaba a punto de vomitar. Necesitaba poner los pies en la tierra ahora mismo.

-Edward me siento mal, creo que… voy a vomitar- susurré. Mis palabras fueron magia, el se detuvo y me bajó de su espalda, sosteniéndome de la cintura. Cuando estuve en tierra firme, vomité como si no hubiera mañana toda la cerveza y la comida grasosa que me habían ofrecido Jake y sus amigos.

Genial!, nada mejor para acabar la noche que esto…

Cuando terminé, él me llevó hacía una pequeña laguna que había cerca para que pudiera limpiarme. Me sostuvo de nuevo en la orilla de seguro para que mi instinto suicida no me hiciera arrojarme en las profundidades del agua oscura. Había arruinado mi vestido, estaba completamente asqueroso, empapado en sudor y aquella sustancia que acaba de arrojar de mi boca.
Resolví quitármelo, el olor era insoportable y hacía que mi estomago se revolviera. Me limpie mi boca y mi cuerpo, el agua estaba helada y ayudó a calmarme un poco la resaca. Sin embargo; ahora estaba helando y necesitaba cubrirme con algo, además no era que estuviera muy cómoda con la mirada de Edward encima.


De repente sentí algo pesado y frío sobre mis hombros. Un olor peculiar a cuero mezclado con el de él inundó mis pulmones, era exquisito.

-Me gusta el paisaje que estoy viendo, pero no quiero que mueras de hipotermia.-vi de reojo una de sus sonrisas torcidas.

No pude evitar sonreírle de vuelta.

-Me acercaría a ti, pero te congelarías más y creo que debo estar enojado contigo-¿enojado?, la que debería estar enojada aquí era yo.

-¿Perdón?, Tú no tienes porque estar molesto.-afirmé-

-Tienes razón… no debería estar molesto, debería estar indignado, pero con el karma que has recibido hoy y por estar casi desnuda lo dejaré en enojado.-otra sonrisa iluminó su rostro-

Algo de calor subió por mis mejillas. Era algo de rabia combinado con rubor por el alago sobre mi desnudez.

-No tienes porque estarlo, yo a ti no te he hecho nada.-solté, colocándome bien la chaqueta-

-y ahora te haces la desentendida… creo que comenzaré a indignarme.

-¿Dime que te hice, ah?, que vaya a fiestas en la Push no tiene porque importarte a ti.

-Te equivocas-me interrumpió- todo lo que tenga que ver contigo me importa y más cuando se trata de que andas de arriba para abajo con un pendejo licántropo.
-Ese es mi problema, no el tuyo.-rezongué- si quieres hacerle reclamos a alguien, vete con la rubia esa oxigenada con la que te besaste la otra noche. A ella puedes reclamarle cuanto quieras. A mí no me jodas!

Edward río.

-¿Estás celosa?

-¿Celosa por ti?, ¿sufres de delirios?

-De delirios no, sufro de algo llamado atracción por ti.- en un abrir y cerrar de ojos estuvo junto a mi sentado al borde del lago.

-Deja de jugar-desvié mi mirada de la suya.

-No estoy jugando, algún día entenderás que tu para mí eres todo menos un juego.-susurró en mi oído, peligrosamente tentador su aliento impactó sobre mi oreja y me hizo estremecer.

-Si lo soy…¿ y sabes algo? No estoy interesada en jugar.

-Lo estás.-lamió el lóbulo de mi oreja. Varios corrientazos eléctricos me pasaron por todo el cuerpo- todo te delata, tu cuerpo…-mordió mi cuello suave- tus palabras con poca seguridad-besó mi barbilla y dejó un pequeño beso sobre mis labios, luego su boca se dirigió a mi oreja, su lengua en mi oído envió una corriente por todo mi cuerpo, el cual fue directo a todas mis extremidades hasta la punta de mis dedos. Involuntariamente giré mi cuello hacia un lado para darle más espacio mientras su lengua divagaba por el lóbulo de mi oreja .Me sentí estremecer-

-Edward…-dije casi en un suspiro.

-¿Si?-respondió él, dejando un suave beso en mi cuello-

-Qué… qué ¿qué estás haciendo?-logré decir al fin.

-¿Qué crees que estoy haciendo, Isabella?-pronunció mi nombre de una manera lasciva- ¿Jugando al ajedrez?-rió con descaro- me estoy cobrando lo mala que has sido conmigo esta noche. Salir con ese perro para darme celos no fue la mejor decisión que has tomado-respaldó sus palabras con una suave mordida-

Me invadió una oleada de placer y miedo, recordaba la ultima vez que habíamos escenificado aquella mordida.

Alec…

De pronto me vi envuelta en una nube de rabia contra él, no…está vez el no tendría el control de la situación, esta vez no me tendría en sus manos, jugando conmigo como si de una marioneta se tratase.

-¿Celos?... por favor, ni que a mí me importara que tú te fijaras en mí. Salí con Jake porque me encanta, bueno… Quizás tú no entiendas eso, solo eres un vampiro reprimido que está tan desesperado como para sentir celos de una linda relación como la de Jake y yo –Solté mis palabras entre una y otro par de sonrisas, se lo merecía…Ahí tienes, idiota

-No estoy desesperado y mucho menos reprimido-su sonrisa se ensanchó- solo estoy cabreado porque nunca se me ha dado eso de compartir… y mucho menos a una mujer-finalizó con total naturalidad. Joder…

-Hay un pequeño detalle que has pasado por alto, idiota-forcé la última palabra a salir de mi boca- ¡yo no soy tuya! No puedes compartir o este caso no hacerlo con algo que no te pertenece. Y para tu información N O S OY T U Y A-recalqué pausadamente.

-¿Ah no?-enarcó una ceja mientras una sonrisa bailaba en su boca. Me sentí repentinamente nerviosa..

Sus ojos se clavaron en los míos, hipnóticos, rojos y penetrantes. Su mirada me desnudaba aun con la chaqueta puesta, me escudriñaba hasta lo más profundo de mi alma, perdida en ella no percibí en qué momento sus manos pasaron de mi cuello a subir y bajar lentamente por las cumbres de mis pechos; por debajo del encaje estos respondieron a su tacto, poniéndose duros y listos para ser liberados del estorboso sostén y chaqueta.

-¡Niégame que estás loca por pertenecerme!-demandó, acunando uno de mis senos en su mano-

-No… ¡no quiero que me toques!-tomé su muñeca acompañada de mi poca voluntad. Debía quitarme sus manos de encima o estaría perdida.

El se limitó a negar con la cabeza, entrelazó su mano con la mía y calló cualquier cosa que estuviera a punto de decirle con sus suaves labios. Si que estaba en problemas… tnato que le ayudé a quitarme la chamarra, importándome muy poco el frío que hacía a esa hora, tendría suerte si no ganaba una buena pulmonía.

Mi sostén fue cuento aparte, ni supe cuando me había despojado de él hasta que sentí la fría brisa contra mis pechos y segundos después los labios de Edward. Su lengua buscó mis pezones y les dio suaves caricias, podría jurar que estaba un tanto entretenido por lo duros que estaban, su boca mordió, lamió y jugueteó a su antojo, arrancándome gemidos… cielos… ¿cómo ese hombre me podía hacer gemir tan fuerte?… no quería ni imaginarme como sería cuando lo tuviera dentro de mí… ok ok, exceso de pensamientos pecaminosos, ya de por si me encontraba bastante humeda.

Edward deslizó su boca hacía el sur, bajó por mi ombligo hasta mi abdomen bajo, lamió por la orilla de mi pantalón aun sin dejar descuidados a mi pechos tan necesitados de él; los apretó a su maldito antojo, haciéndome devorar mi labio inferior para tragarme chillidos de dolor y placer.

Pero como nada dura para siempre y siempre existe alguien que caga los buenos momentos….

-¡Bella!-gritó una voz bastante cerca.

Obligada a salir de la fantasía, abrí mis ojos y me encontré los orbes marrones y llameantes de Jake. Edward lo ignoró y continuó con sus besos sobre mi, me aparté bruscamente y me cubrí mis pechos con mis manos al no encontrar ni rastros de la chaqueta o de mi sostén.

Apuesto a que Edward sabía que él estaba siguiéndonos… y lo estaba disfrutando, eso era evidente… él era un maldito… sí, eso era… un maldito que hasta hacía unos minutos me estaba matando de placer

Mierda…

-No puedo creerlo-dijo Jacob para si mismo- tu solo estabas jugando conmigo, ¿verdad?-inquirió con rudeza- ¡eres una zorra!-escupió las palabras, ¿Cuánto había visto Jacob? ¿Tan bloqueados tenía los sentidos mientras Edward me tocaba?

-No sé cómo no pude darme cuenta de que me estabas usando para poner celoso a esta sanguijuela –Edward gruñó, por mi parte, las palabras de Jacob me calaron hondo. ¿En qué diablos había estado pensando?, ¿en qué me estaba convirtiendo? , había llegado a tanto por mi maldita obsesión con Edward….había dañado a Jacob… él no se lo merecía

-Jake yo… puedo explicarte-dije cual protagonista de novela cuando le encontraban con las manos en la masa, bueno… En Edward.

-¿Qué me vas a explicar? -se acercó peligrosamente hacía nosotros. Edward que hasta ahora se había mantenido alejado, viendo y escuchándonos ajeno a todo, se acercó colocándose frente a mí como un escudo. En sus ojos se marcaba una clara mirada de advertencia –que tu maldito juego casi acaba con mi hogar, con mi familia… ¡con mis amigos!

-Jake perdóname por favor… -y ahí estaba yo con el rabo entre las piernas. Implorándole perdón a Jacob por ser tan pendeja, sin embargo mi cerebro era quien forzaba esa disculpa, mi corazón rebelde a cooperar, pensaba diferente.

-Ojalá te mueras, perra-finalizó dirigiéndome una mirada cargada de odio, se dio vuelta y regresó por donde había llegado. Estaba segura de que había escuchado un: “Esta me la pagas, Isabella” de su parte.

Dios…

Me mantuve un momento viendo el lugar por donde Jacob se había marchado, intentaba similar todo lo que había sucedido, desde involucrarme de esta manera con Edward, hasta los deseos de muerte de mi querido amigo licántropo… la tierra debía tragarme… si eso debía.

-Bella…-murmuró Edward-

Lo ignoré y me senté sobre el césped, me cobijé con mis brazos lo mejor que pude, sintiendo vergüenza por mi desnudez y escondí mi cara en mis rodillas.

-Te llevaré a casa, bonita-dijo él al arrodillarse frente a mí. Levanté la mirada, sus ojos denotaban preocupación y comprensión.

-Me arrepiento tanto-solté sin pensarlo. Él me miró dolido, pensaba que me arrepentía de lo sucedido entre él y yo esta noche, sin embargo, no dijo más que:

-Ya shhh…no digas nada –me ofreció la chaqueta de nuevo- te llevaré a casa-puntualizó. Me colocó el abrigo, abrochándolo como si de un bebé que aun no pudiese vestirse solo se tratase, no puse resistencia, aun seguía cavilando y cavilando sobre esta noche, subí a su espalda con ayuda de él preparados para correr. Me preguntaba dónde había quedado el Edward Cullen que yo conocía, el ególatra, enojón, celoso…Sorprendentemente él no se encontraba histérico como Jake.


<(‘-‘<)

El auto se detuvo frente a mi casa y  el ahora cordial vampiro, me llevó dentro cargada en sus brazos, me acomodó en mi cama improvisada en medio de la sala vacía. Buscó entre mis maletas una playera grande y larga de Charlie, me quitó la ropa sucia y me la colocó, luego me cubrió con las sabanas, dándome un beso en la frente. La ternura brillaba en sus ojos.

-Descansa- susurró, acariciando mi mejilla-

Ok… era demasiado… quién era él y dónde estaba el verdadero Edward, el que me rompía el corazón.

Se colocó de pie dispuesto a salir por la puerta

-Edward- le llamé en medio de la oscuridad. No podía dormir sin saber el motivo de su cambio de actitud.

-¿Si?-su tono de voz era despreocupado.

-¿Por qué haces esto?-pregunté en un hilo de voz, un tanto nerviosa por saber aquella respuesta.

-Digamos que intento ser normal –casi pude jurar que había visto su sonrisa en medio de la oscuridad- Esto es lo que suelen hacer los humanos cuando quieren a alguien y les importa, ¿no?-la puerta se abrió y cerró, dejándome con el corazón en la mano latiendo a mil.



Hola, perdónenme por tenerlas tan abandonadas y pff hace cuanto qué no escribía emmm casi un año. Bueno, pero como la otra vez estuve leyendo comentarios viejos en los anteriores capítulos, me animé a terminar y entregarles este.

Ojalá les guste mucho pero mucho mucho mucho y amm ya tengo masomenos lo que planeo escribir para terminar el fic, ojalá así se me haga más fácil entregarles capítulos un poco más seguido.

Gracias por el apoyo
Xoxo
Koko

viernes, 11 de enero de 2013

capitulo 3. sorpresa

Vista previa

.
¿que pasaría si mi vida fuera diferente? Muchas veces me cuestiono como seria mi vida si no viviera en este castillo, mi padre dice que el mundo es malo, pero para lo poco que se, creo que es hermoso. Sueño que llegue un día en el que pueda salir y explorar el mundo como las heroínas de mis cuentos, pero la verdad, no sé si ese día llegue, quisiera conocer, explorar, vivir.
Solo quisiera poder ver el mundo detrás de mi pared
Diario de Isabella a los 6 años de edad.
POV bella
Hace tres meses que no veo a tío Carlisle, puede parecer extraño, pero cuando el viene siento que puedo conocer algo nuevo del mundo, siempre trae algún obsequio del lugar en donde a estado. Una de mis habitaciones esta llena de los artículos que me a traído las veces que viene.
Según tengo entendido no solo el me trae obsequios, sino que también su esposa y sus hijos mandan presentes para mi.
Siempre había ropa y accesorios que según me platicaba enviaba su hija menor.
Había juguetes y muchas golosinas de todo tipo, decía que su hijo mayor lo enviaba.
También encontraba libros infantiles de diferentes historias y dibujos, pero los que mas me llamaban la atención eran los libros de poesía.
Los objetos que el me traía casi siempre eran muñecas o peluches, incluso cuadros y pinturas.
Sus visitas eran continuas, sobre todo cuando mi padre se lo pedía, pero últimamente no había venido, tampoco me ha llamado para saludarme, es tan extraño. Sin embargo, no he recibido ninguna noticia suya, nada de nada, y eso me tiene un poco inquieta.
Estaba en mi habitación de juegos viendo el día, mi padre y tíos se fueron desde  hace mas de cuatro días, solo unos cuantos de la guardia  han quedado a proteger tanto el castillo como y a mi, pero no conozco a nadie de ellos, Heidi siempre es un tanto arisca conmigo, no entiendo por que, casi siempre estoy con  Gianna en la recepción, pero hoy fue su día libre.
Estaba un tanto aburrida, la televisión que había mandado a instalar mi padre no me entretenía en absoluto, en la habitación solo se escuchaba mi canción clásica favorita una y otra vez, claro de luna no era música que todo mundo escuchara, menos niñas de mi edad, pero sabia que no era como todo el mundo, que muy, muy  adentro de mi había algo diferente, único.
Extraño tener a Alec o a su hermana, con ellos siempre me divertía, aunque Jane era un poco más cerrada que su hermano.
Incluso extraño a Félix y a Demetri, pero ellos eran demasiado grandes para querer jugar como lo hacia Alec conmigo, aunque su compañía no era mala, siempre tratando de complacerme, leyéndome algún libro o algo por el estilo.
Aunque sabía leer y escribir, no era muy buena todavía para ello, por eso ellos lo hacían por mi.
Estaba sentada en mi lugar favorito, el diván de cuero negro al lado de la ventana de colores.
El día era muy bonito, pero no tenia ganas de salir, no tenia ganas de nada en verdad.
Solo tenia la satisfacción que en varios días no había tenido ese desagradable olor en la nariz, sal y oxido combinados era lo mas desagradable que se podía oler en el ambiente.
Estaba totalmente perdida en mis pensamientos cuando  un crujido hizo que volteara la mirada hacia la puerta.
Desde el umbral solo podía ver una cara envuelta en una capa, su mirada estaba hacia el suelo y por el cuello le colgaba una V con diamantes y rubíes incrustados, sabia que significaba aquello, pues yo tenia una igual  guardado en un brillante joyero de plata y solo lo usaba cuando mi padre así lo requería.
La capucha que lo cubría se deslizo hasta que se mostro el rostro sonriente de Alec enfrente de mi. Me levante eufórica al saber que ya estaban de regreso.
-Alec- chille mientras corría y me colgaba a su cuello.
-también te eche de menos pequeña.- me dijo mientras me levantaba levemente y correspondía mi abrazo.
Me deshice de su abrazo, a el siempre lo he visto como a una especie de hermano, siempre tenia la extraña costumbre de comparar a las personas que conocía con algún animal o una criatura mágica, Alec era como una especie de leopardo, veloz y ágil, solitario, tal vez con una sola compañía, su hermana.
-¿Dónde esta papa?- pregunte ya que vi que no había nadie detrás suyo. Si mi padre hubiera llegado ya, seria el primero en buscarme.
-tu padre me ha enviado antes, el aun tenia que arreglar algunos asuntos- desvió la mirada, y pude ver que sus ojos eran de orbes oscuras.
-¿que clase de asuntos?- pregunte mientras buscaba su mirada.
Me miro por un momento y esbozo una sonrisa.
-es una sorpresa para su princesa.- dijo mientras me guiñaba un ojo. Empecé a dar brinquitos como loca, pues si era una sorpresa para mi debía ser muy buena.
- que bien, pero- volví a verlo- no haz comido bien- dije mientras acariciaba su mejilla y miraba sus oscurecidos ojos.
-no te apures pequeña, dentro de pronto se me pasara.
-bien, supongo que mi padre no ha dejado que todos se quedasen con el, así que, ¿Quién mas ha venido contigo?- pregunte mientras iba hacia mi mesita y tomaba una fruta.
- Jane y Félix se han quedado con el, los demás han regresado conmigo.
-bueno en ese caso, supongo que tendré que  ver a mis tíos.
-creo que si, pero deberías esperar después del crepúsculo, todos se encuentran en el mismo estado que yo.
-en ese caso- mire con curiosidad así donde se encontraba- será mejor que vayas con ellos.
Me hizo una pequeña reverencia y se marcho.
Comí una gran manzana roja mientras veía todas las muñecas de porcelana acomodadas en su estante. Los libreros repletos de libros acomodados.
No parecía que pasara mucho tiempo en aquel lugar, pero lo hacia, deje que acabara la canción.
Trate de hacerme una idea de que era aquello que mi padre tenia deparado para mi, ¿acaso seria una muñeca nueva o tal vez una colección de música clásica?, pero si ese fuese el caso, no tendría que a verse quedado mas tiempo del necesario, no, definitivamente esto era algo mas grande que aquello.
Pero si fuera ese caso, ¿Cuál seria la sorpresa?
Estuve pensando, mirando por la ventana hacia el ocaso, observando hasta que la oscuridad invadió mi habitación completamente y tuve que encender las luces,  me gustaba mucho el crepúsculo, era tan misterioso, el inicio de algo nuevo, diferente.
Para cuando la hora de la cena llego, mi estomago no tenia el suficiente apetito como para probar bocado, así que desistí de ir a la cocina por algo de comer.
Extrañaba demasiado a mi padre, pero sabia que tenia que salir, siempre lo hacia, constantemente lo necesitaban y yo no podía ir con el, por que decía que afuera de mi casa todo era un infierno.
Estuve paseando por mi habitación, viendo débilmente los adornos y las muñecas que había, a pesar de que mi edad era corta, mi capacidad de aprendizaje y visualización de las cosas era diferente,  todos decían que podía pensar como una persona adulta, y siempre me esforzaba por complacer a la mayoría.
-Isabella, no vas a cenar- di un pequeño salto al escuchar esa voz, voltee para poder ver como mi tío Cayo me miraba desde el marco de las puertas.
-no tio, ahora no tengo apetito- dije bajando la mirada y juntando las manos.
-bueno, si ese es el caso, creo que es hora de irse a la cama señorita- alce un poco la cara para ver como una pequeña sonrisa enmarcaba su rostro- ¿Deseas que te acompañe?- pregunto mientras tomaba una pose digna de un caballero.
-si, por favor- camine y tome la mano que el me extendió mientras me conducía por los corredores hacia mi habitación.
-Tío Cayo, ¿sabes que es la sorpresa de mi padre?- no podía ocultar mi curiosidad de saber que era aquello, y tal vez mi Tío podía darme una pista sino que toda la verdad.
-Isabella, claro que lo se, pero si te lo digo ya no seria sorpresa ¿Verdad?- abrió la puerta de mi habitación mientras gentilmente me empujaba hacia ella.
-pero tío, yo quiero saberlo- no podía hacer un puchero, no con el, lo había intentado una vez y el no había sido muy amable.
-y lo sabrás, a su debido tiempo- dijo dándome una mirada complice, una pequeña reverencia para luego cerrar la puerta  y dejarme sola.
No tuve otra opción que abstenerme de volver a saber acerca de mi sorpresa, pero no podía soportarlo, algo me decía que esto tenía que ver algo con mi tío Carlisle. Tal vez mi padre había notado lo desanimada que estaba desde que no sabia nada de el, incluso pudiera ser que pronto llevara a toda su familia con el, hace mucho que me contaba de ellos, pero en realidad nunca los había  visto ni siquiera en una fotografía.
Empecé a emocionarme con la idea de poder conocer a sus hijos, tal vez podrían ser mis nuevos amigos, jugar con ellos, no es que no me gustara jugar con Alec o con Félix, pero si eran sus niños, como regularmente solía decir el, debían ser pequeños.
Me cambie el vestido rosado que tenia por mi camisón de dormir, me metí en la cama y tome la foto de mi madre antes de acostarme por completo. Ella en verdad era una mujer muy hermosa, y según mi padre decía era muy buena y amable, pero que lamentablemente se había muerto poco después de mi nacimiento.
-madre, espero que pronto pueda conocer a la familia de mi tío Carlisle.- di un pequeño beso en el portarretratos y lo volví a colocar en la mesita de noche.
Luche por algún tiempo hasta que por fin caí en los brazos de Morfeo.
++++++++
Poco a poco fui saliendo de mi inconsciencia cuando sentí unos insistentes ojos mirarme fijamente, me desperté completamente, y al abrir los ojos vi a mi padre a los pies de mi cama.
-¡PADRE, REGRESASTE!- prácticamente chille mientras avente las sabanas y lo abrace con toda la fuerza.
-si, he vuelto mi pequeña Isabella, como esta mi Bella Musa- dijo mientras me daba un tierno beso en la frente y desenredaba un poco mi largo cabello castaño.
-bien- mire para ambos lados, buscando mi sorpresa, pero no había nada, pero mi padre se percato de mi curiosidad.
-¿Qué buscas Isabella?- un tanto divertido, un tanto molesto.
- ¿y mi sorpresa?- susurre apenas audiblemente.
- así que los demás no pudieron guardar mi secreto de ti- se alejo un poco y me miro de arriba a bajo-  pero no puedo mostrártelo si estas en ropa de cama.
-entonces estaré lista en poco tiempo- dije mientras brincaba de la cama e iba corriendo a mi armario, lo abrí y descolgué el primer vestido que vi.
-bueno mi princesa, te espero abajo para que veas tu sorpresa.- salió del habitación, y sin mucho esfuerzo corrí al baño a ducharme y cambiarme.
Cuando estuve vestida con un vestido azul de terciopelo que me llegaba justo a las rodillas, me puse las zapatillas a juego y empecé a cepillarme delicadamente el cabello, adornándolo con un pequeño listón negro. No tarde, y de inmediato me puse en camino hacia “la bóveda”, como le llamaba yo al lugar en donde mi padre y mis tíos casi siempre se encontraban con los de la guardia o sus visitas. Cuando no aguantaba mas la curiosidad corrí entre los pasillos, esquivando objetos y personas a mi paso, hasta que estuve enfrente de las grandes puertas de roble que daban a la estancia.
Me acomode los lugares que fueron desordenados con mi prisa, y con sumo cuidado toque la puerta.
-adelante- dijo la voz de mi tío Marcus.
Entre como siempre con cuidado, solo viendo la parte trasera de las sillas en donde se sentaba mi familia.
Cerré y espere.
-Isabella mi princesa acércate- mi padre me indico con un pequeño movimiento de su mano que podía ver desde atrás.
Obedecí pero camine con la vista clavada hacia el suelo.
Me pare al lado derecho de mi padre mirando hacia su dirección.
-pequeña, aquí esta tu sorpresa-  dijo mi padre señalando hacia el frente.
Mire de reojo a Alec con una pequeña sonrisa hacia mi dirección. Poco a poco alce la mirada hasta que los vi; siete pares de ojos ámbar me miraban fijamente.

******
XD que les parece???

seran o no seran???

les dejo abrazos y no olviden dejar sus comentarios!! 

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...